La nueva Asamblea

La estabilidad política ha volado por los aires, pero está por ver si es por necesidad de fiscalización o por meros intereses personales

La estabilidad de la Asamblea Legislativa Departamental ha volado por los aires. Lo que parecía un asunto encarrilado - más allá del tedio al que sometía a los que nos dedicamos a esto de informar - ha topado de nuevo con los intereses personales de unos que, al final, decidieron darle la opción a una nueva Directiva, donde, básicamente, el MAS recupera cierto protagonismo.

Una de las grandes apuestas del gobernador Óscar Montes fue la de controlar la Asamblea. Lo sabía antes de presentarse y hace mucho tiempo, retirado de la Alcaldía y cuando analizaba sus opciones, llegó a asegurar que ganar era fácil, pero que gobernar solo era posible si se contaba con el órgano legislativo.

Así, después de una campaña intensa en las provincias y una selección de aliados pensando en el aparato, Montes logró 12 curules para Unidos, lo que fue un resultado magnífico considerando que dejó al MAS en solo 13 de 30 luego de venir de una mayoría absoluta. Ni Montes ni su primer espada en el legislativo, Mauricio Lea Plaza, escatimaron esfuerzos en la negociación con la bancada indígena, que aseguró tres curules más. Ante las dudas sumó la bancada de Todos negociando con las familias de los asambleístas elegidos y aún sumó dos apoyos más del Movimiento Al Socialismo tarijeño, siempre tan complejo.

Tras dos años de estabilidad con presidencias indígenas donde se han sacado adelante algunas reformas no tan estructurales, se han tumbado leyes nocivas como la del 8 por ciento, y se han ordenado sobre todo los asuntos económicos, cinco de doce asambleístas de Unidos, todos ellos de Unidos, han decidido cambiar de aliados.

La posición adoptada por cinco de doce implica que no se trata tanto de transfugio, sino, en todo caso, de una escisión, y también resulta complicado hablar de traición cuando la unidad se construyó apenas sobre unas siglas con un objetivo muy concreto: tener el poder.

El nuevo presidente, Alan Barca, ha insistido en su lealtad al proyecto, pero ha desafiado el status quo en el legislativo, lo que fácilmente se traduce como la necesidad de una mayor interlocución que cambie las prioridades dentro de la Gobernación. De entrada, parece difícil lograrlo.

El MAS no se pensó demasiado lo de poder propinarle un puntapié a su principal enemigo en Tarija por muchos rumores de alianza MAS – Montes que se desaten cada vez. La nueva fórmula va a implicar mayor prioridad a las provincias y más libertad de fiscalización y vocería, es decir, la Asamblea va a operar en busca del desgaste que todos los ejecutivos padecen en algún momento de su gestión.

La pelota está en la cancha de Montes, que tampoco se creyó demasiado la promesa del flamante coordinador gubernamental, Walter Ferrufino, de “coordinar a como de lugar”. El MAS Tarija no va a dejar de ser un foro ingobernable por muchos palos que reciba y cualquier escenario copado va a ser escenario de lucha fratricida.

Ojalá ni unos ni otros olviden que quien tiene que salir ganando son los ciudadanos y que, en estos tiempos de incertidumbres y escaseces, las peleas políticas son las que menos alimentan.

El tiempo vuela rápido como para perderlo en pequeñeces.

DESTACADO.- El MAS no se pensó demasiado lo de poder propinarle un puntapié a su principal enemigo en Tarija

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