Trump amenaza con dejar de comerciar con los aliados del G7 si no rebajan sus aranceles
La cumbre del G7 finalizó hoy en Canadá con un comunicado conjunto para tratar de evitar la guerra comercial y otra conclusión no escrita pero muy palpable: que Donald Trump está decidido a cambiar el orden global y que la distancia con los aliados no remite. El presidente de Estados Unidos...



La cumbre del G7 finalizó hoy en Canadá con un comunicado conjunto para tratar de evitar la guerra comercial y otra conclusión no escrita pero muy palpable: que Donald Trump está decidido a cambiar el orden global y que la distancia con los aliados no remite. El presidente de Estados Unidos desafió al club de países más industrializados proponiendo una zona de comercio libre de aranceles, pero amenazó también con dejar de comerciar con aquellos socios que no mejoren las condiciones para las exportaciones estadounidenses.
El paso de Trump por Quebec fue turbulento y ciclotímico. Llegó tarde, se fue pronto, y durante su estancia combinó los elogios con amenazas de ruptura y frases gruesas, marca de la casa. “Somos la hucha de la que todo el mundo roba”, lamentó en una comparecencia ante la prensa, justo antes de abandonar la cita. Contra pronóstico, EE UU, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Japón fueron capaces de consensuar un comunicado en el que acuerdo reducir aranceles, de forma genérica, y se comprometen a modernizar la Organización Mundial del Comercio (OMC), organismo que Estados Unidos ayudó a crear en 1995 pero que el nuevo orden de Washington critica con dureza.
La cumbre fracasó aun así en el objetivo de rebajar las tensiones, empezando como empezó ya crispada, con reproches públicos de Trump a la Unión Europea y el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y la réplica del presidente francés, Emmanuel Macron, que advirtió al neoyorquino que nadie es eterno y que el mercado de los seis países restante superaba al EE UU.
El republicano ha declarado la guerra al déficit comercial. EE UU, la primera potencia económica mundial, importa de otros países mucho de más de lo que exporta, y este desequilibrio, que sumó 556.000 millones de dólares (472.500 millones de euros) el año pasado, ha sido su fijación desde que comenzó su andadura hacia la Casa Blanca. Lo atribuye a unos acuerdos comerciales injustos y le culpa de la pérdida de empuje fabril de la economía. En este contexto, el pasado junio activó unos aranceles al acero (25%) y al aluminio (10%) procedente de Canadá, México y la UE. Los afectados respondieron con represalias equivalentes, alimentando una escalada de tensión diplomática que ha marcado esta cita.
El paso de Trump por Quebec fue turbulento y ciclotímico. Llegó tarde, se fue pronto, y durante su estancia combinó los elogios con amenazas de ruptura y frases gruesas, marca de la casa. “Somos la hucha de la que todo el mundo roba”, lamentó en una comparecencia ante la prensa, justo antes de abandonar la cita. Contra pronóstico, EE UU, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Japón fueron capaces de consensuar un comunicado en el que acuerdo reducir aranceles, de forma genérica, y se comprometen a modernizar la Organización Mundial del Comercio (OMC), organismo que Estados Unidos ayudó a crear en 1995 pero que el nuevo orden de Washington critica con dureza.
La cumbre fracasó aun así en el objetivo de rebajar las tensiones, empezando como empezó ya crispada, con reproches públicos de Trump a la Unión Europea y el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y la réplica del presidente francés, Emmanuel Macron, que advirtió al neoyorquino que nadie es eterno y que el mercado de los seis países restante superaba al EE UU.
El republicano ha declarado la guerra al déficit comercial. EE UU, la primera potencia económica mundial, importa de otros países mucho de más de lo que exporta, y este desequilibrio, que sumó 556.000 millones de dólares (472.500 millones de euros) el año pasado, ha sido su fijación desde que comenzó su andadura hacia la Casa Blanca. Lo atribuye a unos acuerdos comerciales injustos y le culpa de la pérdida de empuje fabril de la economía. En este contexto, el pasado junio activó unos aranceles al acero (25%) y al aluminio (10%) procedente de Canadá, México y la UE. Los afectados respondieron con represalias equivalentes, alimentando una escalada de tensión diplomática que ha marcado esta cita.