Derrotar la basura en Tarija
Es necesario que se modernicen los sistemas de recogida de basura y que se instalen más papeleras, pero lo elemental es ¡no tirar la basura a la calle!
La imposición del individualismo sobre lo colectivo como planteamiento global de posición en el mundo ha llevado a que los asuntos públicos se han convertido en asuntos “de los políticos”, y aunque en la práctica puede ser verdad, lo cierto es que facilita mucho la escapatoria de la propia responsabilidad como ciudadano para con tu ciudad y tus vecinos.
El tema se ejemplifica a la perfección con el asunto de la basura, protagonista este mes de nuestra campaña “12 meses, 12 casusas” y que busca promover nuevos hábitos ciudadanos creando conciencia desde el ejercicio periodístico.
Por lo general, todos los ciudadanos aprecian vivir en una ciudad limpia y sin basura; sin embargo, nadie quiere asumir demasiadas responsabilidades en esta misión. Es cómodo pensar que son los políticos quienes deben movilizar el personal suficiente para mantener la ciudad limpia, y son menos quienes han asumido que mantener la ciudad limpia es también una responsabilidad de todos.
En una encuesta, obviamente, muy poca gente asumiría que efectivamente tira basura a la calle, ni siquiera papeles o pequeños recipientes; y seguramente tampoco confesaría que se dejan bolsas de basura a deshora con todos los riesgos que comportan, sin embargo la ciudad está llena de envases de refresco o yogurt, bolsas de plástico, papeles, colillas, y un largo etcétera de productos que acaban en las veredas de los caminos, en los lotes baldíos, en los rincones menos ventosos y sobre todo, en las bocatormentas.
El tema de arrojar la basura al piso no tiene solo que ver con lo estético. Es una cuestión también de salud pública, que genera focos de infección y atrae a roedores y otros parásitos; y también de prevención de riesgos, pues muchas de las inundaciones que se registraron en el 2024 con las primeras lluvias, y también en años anteriores, tiene que ver con la cantidad de basura que se acumula en los desagües, basura que además, se va al río.
Sin embargo, lo más importante es que representa una absoluta falta de respeto por la ciudad y sus vecinos, sus iguales, que ahonda en una falta de autoestima como pueblo en el que nada parece importar demasiado. ¿Acaso ese es el ejemplo que queremos darle a nuestros niños?
Es verdad, es necesario que se modernicen los sistemas de recogida de basura y que se instalen más papeleras en toda la ciudad, también en los barrios, pero es necesario que cada persona asuma su parte de responsabilidad y además, tenga la capacidad de sancionar al menos a su entorno cercano para que estas conductas cesen.
Lo extraordinario tendrían que ser las campañas de recogida de basura que de vez en cuando protagonizan influencers, voluntarios extranjeros o premilitares; lo normal tendría que ser que la gente recogiera su propia basura hasta depositarla en un lugar seguro para que acabara en el circuito de reciclaje o eliminación controlada.
No es algo tan difícil, no es un hecho extraordinario, es una cuestión de sentido común, que sin embargo, seguimos sin aplicar a rajatabla: No tiremos la basura a la calle.