Pensar en la vendimia 2023

La cadena de vinos, uvas y singanis es la más importante del departamento, la que genera más empleos y recoge más dividendos y desde ya se debe pensar qué se puede mejorar para 2023

La vendimia 2022 ya es historia. Ni los productores ni los comercializadores han acabado de hacer sus cuentas y seguramente ninguno quedará del todo convencido con lo ocurrido, pero al menos, parece que hay cierto consenso sobre lo que hay que hacer a futuro. Además de muchas promesas.

Después de unos cuantos años de trabajo más empírico que científico, pero con ciertos aportes externos de mucho interés, la producción de la uva en las aproximadamente 2.500 hectáreas que se cultivan en el valle central, entre Cercado y Uriondo, gozan de una calidad notable. Las mejoras introducidas para el control del granizo han evitado sustos y los proyectos de riego también han facilitado el cultivo y el trabajo durante todo el año, que además se ha mecanizado sustancialmente, por lo que en esto ya depende de la iniciativa y capacidad de los productores y emprendedores en seguir manejando el producto para mejorar su calidad y dar nuevas variedades que enriquezcan la denominación de origen.

El problema esencial está en la comercialización de la uva, tanto como producto para el consumo en mesa, que es el mejor apreciado económicamente, como para la venta a bodegas u otras industrias similares y en eso parece que se deben concentrar los esfuerzos.

El problema es que las fechas son las que son, y que en apenas dos meses se debe recoger todo el producto y ser consumido antes de que la exposición al sol lo pase de dulce, y en esas, encontrar salidas alternativas al mercado local es más que clave.

Es evidente que hay que encontrarle mercados en el nivel nacional, especialmente en el eje central, donde varias señales han alertado de que se viene posicionando uva de contrabando que se hace pasar por tarijeña ante la incapacidad de los productores de llegar hasta los mercados de Santa Cruz y La Paz. Ha habido buenas ideas, como la de lograr que se incluya en los programas de desayuno escolar municipales o en las canastas de los adultos mayores, pero no es suficiente.

La exportación a Paraguay ha sido uno de los grandes hitos de esta temporada, aunque evidentemente ha faltado volumen por mucho que se haya mejorado respecto a la de 2021. El mercado se ha abierto con la variedad Red Globe, que es muy minoritaria en Tarija, donde apenas se producirá el 3 por ciento de esa variedad frente a la uva blanca moscatel Alejandría, que ocupa la mayor parte de las 2.000 hectáreas produciendo alrededor de 600.000 quintales. Es verdad que con algo hay que empezar, pero ojalá el seguimiento adecuado de los acuerdos permita abrir el mercado a otras variedades.

Otra clave es la de alargar el periodo de consumo para evitar que el producto colapse el mercado y tire los precios. En eso, el funcionamiento de las cámaras de frío es clave.

La tercera tiene que ver con la transformación en vino, una actividad copada por las propias bodegas que generan su producción y que no parece tengan mucha intención en invertir para ampliar sus producciones, sino que la estrategia parece ser apostar por vinos de muy alta calidad y alto precio. En ese contexto, una nueva marca más popular podría darle cierto aire a los productores que siempre temen acabar regalando su producción por falta de alternativas.

Sin duda, la cadena de vinos, uvas y singanis es la más importante del departamento, la que genera más empleos y recoge más dividendos. Es importante que desde ya, todos los sectores, todos, pensemos en qué se puede hacer mejor para 2023.


Más del autor
¿A dónde iré?
¿A dónde iré?
Tema del día
Tema del día
Los demonios de la 348
Los demonios de la 348