No olvidar: En la pandemia hay muertos

La enfermedad mata y ese ha sido desde el principio el gran problema del Covid y la razón por la que se ha destruido la economía mundial y frenado muchos procesos de desarrollo. El Covid mata y las familias sufren

La pandemia está fuera de control en el país; el catastrófico manejo inicial, que liquidó rápidamente los pocos ahorros de las familias, y el uso político de la misma han venido configurando una suerte de escepticismo generalizado, que ha tenido como resultado un relajo absoluto de las medidas de bioseguridad en esta parte veraniega del año, sin embargo, los datos siguen siendo dolorosos.

Bolivia acaba de superar los 200.000 contagios y las 10.000 muertes, lo que da una tasa de letalidad que ronda el 5%, muy por encima del 2,14 que se registra a nivel mundial hoy que se han superado los 100 millones de casos con algo menos de 2,2 millones de muertos.

La tasa de letalidad y la de mortalidad nos sitúan entre los países más afectados del mundo por la pandemia, a pesar de que el número de contagios detectados sigue siendo extraordinariamente bajo, algo que se justifica por el elevado costo de los test PCR y otros aspectos de la desigualdad económica que ni la OMS ni las Naciones Unidas han sabido corregir en este embate.

En Tarija, con más de 400 muertos, la edad promedio es de 64 años, lo que radicalmente da un perfil muy diferente al del resto del mundo

El dato además es el de las estadísticas oficiales, es decir, el de aquellos fallecidos que se han producido en las Unidades de Terapia Intensiva, o al menos con un diagnóstico firme de Covid, sin embargo, las estimaciones del New York Times, ante el sesgado informe del Serecí, hablan de muchas más, y es que la mayor parte de los casos se dan sin diagnóstico por temor al estigma o, simplemente, a no poder ser enterrado con los seres queridos. El presidente Luis Arce habló en su discurso a la nación de datos ocultados por la anterior gestión, incluida una “prevalencia del 100%”, y sin embargo, el dato de decesos registrados en comparación con los cinco años anteriores sigue siendo un secreto.

Otro de los datos preocupantes es el de la edad media de los decesos. En todo el mundo se ha consensuado y demostrado que la enfermedad ataca más a las personas mayores, pero por mayores se entiende a los mayores de 70 y 80 años, un grupo etario que es escaso en Bolivia. En Tarija, con más de 400 muertos, la edad promedio es de 64 años, lo que radicalmente da un perfil muy diferente al del resto del mundo, ya que se trata de personas prácticamente en edad productiva teniendo en cuenta la heterogeneidad de nuestras familias.

En julio se vivieron episodios dantescos, con muchos fallecidos en las calles y en sus casas, con los cementerios colapsados y qué decir de las Terapias Intensivas, incapaces de dar atención suficiente y exitosa. Actualmente las terapias en todo el país están también técnicamente colapsadas, salvo tal vez Tarija, donde mueren siete de cada diez pacientes que ingresan hasta ahí. En el resto de departamentos la tasa llega hasta el 80 o 90 por ciento.

La enfermedad mata y ese ha sido desde el principio el gran problema del Covid y la razón por la que se ha destruido la economía mundial y frenado muchos procesos de desarrollo. El Covid mata y las familias sufren. La vacuna no es de momento una solución en el país, y por ello, es más necesario que nunca detener la enfermedad. Apelar a la responsabilidad individual no es siempre suficiente.


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