Estado Plurinacional: Imaginar un rumbo

Resulta más que curioso comprobar que apenas 15 años después de haber aprobado la CPE, sus planteamientos estén agotadas y las vías de convivencia, amenazadas

La celebración del Día del Estado Plurinacional llega esta vez en el punto más álgido del enfrentamiento entre las facciones del Movimiento Al Socialismo (MAS), que es a su vez el epicentro inspirador del festejo.

En la fecha se celebra la conformación del Estado Plurinacional dado a luz a partir de la Constitución de 2009 y que para quienes fueron sus más fieles promotores alumbró un Estado nuevo, aunque en la práctica posterior se le hayan visto rápidamente las costuras.

Esencialmente el texto consagraba la plurinacionalidad del Estado con el objetivo de poner en valor la riqueza cultural boliviana y su diversidad, que en la práctica la constituyen sus diferentes movimientos sociales que son, a la vez, la parte fundacional del MAS. En esa lógica de prestidigitación, los más fanáticos sentían que se habían encarnado en el Estado mismo y aquellas bravatas seguramente han inspirado después muchos abusos de poder y aquella predisposición al absolutismo tan recurrente.

La autonomía ha fracasado sin posibilidades de continuidad y la plurinacionalidad se ha revelado como una excusa para el asalto al poder

En concreto, el concepto de la plurinacionalidad era complejo de entender ya que implicaba reconocer soberanías específicas dentro de las mismas fronteras sin establecer muy claramente los límites, para satisfacción de los supremacistas de uno y otro bando o pueblo. Pensadores inmersos en el proceso popular, como Andrés Soliz Rada, ya advirtieron desde el principio que la materialización del indigenismo exacerbado en un hipotético reconocimiento de la “plurinacionalidad” de Bolivia implicaba la atomización del territorio y la pérdida de la soberanía nacional en favor de pequeños grupos vulnerables fácilmente conquistables por cualquier poder transnacional que quisiera meter las narices en la tierra, a ver qué había, pero el debate pasó como una exhalación. Las cosas ya estaban decididas.

A esta concepción plurinacional impuesta desde el ala indigenista – que rápidamente se desintegró -, se sumó la concepción autonomista que desde las regiones se exigía en un momento en el que lo viejo hacía esfuerzos por no morir. De la demanda inicial a lo que quedó en la Constitución hubo ciertas concesiones. De lo que hay escrito a lo que finalmente se ha puesto en pie hay un mundo que, en realidad, la ha hecho absurda: la autonomía nunca pasó de ser una concesión táctica que nunca nadie consideró implementar de verdad.

Resulta más que curioso comprobar que apenas 15 años después de haber aprobado holgadamente la Constitución Política del Estado, sus planteamientos han quedado amortizados y las vías de convivencia que plantearon conducen hoy, más bien, a una confrontación sin expectativa. La autonomía ha fracasado sin posibilidades de continuidad y la plurinacionalidad se ha revelado como una excusa para el asalto al poder y el descuartizamiento del Estado en favor de intereses sectoriales, que además hoy parecen avanzar hacia una suerte de guerra civil.

Ojalá este día del Estado Plurinacional sirva para la reflexión profunda. Tal vez alguien logre recuperar el rumbo. Tal vez alguien logre imaginar un rumbo diferente. La trancadera conceptual empieza a hacer daño a Bolivia. Sin apellidos de parte.


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