La brecha salarial que sí existe

Las mujeres de este país cobran en promedio 557 bolivianos menos que los hombres en cualquier actividad económica. Así lo revelan los datos de la Encuesta de Hogares de 2020 que levanta el Instituto Nacional de Estadística (INE), y que, aunque tenga muchos agujeros metodológicos, viene a ser uno de los pocos datos oficiales que evidencian una brecha salarial de género.

El análisis de los datos duros es todavía más delicado, pues evidencia que hay diferencias en todas y cada una de las actividades económicas que se desarrollan en el país, pero que son mayores en los niveles que requieren una mayor formación académica, como la comunicación, la salud, los servicios profesionales (arquitectos, abogados, ingenieros) o incluso en la educación.

Los datos evidencian temas que tienen un importante componente sociocultural, las mujeres dedican mucho más tiempo a actividades económicas no remuneradas, como el cuidado del hogar y de los hijos, mientras que los hombres pueden seguir utilizando más tiempo en conseguir recursos.

Esta dinámica se explica perfectamente en los datos que derivan, por ejemplo, del sector de intermediación financiera, un sector que normalmente tiene regladas y socializadas sus escalas salariales, sean para cajeros, oficiales de crédito y demás, pero en las que una parte sustancial depende de los bonos por objetivos. En general, los hombres que se dedican a ese sector declaran ganar más de mil bolivianos que las mujeres, generalmente por ese plus de dedicación que le dan al trabajo y no a la casa.

El otro factor importante es el de la discriminación en la contratación o “techo de cristal”. La discriminación se activa cuando para un ascenso o un puesto de mayor responsabilidad el empresario solo promueve a hombres porque tienen menos cargas no laborales que atender, mientras que el “techo de cristal” suele entenderse como autoimpuesto por las propias mujeres, que se acomodan en cargos medios y descartan mayores ascensos por temas precisamente de conciliación familiar. Ambos casos tienen reflejo en los datos que levanta el INE, ya que, a menor responsabilidad dentro de una actividad económica determinada, menor es la remuneración.

Urge que el INE sea capaz de levantar datos más desglosados en la materia laboral para saber si realmente se está cobrando menos por el mismo trabajo o por trabajos distintos con menos horario, pero mientras tanto, también urge que el Gobierno empiece a aplicar políticas de Estado concretas – como asumir los costos de los subsidios y bajas por natalidad tanto de hombres como de mujeres - que eviten la discriminación salarial y de contratación, es decir, desarrollar aquel decreto de 2020 en el que se garantizaba la equidad, pero que hasta el momento apenas queda en papeles.


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