Los problemas de los hidrocarburos

Hay problemas de exploración, explotación y mercado, pero sobre todo uno de subordinación mental: aquel que nos impide pensar en la industrialización

Las cuentas siguen siendo malas. Que los mercados vecinos suban las nominaciones de gas natural en los meses de invierno es absolutamente normal, por lo tanto, no ha habido ninguna novedad en esa línea, y casi que gracias, porque la cadena de hidrocarburos sigue teniendo todo tipo de problemas.

No hay prácticamente un área relacionada a los hidrocarburos que no tenga problemas, y así es difícil sostener al sector responsable de la transformación del país en los últimos diez años. Urge una revisión y actualización de lógicas, pero por el momento parece que nada se avanza, salvo en los problemas.

Hay un problema con la exploración. Las empresas transnacionales ya no quieren arriesgar a la exploración tradicional con normas que exigen correr con los gastos en caso de ser improductivo, ya que existen técnicas mucho más rentables como perforar horizontalmente, llenar de explosivos y dinamitar el subsuelo caiga acuífero que caiga para “liberar” el gas sin tanto problema con la precisión. Es como pescar sábalo con cartucho de dinamita. El daño es evidente, pero la cuestión es que el Gobierno ni siquiera ha dado criterio al respecto, puesto que ha permitido un área experimental en Miraflores y ni siquiera ha informado de los resultados. Aun así, las empresas no se fían del pachamamismo declarado.

Este problema, acentuado tras los fracasos de Boyuy y Jaguar, ha hecho que ya no se incorporen reservas tradicionales desde la polémica de Incahuasi, y eso está afectando a la sostenibilidad del sector en el mediano plazo.

Hay otro problema con la producción. Y este es inmediato. Los pocos que deberían producir más están ya al límite y no hay proyecciones de relevo en el corto plazo. Los compromisos de entrega obligatoria con Brasil y Argentina bajaron de mutuo acuerdo, y de lo que eran casi 60 (24 con Brasil, 18 con Argentina y 15 del mercado interno) ahora apenas se llega a los 40 para alivio de nuestras bombas y nuestras estructuras, en riesgo cada vez que se sobre exigen.

La pregunta con la producción es siempre la misma. ¿Vamos a esperar a que se agote todo o se va a crear una reserva estratégica? Nadie quiere responder. Todos son siempre optimistas en la recuperación…

Hay un problema con los mercados. Brasil desarrolló el Presal con Petrobras y lo entregó a las transnacionales para ser soberano y autosuficiente, aunque el negocio lo manejen los privados. Argentina llegó al mismo punto con Vaca Muerta, que es desarrollo no convencional, es decir, sin acuíferos, y que sea por la vía que sea debe acabar por abastecer al menos a toda Argentina.

Mientras tanto, no logramos el mar en La Haya, no hemos desarrollado tubos hacia Perú ni nada por la hidrovía hacia Uruguay, en conclusión, Bolivia solo puede vender significativamente a Brasil y Argentina porque no hay accesos al mercado marítimo del Gas Licuado ni por Perú ni por Uruguay – ni por Chile, como quería Goni.

Hay también un problema mental que evita la industrialización por sobre todas las cosas gobierne quien gobierne.

Los problemas grandes se desgajan en cientos de pequeños problemas que hacen un todo. La cuestión es ¿Hasta cuándo se va a mantener así?


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