El plan de vacunación y el oportunismo político

El problema de provisión existe y es real y la solución no está en manos del Gobierno de Luis Arce ni es una cuestión de mejores o peores diplomáticos y eso que los propios científicos advierten que la avaricia jugará en contra, porque lo hará más resistente

Igual que a Jeanine Áñez le pesó la escasez de pruebas PCR y la falta de laboratorios, a Luis Arce le van a pesar la falta de vacunas en el afán de mostrarse eficiente en la gestión de la pandemia. Probablemente ambos casos se escapan a la voluntad misma, pues en ambos casos se trata de productos de alta demanda en el mercado mundial por los motivos evidentes, que no se producen en Bolivia, también por motivos evidentes, y cuya provisión está sujeta a demasiadas variables, pero en las que está interviniendo el mercado puro y duro.

La pandemia se viene gestionando mal desde siempre, y no solo en Bolivia, sino a nivel mundial. La respuesta individualista ha estado a la orden del día en todos los países: cerrar fronteras y a la vez, acaparar todo lo que se pueda sin pensar en el vecino, ni siquiera en la amenaza del virus, aunque es verdad que en Bolivia hubo asuntos más graves que no se deben esconder bajo la supuesta escasez del mercado: El Gobierno Áñez decidió no utilizar las pruebas rápidas, condenando a la población a una cuarentena infinita sin sentido desde el principio; y el Gobierno Áñez decidió comprar respiradores cuatro veces más caros e inútiles, por mucho que hubiera escasez en el mercado mundial.

El asunto de las vacunas es por demás complicado y el Gobierno de Arce tiene razón cuando acusa a las grandes potencias hegemónicas de Europa y Estados Unidos de acaparar todas las dosis disponibles, el problema es que la denuncia llega tarde, luego de haber alardeado de tener el asunto absolutamente bajo control.

En el mundo hay una docena de vacunas disponibles efectivas, aunque para aquellos que solo ven CNN y DW solo valgan las de Pfizer, Moderna (que son gringas) y más o menos la de AstraZeneca (que es británica). En Argentina no dudaron en acudir al mercado ruso y su Sputnik V, que tampoco está pudiendo cubrir los requerimientos, y en Chile, tan occidentales ellos, no dudaron en comprar ingentes cantidades de dosis de la vacuna china.

En Bolivia el Gobierno de Jeanine Áñez negoció vacunas en el mecanismo Covax, del que también ha participado Arce, pero el problema es que ese fondo creado para la solidaridad con los países menos desarrollados no funciona, y no funciona porque ni en Estados Unidos ni en Europa están dispuestos a ceder producción de vacunas hasta que no tengan sus necesidades bien cubiertas. Esto, claro, tampoco se dice en CNN ni DW.

A Bolivia le han prometido por millones en varias ocasiones y nunca llega. Iban a llegar un millón en febrero que no están. La última por cierto han sido cinco millones de Estados Unidos, que por cierto son AstraZeneca, esa que en Europa no se están queriendo poner. Lo curioso es que dependiendo quien ofrece se trata de una manera o de otra, pero el problema de provisión existe y es real y la solución no está en manos del Gobierno de Luis Arce ni es una cuestión de mejores o peores diplomáticos y eso que los propios científicos advierten que la avaricia jugará en contra, porque de nada servirá que una parte del mundo esté ultravacunada – ya se habla de una tercera dosis para las variantes – mientras en otros lugares del mundo el virus sigue rodando libre y mutando y mutando creando resistencias y haciendo inútiles las propias vacunas.

Otra cosa es que el plan de vacunación esté siendo un desastre, aunque ya lo era hace dos meses. Hay un millón de vacunas en el país, que alcanzará para medio millón, pero los Sedes andan a pedales, las cajas funcionan en horario de oficina, se hacen listas y pre listas y absurdidades varias mientras la vacuna no llega y eso no se puede consentir.

La amenaza es seria: en Brasil el virus sigue desatado batiendo récord diario de muertes, Argentina y Chile han vuelto a imponer medidas estrictas, y en Bolivia… ¿no pasa nada de nada? No es tiempo de purgar responsabilidades sino de arrimar el hombro. Nos jugamos demasiado.


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