El 15 de abril, una cita con la libertad

Hoy Tarija vive otro cruce de caminos, otras tensiones propias de la globalización y de los efectos pandémicos; tiempos de debilidad institucional y de tiranos disfrazados. En esas, Tarija tiene la oportunidad de aprender de su historia

Este 15 de abril, el 204 desde que contamos nuestros años de libertad, viene a coincidir con una resaca electoral de esas que hacen historia y que, para el caso, vienen muy a cuento para estos días en los que se hacen actos de constricción, se desempolvan los anhelos, se calculan las potencialidades y se trazan sueños en el aire para alcanzar los objetivos aquellos por los que lucharon nuestros héroes en la histórica batalla de La Tablada.

Y es que si algo nos enseñaron nuestros próceres es que la dignidad no se negocia y que la soberanía no es una opción sino una obligación. También que las cosas grandes se construyen desde abajo, escuchando al pueblo, y no desde los grandes escenarios de oradores ni los oscuros despachos.

Tarija vive hoy un momento especialmente delicado en su historia, aunque no es el primero que ha tenido que soportar ni será el último. Las crónicas de las gestas recuerdan que el resultado de la expulsión de las tropas realistas llegó más tarde que en el resto del país y que no fue un hecho puntual, sino el resultado de una campaña exhaustiva con varios frentes abiertos y en los que la cooperación y el entendimiento con otros ejércitos fue clave.

Tarija, tierra chiriguana inclaudicable, dejó grabado en su ADN la vocación de libertad y de autogobierno, y en tanto interior, nunca fue enclave dócil, aunque sí amable. A la rebeldía genuina se sumó el cálculo pragmático del saber hacer. Tarija quiso ser Bolivia y lo logró contra la voluntad del mismísimo Simón Bolívar, pues el tesón del reclamo, por mucho que tuviera que ver con los días de camino que había hasta Sucre y hasta Buenos Aires luego de que Tucumán dejara de tener efectos capitalinos en la República Argentina, mostraba la suficiente determinación para ser tomado en cuenta.

Tarija vivió entonces gráciles tiempos de cruce de caminos, con lo que eso suma en el carácter y la cultura, pues las fronteras eran más ideas y conceptos que trancas e impuestos, eso sí, también territorios inhóspitos y olvidados. A finales del siglo, con una guerra detrás de otra, Tarija fue perdiendo territorio y valor estratégico y sumando kilómetros de distancia con el centralismo reconfigurado en La Paz. La Guerra del Chaco supuso entonces el último achique traumático del territorio y una renovación de los votos bolivianos tarijeños, también el inicio de una etapa de tiranía silenciosa de petroleras y eléctricas donde la soberanía expresada empezó a convertirse en concepto comercial negociable.

Hoy Tarija vive otro cruce de caminos, otras tensiones propias de la globalización y de los efectos pandémicos; tiempos de debilidad institucional y de tiranos disfrazados. En esas, Tarija tiene la oportunidad de aprender de su historia, pues es escuchando a sus hombres y mujeres expresar su voluntad es como se ha construido el presente nacional.

Festejemos entonces hoy con la prudencia del caso, pero eso sí, pensando en el futuro con ilusión y optimismo, con determinación tarijeña, porque un nuevo ciclo ha empezado. 

¡Feliz 15 de Abril! ¡Viva Tarija!


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