Tarija y el calendario de obras

Después de años de crisis y a pesar de los grandes recursos aportados desde la región, ni siquiera las promesas más básicas se cumplen

Queda poco más de un mes para que Tarija ingrese en su mes aniversario y empiecen a desfilar por sus ciudades y comunidades los diferentes responsables ejecutivos tratando de sumar simpatías para sus intereses electorales, aunque todo el mundo tiene claro que en esta ocasión será difícil.

La crisis es evidente. “No hay plata” que diría Milei, aunque en Tarija llevemos ya casi una década con la misma cantaleta. Hasta 2015 todo fue una fiesta. Hasta 2019 hubo que pagar la fiesta, pero aún quedaba deuda para montar nuevas celebraciones. Después vino la pandemia y el gobierno de Luis Arce, menos dado al populismo de cancha y mercado, pero sobre todo vino la caída de la producción del gas que se quedó sin mercado y nos condujo a una profunda recesión.

Algunas obras han sido tantas veces prometidas que ya ni siquiera podrían ser amortizables como entrega.

De la gobernación de Tarija ya nadie espera nada salvo la dignidad de la representación. No hay plata para obras, ni para carreteras, ni para programas de fondo y apenas para algunos festejos populares y la gente lo entiende. Pasaron las vacas gordas y la gente sigue haciendo básicamente lo que hacía y es la cadena de vinos, uvas y singanis la que sigue siendo la referencia.

Así pues, al Gobierno nunca se le pidió demasiado incluso cuando el nivel central fue el gran beneficiado de las ingentes cantidades de gas extraídas de las entrañas del departamento. Apenas se le pidió, en su momento, que nos tratara como mayores de edad; ahora que cumpla con su palabra. Tarija nunca fue un lugar grato para los gobiernos del MAS tal vez por eso.

De la última efeméride quedaron un puñado de promesas que apenas avanzan y también algunas primeras piedras fundamentales que tampoco. Algunas han sido tantas veces repetidas que ya ni siquiera podrían ser amortizables como entrega.

Es el caso de la doble vía Pajoso – Yacuiba, la versión breve de la promesa Yacuiba – Villa Montes o cómo convertir una promesa electoral de 100 kilómetros en una de 3,5 y que además, lleva casi una década de demora desde que se empezó a prometer mientras que la ruta 9 se convertía en una de las más siniestras del país.

Es el caso también de la planta de Tratamiento de Aguas Residuales para Tarija prometida también tantas veces y que sigue en apenas un proyecto de preinversión con algunos asuntos medio resueltos, como el de la ubicación.

En 2023 se fijaron además otras promesas que apenas han avanzado nada:

El nuevo puente alternativo al de Tomatitas apenas ha recibido alguna medición.

La ruta Choere – Acheral ha quedado sin empresa que la ejecute luego del fiasco y nulo avance del tramo y la promesa de remodelación del aeropuerto Oriel Lea Plaza apenas ha resultado una licitación fallida.

Efectivamente, nada es urgente y todo llegará, pero en algún  momento alguien sacará a la vez un calendario y una calculadora.


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