La red vial en Tarija: futuro camino de cabras

El colapso de las carreteras tarijeñas afecta a la dinámica vital del departamento, y todo va a peor

Desde hace años se viene advirtiendo sobre el desastre que se ceñía sobre las carreteras tarijeñas, una constante que en las temporadas de lluvia se vuelve más llamativo, pero que implica serios riesgos para la economía, pero sobre todo, para la vida.

No hay ruta que no tenga problemas, aunque preocupa especialmente la ruta a Bermejo, los tramos de la red vial fundamental desde Canaletas hasta Palos Blancos pasando por Entre Ríos pese a los muchos compromisos adoptados sobre el tramo.

El que fuera el departamento más rico del país y con tres fronteras internacionales, el que tanto ha aportado al erario público, sigue siendo uno de los más precarios en infraestructuras viales, pero la situación actual no es el resultado de la coyuntura ni de que las lluvias sean más o menos fuertes, sino que es el resultado de una política deficiente en la construcción, donde han primado más los intereses sobre la licitación que sobre el fin mismo de la carretera.

Suele ser chascarrillo constante entre los constructores el hecho de que la ruta de conexión entre Tarija y Bermejo, una pujante frontera con Argentina que puede hacer las veces de corredor, haya sido construida por una empresa brasilera. Los ingenieros suelen referirse a la “calidad” de sus curvas y peraltes, así como a sus taludes, como la prueba fehaciente de que la geopolítica se juega en todos los rincones.

Aquella, como la de Potosí, fueron parte de la red vial fundamental arrancada a duras penas ya en este siglo. Los problemas fueron recurrentes y la ruta al norte, que nunca fue oficialmente entregada, pasa por ser la que costó más tiempo de construir.

Capítulo aparte merecen las rutas que se construyeron después, ya con los recursos petroleros tocando a la puerta de Tarija en forma de regalías, y donde se interpretó aquello del 70%-30% de cofinanciación como un troceamiento de rutas en las que cada institución licitaba lo suyo. El ejemplo es la ruta al Chaco, de la que a duras penas se van acabando tramos, algunos con infinidad de problemas y poco rigor técnico que fue consentido tanto por unos como por otros. El tramo Canaletas – Entre Ríos y el Entre Ríos – Palos Blancos son dos ejemplos puros de lo que no se debería hacer.

Con todo, poco hacemos al inicio del 2024 repasando el pasado, aunque deberían ser los tribunales de Justicia los que busquen explicaciones de lo sucedido e identifiquen a los culpables y responsables de que Tarija siga siendo un destino poco fiable por carretera en la época más boyante del turismo. Curiosamente, los dirigentes del Transporte siguen encontrando acomodo en los partidos y alianzas políticas que buscan o buscaron el poder.

La nueva crisis, negada en las altas esferas, pero materializada en la falta de inversiones de este tipo sirve de excusa para todo. Toca extremar esfuerzos para dar soluciones inmediatas, pero también de largo plazo. Si no le ponemos atención a la ruta a Bermejo, a la del Chaco y a la del Norte, demasiado pronto volverán a ser caminos de cabras y será demasiado tarde como para intervenirlas.


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