El tren del litio y las miradas cortas

En 15 años el proyecto del litio nunca ha avanzando consistentemente y hoy todos hacen cuentas pensando en el negocio a partir de agosto

Una empresa monopólica con recursos extractivos probados a su entera disposición y todos los resortes crediticios del Estado durante décadas a disposición no ha logrado cumplir su mínimo objetivo para el país. Sí, hablamos de Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) o lo que es lo mismo, del sueño de la industrialización de uno de los minerales más codiciados del planeta que durante 15 años ha fracasado y que hoy es una pesadilla absoluta.

Lo cierto es que hay algunas excusas con buena base cierta, pero resultan intolerables: son dos décadas de fiasco que no pueden ocultarse, pero sigue. El silencio reina y la sensación de que se está perdiendo el tren a pesar de que pasa muy despacio, es generalizada.

En 2019 los potosinos llevaban semanas de paro rechazando un contrato para implementar la tecnología de Extracción Directa de Litio con los alemanes

El asunto tiene consecuencias, y responsables. Más allá de las sesudas interpretaciones y teorías economicistas sobre el momento que vive la economía boliviana de unos y de otros, lo evidente es que no ingresan dólares porque no se vende gas, que es lo que ha llenado las arcas del Estado desde 2006 hasta algo más de 2019. En ese tiempo las reservas se agotaron, los “incentivos” no sirvieron para que nadie hiciera el trabajo que le correspondía al Estado, que era reponerlas, con lo cual los contratos de exportación se acabaron sin solución de continuidad y los dólares se esfumaron.

Lo más grave de esto es que el plan inicial contemplaba la industrialización de los Hidrocarburos, para que manteniendo una reserva estratégica se pudiera ingresar a la industria del plástico que realmente generara recursos por utilidades y no solo por regalías e impuestos. Ese era el plan y alguien lo detuvo, sobre todo en 2014, cuando la prioridad pasó a ser encontrar más reservas para exportar y tener suficiente cash inmediato para la campaña interminable que vivió este país en aquellos años. 

Algunos defienden que en ese entonces se optó por priorizar la industrialización del litio sobre el del gas porque daba más garantías, aunque todos sabían entonces que había que empezar desde cero y encima sosteniendo el discurso soberanista. A la hora de la verdad,  no estaba listo.

El primero en romper este discurso fue Evo Morales en uno de los capítulos más olvidados de aquella crisis de 2019: Los potosinos llevaban antes de elecciones varias semanas de paro rechazando un contrato para implementar la tecnología de Extracción Directa de Litio, que en la práctica le entregaba 80 años el control de buena parte de la reserva a un consorcio alemán.

Aquello cayó en tiempos de Áñez y aunque Luis Arce ha intentado aplicar la misma estrategia, con “amigos” rusos, chinos y de otras nacionalidades, la incapacidad de sus operadores en la Asamblea Legislativa hace que todo el proyecto esté bloqueado cuando con probabilidad, es el camino correcto.

La cuestión es que la legislatura agoniza y ya no habrá tiempo para que nadie se cuelgue medallas, al contrario, todos parecen hacer cuentas sobre la resistencia y las posibilidades de armar algo precisamente con la cabeza puesta en el litio boliviano y sus muchos pretendientes. Está claro que nadie quiere ponerle las cosas fáciles al presidente, pero en ese corto plazo que rige las decisiones, el tren se está escapando de nuevo, y quien sabe cuando esta bendita tierra dejará de darnos oportunidades.


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