El censo y la despoblación

Las proyecciones estiman que se superarán los 12 millones de habitantes en el país, pero de ellos, 9 vivirán en el eje, es decir, más del 75% de la población

La organización del Censo de Población y Vivienda está en marcha. Quedan poco más de tres meses y medio para que miles de censistas más o menos voluntarios salgan a recorrer las ciudades y comunidades en busca de todos los bolivianos para saber cuántos somos y también, cómo vivimos.

Se trata sin duda del elemento de planificación más importante al servicio de cualquier Estado, pues no son estimaciones groso modo, sino un levantamiento de datos muy detallado en el que no se debería dudar del trabajo realizado, pues es precisamente en la masividad de datos donde reside su validez.

En Bolivia últimamente vienen cargados de polémica por cuestiones que en realidad no son centrales. El de 2001 trajo todo el discurso indigenista; el de 2012, cuyos datos acabaron demorando dos años, corrigieron datos preliminares para mantener La Paz como el departamento más poblado, como si eso tuviera algún valor; mientras que el de 2024, de nuevo demorado, ha nacido ya en la disputa por los compromisos incumplidos y otros absurdos planteamientos identitarios.

El reparto individualizado de los recursos será un error que solo contribuirá a seguir despoblando los territorios, carentes de recursos y servicios para garantizar el desarrollo pleno de sus habitantes

Lo cierto es que nos jugamos bastante, por lo que conviene hacerlo bien, pero también rápido. Si de algo sirvieron aquellas polémicas fue para que se hicieran compromisos de entregar resultados en un plazo razonable – que con la tecnología actual no debería tener mayor dificultad – y aplicarlas ya en la elección de octubre de 2025.

Hay cuestiones evidentes, pero hace falta ponerles números. Con seguridad Santa Cruz pasará a ser el departamento más poblado del país porque funciona como un polo de atracción no solo para el migrante rural tradicional, sino también para muchos profesionales que ven allí mayores oportunidades. El tema de la población tendrá una repercusión directa en la distribución de curules en las cámaras y con seguridad habrá algunos ajustes.

El otro gran asunto que se ajustará al Censo es el de la distribución de la coparticipación y otros impuestos, algo que sin embargo merece una reflexión. Las proyecciones estiman que se superarán los 12 millones de habitantes en el país, pero de ellos, 9 vivirán en el eje, es decir, más del 75% de la población concentrado en esa ubicación, algo que agrava aún más la baja densidad del país y que constituye uno de los problemas centrales del futuro: la soberanía está en juego por la despoblación.

Ese es un desafío de país y creer que el reparto individualizado de los recursos será un error que solo contribuirá a seguir despoblando los territorios, carentes de recursos y servicios para garantizar el desarrollo pleno de sus habitantes. Mientras tanto, las grandes urbes, que no parece se estén tomando en serio el asunto de la migración ni planificando con miras de futuro, pueden padecer de otros problemas derivados de la desigualdad, la falta de oportunidades o simplemente, la pobreza.

Es importante que en marzo se haga un buen censo que nos permita interpretar las dinámicas. Mantenerlo al margen de la lucha partidaria y que refleje la realidad del país y no se convierta en una suerte de informe de gestión o programa de campaña.

Ojalá esta vez lo tomemos en serio y avancemos como país.


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