Jueces electos: Ahora a vigilar
Los electos acaban siendo claves en el discurrir de la vida política, pero también social de este país, por lo que vale la pena aprenderse bien el nombre, la cara y todos los antecedentes.
Como era de esperar, sin ninguna euforia pero mucho civismo, los bolivianos han participado de esta extraña jornada electoral en la que se seleccionan magistrados para los principales tribunales del país.
En circunscripción nacional se han elegido a los miembros del Consejo de la Magistratura y a los miembros del Tribunal Agroambiental, mientras tanto, en circunscripción departamental se ha elegido a los jueces del Supremo y a los del Constitucional, pero ahí ha estado la anomalía, pues cuatro y cinco departamentos, respectivamente, no han elegido a estos representantes.
Recuperar la Justicia, como casi todo en este país y ahora que parece que se han cruzado algunas líneas rojas, depende de la voluntad y fuerza de sus pobladores
Votar a los jueces no es un procedimiento habitual en el mundo, aunque hay experiencias; en Estados Unidos se votan Sheriff y Fiscales y en México se empezarán a elegir también a los magistrados de forma similar a Bolivia. Lo exótico del procedimiento siempre ha levantado críticas, aunque el tema sería apenas una anécdota dentro del enorme desafío que supone en este país volver a construir un mínimo de institucionalidad en la Justicia, donde incluso la corrupción parece una consecuencia de la absoluta falta de respeto a las normas, sobre todo, de quienes están llamados a hacerlas respetar.
Algunos juristas que le han dedicado tiempo al análisis histórico de los hechos señalan que el tema viene de lejos, de la Colonia, del “la Ley se acata, pero no se cumple” y de cómo esos planteamientos se han ido fijando en el ADN nacional a pesar de que hace muchos años que las leyes se dictan desde el propio territorio y, supuestamente, por la gente elegida para ello, que conocen su territorio y las necesidades de la gente.
La cuestión es que cuando acabe el conteo, que tiene su ritmo propio, se conocerán quienes serán los próximos Magistrados a cargo de la Justicia del país, y ya llevamos bastantes años en esto como para hacernos los ignorantes: Los electos acaban siendo claves en el discurrir de la vida política, pero también social de este país, por lo que vale la pena aprenderse bien el nombre, la cara y todos los antecedentes.
Las nuevas generaciones no están para chistes. Hoy padecen los efectos de un país donde las leyes a veces se acatan y a veces no, donde la discrecionalidad es moneda de cambio y donde el más poderoso o el que más tiene, a pesar del supuesto cambio social que ha experimentado este país en las últimas dos décadas, se sigue saliendo con la suya. Pero hay opciones.
La Ley 348, por ejemplo, ha demostrado que con población movilizada y atenta a lo que realmente sucede en los juzgados, las chicanas se acaban y todos los involucrados acaban teniendo una responsabilidad sobre los resultados. La gente exige con nombres y apellidos y no hay nadie que pueda esconderse para siempre ni ocultarse en la indiferencia.
Recuperar la Justicia, como casi todo en este país y ahora que parece que se han cruzado algunas líneas rojas, depende de la voluntad y fuerza de sus pobladores, que están ya para pocas bromas y para pocos abusos. Empieza una nueva etapa en la que estar vigilantes será clave.