Bolivia y el cuidado de la salud mental
Construir un mejor país, una mejor ciudad y un mejor departamento es también atender aquello que más nos hace humanos, que es la mente.
El 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, una efeméride impulsada por la Federación Mundial para la Salud Mental (WFMH), con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS). También se hará en Bolivia que en este caso no tiene un día específico diferente.
El propósito de esta fecha es visibilizar el trastorno mental más grave que están padeciendo los miembros de la sociedad global, para generar un conjunto de estrategias que sirvan de apoyo a estas personas y les permita sobrellevar su enfermedad o curarse definitivamente. El esfuerzo por diagnosticar y tratar trastornos de salud mental en edades tempranas reduce el coste financiero en el futuro y evita todo tipo de problemas derivados, como puede ser el suicidio.
Por lo general casi ningún seguro la contempla entre sus prestaciones ni se brinda en el servicio público salvo raras excepciones
En Bolivia, como en muchas sociedades del mundo, el estado de la salud mental suele ser un tema tabú, un tema del que no se habla a riesgo de ser tratado como “loco” o “depresivo” siendo este un estigma que después aparece y con el que se trata de justificar casi cualquier acción del afectado.
En el año 2023, la campaña se centra en el siguiente lema: "Nuestras mentes. Nuestros derechos", y este lema se apoya en una idea fundamental: "La salud mental es un derecho humano universal". Es un derecho básico para todas las personas. Eso incluye el derecho a ser protegido de riesgos para la salud mental y el derecho a una atención asequible, accesible y de buena calidad. Y además también se quiere garantizar que las personas que tengan problemas de salud mental no sean discriminadas ni apartadas de la vida comunitaria.
En Bolivia el reconocimiento de esta problemática es todavía muy menor. Por lo general casi ningún seguro la contempla entre sus prestaciones ni se brinda en el servicio público salvo raras excepciones. Por lo general funciona el mismo estigma: quien presenta alguna dificultad mental que afecta al estado de ánimo se le tilda de débil: la depresión o la bipolaridad suelen ser problemas de primer mundo y no de la rudeza que se presenta en estas latitudes.
Esto sin embargo tiene una tara importante: el número de suicidios entre gente menor de 40 años va en aumento, lo cual es algo más que una tragedia y un indicador de que algo va mal con los más jóvenes, a los que les cuesta encontrar la fortaleza mental para enfrentar la vida con toda su crudeza.
En realidad, el suicidio es la última consecuencia de una serie de trastornos psicoafectivos y sociales que acontecen en la vida de una persona. La mayoría de los casos de suicidios ocurren en personas con síntomas depresivos que buscan refugio en algún tipo de estimulante como las drogas o el alcohol y por lo general los signos previos al suicidio no son tan evidentes y en muchas ocasiones se cree que el paciente sufre una impactante mejoría en su estado de ánimo justo antes de elegir el suicidio como alternativa extrema.
Es necesario disponer más medios para que la salud mental sea una prioridad, que todos aprendamos a evaluarnos y a saber pedir ayuda cuando las circunstancias nos superan. Construir un mejor país, una mejor ciudad y un mejor departamento es también atender aquello que más nos hace humanos, que es la mente.