Ardaya, el servidor público

De su despacho ha salido, sobre todo, información. Información útil para hablar de Tarija con conocimiento de causa y no con ideas sueltas o viejos recuerdos

La pandemia sigue matando en Bolivia. El Covid no distingue de clase ni condición y sigue siendo un misterio – más allá de las generalidades – por qué afecta más a unos que a otros, la cuestión es que el luto va llegando a casi todas las familias del departamento.

Uno de los últimos en padecer el virus ha sido el secretario de Gestión Institucional de la Gobernación de Tarija, Rubén Ardaya, una pérdida especialmente sensible y que ha acabado con la vida de uno de los hombres que con más ahínco se esforzó por contener el avance en Tarija.

Rubén Ardaya, a sus 64 años, era ya un todoterreno de la gestión pública. A finales de los 90 había pasado por varios Ministerios, casi siempre enfocado en temas de planificación del desarrollo y participación popular. Con la llegada del MAS se fue refugiando en las Prefecturas de Santa Cruz y Tarija, enfrentado más con las formas que con el fondo del nuevo Gobierno. Demócrata y autonomista, Ardaya apostaba fuerte por la Justicia Social y entendía que era a través de una gestión pública fuerte y eficiente que se debía acercar a esos objetivos.

Hasta hoy, Tarija es el único departamento cuyas UCI no han colapsado y el departamento con menos índice de letalidad; ambas cosas tienen el sello de Ardaya

Sus últimos años los ha dedicado a la Gobernación de Tarija y casi todos los proyectos de fondo y las negociaciones de peso han pasado por su despacho. Coordinó las auditorías para sustanciar un plan de Salvataje que permitiera a Tarija salir de su crisis económica orientando un desarrollo, que para él pasaba por la cooperación público – privada además de por fijar población en el territorio, y, claro, por un reparto más justo de los ingresos: Ardaya elaboró y defendió con ahínco la propuesta del Pacto Fiscal Nacional, que todavía no se ha concretado.

Ardaya estuvo detrás de proyectos como el Fondo Oportunidad, las becas y la propia concepción de la Agencia de Desarrollo, que dirigió otro gran servidor público como Óscar Farfán y que también fue víctima de la pandemia.

De su despacho ha salido, sobre todo, información. Información útil para hablar de Tarija con conocimiento de causa y no con ideas sueltas o viejos recuerdos. Ardaya impulsó un censo departamental que mide numerosas variables y que sustentó, por ejemplo, el bono de Jefas de Hogar, y con Ardaya se han fijado los índices de Bienestar Social y de Pobreza Multidimensional, que son dos indicadores que superan la frialdad del PIB para medir realmente cómo estamos y qué hace falta hacer.

Como además disfrutaba en las crisis, le tocó presidir el COED y fijó la estrategia: pruebas rápidas y atención intensiva; mientras el Gobierno de Áñez cruzaba los dedos, en Tarija se peinaban las calles con pruebas y se disponían respiradores y camas UCI suficientes. Hasta hoy, Tarija es el único departamento cuyas UCI no han colapsado y el departamento con menor índice de letalidad. Sus dos últimos logros que sin embargo no le han salvado a él. Tampoco la vacuna por la que estaba peleando para que Tarija comprara sus propias dosis y pudiera redoblar los esfuerzos.

Ardaya, un ejemplo de servidor público, murió en su Ley. Trabajando por los demás. Sirvan estas líneas de pequeño homenaje a un buen profesional que Tarija y el tiempo pronto sabrán reconocer.


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