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La pandemia y sus muertos olvidados

En septiembre de 2020 el cálculo comparativo ya indicaba que había unas 20.000 personas fallecidas más que en el promedio normal para ese momento del año, y de ellas, solo la mitad se atribuía a la pandemia

Desde 2019 el Servicio de Registró Cívico no publica adecuadamente el número oficial de decesos registrados en su sistema. Es decir, en mayo de 2021 todavía no sabemos cuanta gente perdió la vida oficialmente en el año 2020, lo cual es una anomalía sin sentido.

Evidentemente, 2020 fue el año en el que nos impactó la pandemia, lo que disparó el número de decesos por encima de lo normal. Pero hasta el momento, solo tenemos un informe parcial de septiembre y una filtración del The New York Times que no ha sido refrendada ni negada por las fuentes oficiales.

Uno de los grandes problemas de Bolivia en el manejo de la pandemia es que siempre se ha manejado desde la óptica política, creyendo que un avance generalizado evidencia una debilidad del Gobierno

Cabe señalar que el promedio habitual es que en Bolivia mueran entre 45.000 y 50.000 personas al año por todas las causas, tanto naturales como violentas. El cálculo del exceso de muertos es una técnica que se usa para conocer el verdadero impacto de un evento extraordinario, como una guerra o, justamente, una pandemia, al tomar como referencia los muertos registrados y no los contabilizados por una de las partes, en este caso, el Ministerio de Salud.

En septiembre de 2020 el cálculo comparativo ya indicaba que había unas 20.000 personas fallecidas más que en el promedio normal para ese momento del año, y de ellas, solo la mitad se atribuía a la pandemia. Este dato sirvió para que el Sedes Santa Cruz corrigiera sus datos al alza luego de hacer una investigación forense habitual en epidemiología, pero el resto de departamentos no actualizaron sus datos.

The New York Times dijo en enero que el número total de decesos por encima de lo normal era de 28.900, un 71% por ciento más de lo habitual, y solo una tercera parte se explicaba en la pandemia según el Ministerio de Salud.

Cabe señalar que todos los países del mundo tienen este desfase y que la mayoría ha ido corrigiendo al alza sus reportes, pero en Bolivia, sin embargo, se ha optado por silenciar el hecho, algo que tiene menos sentido aún al haber mediado un cambio de Gobierno poco cordial, en el que nada debe Arce a Áñez, pero sin embargo alguien parece haber determinado “no alarmar”.

Hay muchas causas que llevan a “ocultar” los decesos por Covid a las familias. Desde el rechazo a la incineración hasta el de no poder ser enterrado junto a los familiares queridos o no poder celebrar un velorio tradicional. Los diarios paceños, por ejemplo, han dado cuenta de colapsos en cementerios clandestinos que nadie ha revisado. Esta práctica pone en riesgo a las familias, pero hasta se entiende que se mire para otro lado.

Uno de los grandes problemas de Bolivia en el manejo de la pandemia es que siempre se ha manejado desde la óptica política, creyendo que un avance generalizado evidencia una debilidad del Gobierno, que vaya a saber cómo se asocian estas ideas, sin embargo, lo que ya parece evidente con la profundidad de la tercera ola, es que subestimarlo y obviarlo no está dando buenos resultados.

Urge tener datos y visión global, pues de lo contrario se hace muy difícil tomar las decisiones acertadas. Esperemos que el Serecí de pronto un paso al frente.


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