Absurdas primarias y chicanas

Los partidos siguen siendo, por lo general, una entelequia al servicio del poderoso de turno o ligados a una institución, de las que con probabilidad se licúa dinero con destino a las campañas

Consumada la descalificación de Evo Morales para concurrir a los comicios de 2025 a través del Tribunal Constitucional y una de esas chicanas tan propias del órgano, el siguiente paso parece ser cerrar la puerta a que cualquier evista pueda presentarse a las primarias del partido gobernante y de esa forma garantizar la continuidad del nuevo ocupante del trono en Palacio Quemado – Casa Grande del Pueblo: Luis Arce Catacora.

Posiblemente Morales y todo su coro de asesores tiene razón, incluso con la vergüenza ajena que produce ver al expresidente Morales, violador en serie de las disposiciones constitucionales que le prohibían reelegirse, invocando la separación de poderes: El comentario en la sentencia sobre la libertad de expresión de los candidatos a magistrados del 29 de diciembre, en el que en un inverosímil circunloquio, los ponentes tratan de incorporar el criterio de la CIDH sobre la reelección indefinida es una señal para que el Tribunal Supremo lo interprete en ese sentido cualquier postulación y lo inhabilite.

El siguiente paso parece ser cerrar la puerta a que cualquier evista pueda presentarse a las primarias del partido gobernante

No dista tanto de lo que el propio Morales y sus seguidores hicieron en 2017, también con los magistrados en el disparadero de salida, que interpretaron justo lo contrario: aquello del derecho humano que después el Tribunal Supremo Electoral utilizó para admitir su candidatura, en este caso a la pantomima de las Primarias Obligatorias, que resultaron ser una suerte de parapeto para garantizar que la estrategia funcionaba.

El TSE permitió que Evo Morales y Álvaro García fueran candidatos en unas primarias que resultaron absurdas, pues todas las alianzas inscritas concurrieron en solitario, incluso la de Bolivia Dijo No, entre los Demócrata de Rubén Costas y la Unidad Nacional de Samuel Doria Medina, donde se acabaron imponiendo otras fuerzas.

El debate es efectivamente de fondo, aunque como suele pasar, solo se instrumentalizó para habilitar a Morales. Retomarlo ahora con el mismo fin, pero a la inversa, no ayudará a que se resuelvan esos asuntos de fondo y que merecen reflexión: Los partidos no pueden ser propiedad de un caudillo y debe haber algún tipo de mecanismo que permita la concurrencia de todos, salvaguardando también los recursos del Estado.

En 2019 los mismos se malgastaron absurdamente provocando exclusivamente que se adelantaran los nombres de los candidatos, contribuyendo así a una campaña larguísima de desgaste sin alcanzar ninguno de los objetivos, y nada parece que aquello haya cambiado.

Los partidos siguen siendo, por lo general, una entelequia al servicio del poderoso de turno o ligados a una institución, de las que con probabilidad se licúa dinero con destino a las campañas de reproducción. Con todo, no dejan de ser instituciones privadas con sus propios códigos.

Más allá de si se debe exigir primarias abiertas a todo el país o solo a los militantes, que por lo general son de paja, resulta absurdo exigir hacer unas primarias obligatorias en partidos con un solo candidato.

Urgen modificaciones en la Ley, pero obviamente hacerlo a conveniencia de parte lo acabará ensuciando todo. De nuevo.


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