Negociar oxígeno para las cuentas tarijeñas

Tarija pasó de recibir casi mil millones de dólares en un año en concepto de regalías a recibir apenas 200, pero las obligaciones estaban ahí, con nombre y apellido, con planillas avanzadas, con contratos firmados, con trabajadores esperando su paga

Ingreso por regalías cae y las obligaciones de la deuda en Tarija empiezan a subir. La situación se puede convertir en irrespirable en muy corto plazo de tiempo y para ello hace falta transformar la deuda de corto plazo en deuda de largo plazo, pero nada de ello será posible si no hay acuerdo con el Gobierno que permita esta situación. Y el acuerdo no será fácil.

El problema tiene un origen muy identificado: el uso que se hicieron de los recursos en la era del gas. Evidentemente el nombre mayúsculo es el del Gobernador interino Lino Condori quien administro 18.000 millones de bolivianos en cuatro años y dejó deudas por el doble, entre proyectos iniciados y comprometidos, aunque ya antes se habían empezado obras faraónicas y de dudosa utilidad, como la Villa Olímpica.

En todo esto, Lino Condori tuvo un socio elemental, que fue el Ministerio de Economía que gestionaba el hoy presidente Luis Arce Catacora, y que se aferraba a un mecanismo perverso en la gestión pública que es el “certificado de disponibilidad presupuestaria”.

Fue con esos documentos en la mano y no con otros que Lino Condori fue licitando y comprometiendo obras, proyectos y convenios por encima de las posibilidades que daban los márgenes de la prudencia, pero que se respaldaban en el visto bueno del Ministerio.

Sin duda eran tiempos de bonanza y alegría, cuando el barril subía de precio cada mes llegando a tocar los 130 dólares, y nuestros pozos se esforzaban al máximo para vender lo más posible incluso corriendo riesgos estructurales… pero todo quebró a finales de 2014 con la burbuja del fracking y los precios se derrumbaron por debajo de los 30 dólares.

Tarija pasó de recibir casi mil millones de dólares en un año en concepto de regalías a recibir apenas 200, pero las obligaciones estaban ahí, con nombre y apellido, con planillas avanzadas, con contratos firmados, con trabajadores esperando su paga y familias calculando el costo de la escuela de los niños porque el Ministerio de Economía había certificado la disponibilidad presupuestaria que de repente ya no tuvimos.

Después vino lo que vino, Oliva trató de capear la situación recortando proyectos y buscando formas creativas de financiación, lo que le dio cierto aire político, pero el problema sigue estando sobre la mesa. Los compromisos no son inminentes pero la deuda está ahí, y hay que pagarla. Se estiman unos 900 millones de bolivianos en deuda formal con cuotas que llegarán a los 6 – 10 millones de bolivianos mensuales de forma inminente.

Sin duda que se abre un periodo de negociación que será clave en el devenir de la legislatura, pues como en cualquiera, tocará hacer concesiones y otros pactos que pueden tener efectos internos y externos. Tarija necesita reordenar sus prioridades, pero también tener margen para que el aparato no se detenga. Del éxito de este encuentro depende en buena parte el éxito de Montes, pero también el modelo de relación que se establezca con el Gobierno para los próximos años. Un asunto que no es menor.


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