Análisis desde el sur
Putin y Zelenski apuntan a la OTAN, que se queda inmóvil
La ofensiva rusa sigue siendo considerable, aunque con pocos avances en el terreno. Las acusaciones de violar las reglas de la guerra son mutuas. La OTAN dice ahora que “no son parte” y no participará



Décimo día de la invasión rusa en Ucrania, de una guerra que se juega en el territorio, pero también en las redes sociales y los medios de comunicación. En Europa ya han matado a RT y a Sputnik, en Rusia a CNN y las demás; la mayoría está apagando coberturas sobre tierra para alinearse al relato, así que hoy que es fin de semana, se la contamos desde el sur de Bolivia.
Sobre el terreno, ofensiva rusa a gran escala, de nuevo, pero poco cambio en el mapa de posiciones donde Rusia cerca Kiev y Jarkov mientras se concentra en ocupar el sur y dejar a Ucrania sin salida al mar. Cada una de las batallas se libra realmente en la opinión pública ante el desconcierto general de una ofensiva que nadie esperaba.
El parte de la mañana hablaba del impase en la planta nuclear de Zaporiyia, tomada en la madrugada del viernes, cuando se desató un brutal incendio de los que asustan en foto. EL relato OTAN: Putin está loco; el relato ruso: los ucranianos lo han incendiado para asustar. Los expertos, mientras, señalan que se trata de una de las instalaciones más blindadas del mundo y que no fue afectada. Pero ahí queda, como lo de Senkata. Aún así señalan que hacer la guerra por esos sitios no parece lo más prudente.
Que la batalla está en las redes lo sabe Vladimir Putin y los sabe Volodomir Zelenski, pero no parece tenerlo tan claro la OTAN, que es capaz de colocar en la misma declaración que “la postura sigue siendo responder con “duras sanciones”, un aumento del apoyo militar y más presencia de las tropas aliadas en el flanco este” y que “la OTAN no quiere una guerra con Rusia y que los 30 países aliados están de acuerdo en que no debe haber ni aviones aliados en el espacio aéreo ucraniano ni tropas sobre el terreno”, lo que le da una absoluta tranquilidad al presidente ruso, que además les va comiendo el terreno.
Ayer Putin habló dos veces, una para entrar al detalle en la pelea con Zelenski sobre el fracaso de la instalación del primer corredor humanitario de salida de Mariúpol, al sur del país, que según los ucranianos fue boicoteado por los rusos porque no dejaron de disparar y según los rusos por los ucranianos, que estaban usando a la población civil como escudos humanos para desplazar material bélico de la ciudad que se da prácticamente por perdida.
La otra fue una de esas declaraciones que ponen los pelos como escarpias y que en los países OTAN no quieren ni oír: Putin consideró - y verbalizó - que las sanciones son “una declaración de guerra”. Agüita. En un contexto de guerra impopular, después de haber puesto en alerta su sistema nuclear y teniendo en cuenta que solo hace dos semanas nadie creía que esta invasión pudiera iniciar, no es poca cosa.
¿Y la OTAN?
También tuvo que aparecer Zelenski, en su despacho, con su asistente, para dar una prueba de vida porque el aparato de información ruso lo ha situado ya como muerto, como herido y como huido en al menos una docena de destinos, pero no, sigue en Kiev, que sigue asediada.
Zelenski empieza a quedarse sin recursos luego de abusar de los discursos emocionales, porque la OTAN – UE, que al final les ha metido en esto con un tratado de libre comercio cancelado en 2014 y con las promesas de instalar misiles “defensivos” en la mismísima frontera de Rusia, ahora dice que “No somos parte de este conflicto y tenemos responsabilidad en que no escale más allá de Ucrania porque sería más devastador y peligroso, con más sufrimiento humano”. Los repite el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, cada vez que tiene ocasión y sin despeinarse.
El día acabó con el primer ministro israelí, Naftalí Bennett, en Moscú, tratando de mediar para poner fin al conflicto, lo que no deja de tener guasa, porque de invasiones ilegales saben un rato, y de obviar resoluciones de Naciones Unidas, también.
Como sea y a pesar de todo, se tienen previstas nuevas negociaciones para el lunes en esta guerra televisada en directo por teléfonos celulares, donde los que huyen son eslavos de tez blanca y ojos claros y los que disparan también, y solo por eso parece que sea más legítimo entonar el No a la Guerra, que no por ello no hay que decirlo.