La salud más allá del Covid-19

El sistema mediocre a todos sus niveles debe ser reestructurado, algo que seguramente pasa por restar poder a los médicos, que controlan y administran las tres modalidades, y darles más poder a los ciudadanos, que las pagan y las padecen

Después de un año entero con el sistema de salud tensionado por el efecto de la pandemia del Covid-19, lo normal sería iniciar una profunda reflexión que permita mejorar el sistema completo, algo que probablemente pasa por un cambio normativo que, hasta el momento, nunca ha tenido demasiado apoyo.

La cohabitación del sistema público, privado y de seguridad social, hasta ahora, simplemente ha ido en detrimento de la calidad del servicio, especialmente para los trabajadores. Ninguna de las cajas de salud que operan en el país y que religiosamente cobran a las empresas el aporte de sus afiliados han tenido la capacidad de reaccionar en primera instancia de forma útil, pero tampoco han logrado dar un servicio adecuado con el paso de los meses y como muestra, el fiasco en la vacunación, que más allá de la provisión adecuada, está mostrando un desprecio absoluto por sus afiliados a la hora de establecer un plan coherente.

El sistema público ha estado desbordado en primera instancia y se ha corregido poco con la inversión en equipamiento que todos los gobiernos de todos los niveles han ido haciendo en estos meses. La falta de personal es siempre un problema, aunque le salva la costumbre boliviana de tender a buscar ayuda en las clínicas privadas antes, por si acaso. Eso sí, el Covid ha desplazado todo el resto de atenciones y cualquier trabajo preventivo que se podría estar llevando adelante.

Y sí, ahí ha estado el sector privado dispuesto a actuar bajo las leyes del mercado dejando sus códigos deontológicos a un lado, siempre a precios altos pero suficientes como para que cualquier familia pueda valorar arruinarse para ayudar al paciente. Las denuncias por la voracidad de muchas clínicas en estos tiempos han sido recurrentes.

Más allá del Covid y el momentáneo fervor inversionista, que ha traído equipos de última generación a hospitales donde faltan gasas y apósitos y donde los familiares tienen que salir corriendo a la farmacia para comprar cualquier suerito, la salud en Bolivia se vincula a dos conceptos: la kermés y el corporativismo médico.

En tiempos de Covid se han multiplicado las apelaciones a la solidaridad colectiva para atender a tal o cual paciente a hacer tal o cual prueba o seguir tal o cual tratamiento. Como muestra elemental del desentendimiento público, las reiteradas “subastas” de “plasma hiperinmune” que se han realizado a nivel particular y sin ningún tipo de control.

La salud es el problema recurrente que señalan los bolivianos, aunque probablemente tiene más que ver con quedar arruinado que con perder la vida. El sistema mediocre a todos sus niveles debe ser reestructurado, algo que seguramente pasa por restar poder a los médicos, que controlan y administran las tres modalidades, y darles más poder a los ciudadanos, que las pagan y las padecen. Bolivia necesita más y mejores médicos. Urge un pacto por la salud post - Covid.


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