El código penal y la amenaza económica

Mientras los políticos se concentran en un asunto que es jurídico, las dificultades económicas en forma de inflación y desabastecimiento vuelven al país

Arranca una semana con las espadas en todo lo alto en la parte política, aunque probablemente los riesgos más graves se corran por la parte económica.

El gobierno ya ha hecho causa común para “encarcelar a Evo” y ya nadie disimula: la denuncia, sea por estupro, sea por trata, tiene al parecer suficiente base no solo para quemar la imagen del expresidente durante unas semanas, sino para sacarlo del camino de forma definitiva. O eso creen los principales operadores de la “estrategia”, con el ministro de Gobierno Eduardo del Castillo instruyendo al aparato policial y el ministro de Justicia, César Siles, apersonando a sus agencias en la causa y mediando para “reponer” a los fiscales apartados, al frente. Ya no se trata solo de una aventura de Lima y Gutiérrez, aunque como casi todo lo que emprende el exministro, los flecos pendientes no controlados pueden volver a causar un papelón.

La defensa de Evo Morales hace aguas porque ni siquiera su equipo cercano – Cronembold, Cox, Loza – ponen las manos al fuego por su inocencia en lo que se denuncia y más bien han adoptado una estrategia defensiva atacando a los demás de hacer lo mismo con lo que parece pretender una normalización que no le servirá ni judicialmente ni mucho menos, políticamente. 2024 no es 2004 y ni siquiera 2016.

El escándalo se gestiona paralelamente a la negociación por la nominación del Fiscal General, que es una de las personas con más poder de este país en el que la audiencia cautelar es casi siempre una sentencia definitiva. Quedan apenas unos días para que esto se resuelva, pero las negociaciones están yendo al límite y las bancadas siguen dispersas y el gobierno, también.

El problema de la intensidad política reside en que puede acabar despistando energías que bien merecen concentrarse en otros acápites, y en estos días la economía vuelve a resfriarse más allá de que los Bancos Centrales hayan empezado a bajar tipos de interés, con lo que se supone que en unos meses se podría volver a estabilizar el valor del dólar.

Los pocos datos publicados del INE empiezan a mostrar un alza de precios fuera de control para lo que es costumbre de reconocer, pero además, por primera vez se va a poner a prueba la “liberalización” de la gasolina: los precios del crudo han empezado a crecer sustancialmente por la tensión entre Israel e Irán y con seguridad se traducirá en desabastecimiento en Bolivia.

Mientras, hay otro fenómeno independiente y mundial que tiene que ver con el alza de los precios de los alimentos, que ha vuelto a escalar estos meses y que más quer un origen, tiene una tendencia: la población crece, las condiciones de vida mejoran en occidente y se consume todo lo que se produce con enorme voracidad. Es el mismo fenómeno que está quemando nuestros bosques para abrir espacio a nuevas plantaciones pero desde otro vértice.

Bolivia lleva demasiado tiempo perdida en peleas políticas que distraen la atención sobre los asuntos realmente importantes cuando, en realidad, los mecanismos de resolución de conflicto están claros: antes, las primarias abiertas; ahora, el código penal.

Ojalá que esta vez los esfuerzos se concentren en lo importante.


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