La uva de todos

La uva y el vino son el símbolo del valle central de Tarija y prácticamente todos los poderes públicos y muchas iniciativas privadas trabajan para darle lustre

En medio del interminable conflicto político que en este caso está generando bloqueos y pérdidas económicas, pero de continuo alimenta el malestar y la desconfianza, en Tarija está comenzando la temporada más importante en términos económicos: la vendimia 2024.

La cosecha de uvas es desde hace unas décadas una actividad que no solo tiene que ver con la identidad, que también, sino con el elemento clave que activa toda la cadena a miles de tarijeños entre productores, temporeros, cosechadores, bodegueros, comerciantes y también multitud de profesionales del tercer sector que han tomado la uva como referencia para movilizar el turismo y la cultura.

Este año, contra la costumbre, las expectativas son buenas, y aunque conviene tocar madera, las lluvias empezaron temprano en primavera y no hubo heladas tardías que pudieran haber arruinado la cosecha. También la temporada de lluvias intensas en verano han empezado sin pedrisco, lo cual siempre es buena noticia, y por ende, incluso los productores son optimistas ante una temporada que siempre tiene los mismos desafíos: lograr un producto de calidad y administrarlo sin saturar el mercado para que los precios no decaigan.

Aproximadamente se estima poner en el mercado 1,3 millones de quintales de uva, que representan aproximadamente 2,8 millones de cajas de uva de 20 kilos y que por el momento se están vendiendo por encima de lo 80 bolivianos. Los productores estiman que por encima de los 70 supone una buena inyección en toda la cadena, pero que menos ya produce pérdida.

Es verdad que se han producido errores de bulto en la planificación del sector y que en este caso concreto, ahora que está tan de moda, el mercado no está operando como se supone que debe operar. Se han hecho inversiones en riego y se han habilitado tierras de cultivo, mejorando también su productividad con mallas y con sistemas que facilitan la cosecha, pero el aumento de la producción solo llegó para tirar los precios, pues el buen producto no está garantizando la apertura de mercados.

De un lado, las cámaras de frío que permitieran alargar la temporada de cosecha recién se están poniendo en uso y todavía con falencias, de otro, siguen faltando mercados accesibles en las grandes ciudades bolivianas, y por último, el sector del vino y el singani no se está expandiendo en términos de producción, sino de calidad y precio del producto final, lo que de nuevo vuelve a perjudicar al productor que no encuentra donde colocar su producto restante.

La uva y el vino son el símbolo del valle central de Tarija y prácticamente todos los poderes públicos y muchas iniciativas privadas trabajan para ello, para darle el lustre necesario al emblema departamental, para que sirva para atraer visitas, negocio o placer. Se trata de un sector que atrae sinergias y suma esfuerzos que, por suerte, se mantiene aún alejado de las pugnas políticas. Ojalá así se mantenga mucho tiempo.

Toca ahora esforzarse por una gran vendimia. Ya habrá tiempo de brindar después.

Destacado.- Es verdad que se han producido errores de bulto en la planificación del sector y que el mercado no está operando como se supone que debe operar


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