2024, a perseguir los sueños

El talento humano en esta tierra sigue desbordando expectativas: cultivamos campeones en el deporte, en la música, en el cine y en la literatura, y con seguridad también en otras disciplinas que requieren mayor maduración

Ahora sí, cerramos un 2023 muy intenso, cargado en las cuestiones políticas y económicas, pero también en otros ámbitos como los deportivos o los culturales. Bolivia vive en una suerte de crisis perpetua que a menudo puede confundirse con la efervescencia del cambio o de la rebeldía del momento, pero que no siempre encuentra los cauces para canalizarse.

El año efectivamente ha estado marcado por lo económico. Por los dólares que no llegaban y la ansiedad que circunda a una crisis, y aún así hemos visto hundirse a uno de los bancos más grandes del país sin que cundiera el pánico y mantener los precios bajos de la cesta de la compra aún cuando la subvención, dicen, es insostenible.

En política hemos visto al Movimiento Al Socialismo descuajeringarse desde dentro tal como predijeron los analistas más avezados hace década y media: la fortaleza de su populismo identitario solo podía ser contrarrestado a partir de la división de sus cuadros, y algo así parece estar pasando aún cuando las diferencias no parecen ser del todo ideológicas ni tampoco constitucionales: no es un conflicto campo – ciudad, ni es un problemas ricos – pobres sino simplemente es los de Arce contra los de Evo y donde solo las urgencias laborales pueden acaso hacer mínimas diferencias.

En política hemos visto también a la oposición mantenerse en sus cuadrículas, alejados, calculando, sin demasiadas cosas que poner sobre la mesa, con demasiado miedo a perder o a que se note. Tal vez la aparición de ese grupo de libertarios le de cierto aire fresco a una parte de la política nacional que es necesaria y que hace demasiado tiempo que no concurre.

En Tarija le hemos dado vueltas en círculo a algunos problemas de siempre, aunque puede que la planta de tratamiento esté más cerca, que los chaqueños dejen de matarse pronto en la Ruta 9 e incluso, que alguien acabe levantando los aperos de la reserva de Tariquía convencido de que al final, no vale la pena.

Ojo, también parece que hemos bajado los brazos en algunas batallas sustanciales y congénitas a nuestra propia fundación como departamento autónomo: la gobernación ha dejado de ser un espacio codiciado ante la pragmática constatación de que no hay plata.

Si algo da esperanza, y el Personaje Destacado de este año, con numerosos nominados con credenciales suficientes para ser elegidos así lo acredita, es que el talento humano en esta tierra sigue desbordando expectativas, que cultivamos campeones en el deporte, pero también en la música, en el cine y en la literatura, y con seguridad también en otras disciplinas que requieren mayor maduración y constancia para brillar y ser reconocidos.

Ojalá pronto acabemos de enterrar este tiempo de ensoñación petromillonaria y nos volvamos a concentrar en nuestros valores y nuestras virtudes, que son al final las que nos han definido y las que lo seguirán haciendo.

Desde todo el equipo editorial queremos brindar por ese sueño compartido con todos ustedes, porque arranquemos el año dando los pasos correctos y  porque nunca nos cansemos de perseguir los sueños.

De todo corazón: Feliz Año Nuevo


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