Defenderse hasta que te maten o por qué el coronel Rivas no entiende la violencia machista

La Policía sabe mejor que nadie cuantas de las mujeres asesinadas al año, que siguen batiendo trágicos récords en Bolivia a nivel continental, podían haber sido “solo” víctimas de violación, pero “se defendieron”

Desde el lunes, una entrevista realizada por radio Fides Bermejo al coronel Aníbal Rivas, comandante policial de una de las fronteras más calientes del país, sigue dando que hablar en redes sociales y en diferentes medios. Nosotros nos hicimos eco con el título “Comandante policial: la víctima tenía dientes, por qué no se defendió” aclarando que se refería a una víctima de violación, como recogieron rápidamente otros medios en el interior del país.

Explicar de nuevo el caso al que hacía referencia el coronel implica revictimización, que es otro concepto de esos que se habla en la academia y en los diecisiete mil cursos anuales de sensibilización que se imparten al año, pero que se olvidan ni bien se pone un pie en la Estación Policial o en el Palacio de Justicia.

Bolivia sigue siendo uno de los lugares más peligrosos para nacer mujer. Mientras tanto, los poderes siguen preguntando ¿Por qué no se defendió?

La cuestión es que Rivas, que es seguramente un buen policía, pues así lo señalan todos los compañeros que han cubierto el área policial en los últimos años, pasó a explicar una denuncia de violación recibida, pero advirtiendo que el caso no le acababa de cuadrar, porque no podía entender que la víctima no presentara ningún rasguño o que no hubiera acudido rápidamente a la Policía a denunciar, además de señalar reiteradamente que se trataba del exconcubino, como si eso diera algún tipo de licencia especial para asumir una relación sexual no consentida.

Los paradigmas han cambiado, la violencia hacia la mujer ya no es un asunto doméstico que se acaba cuando se cierra la puerta, y la carga de la credibilidad está, como en todos los demás casos, en la víctima, sin que eso menoscabe la presunción de inocencia. Esto se aplica en violencia, en estupro, en violación y en todos los demás tipos que el código penal ha actualizado.

El asunto de la violación es especialmente sensible, en tanto es la representación más delictuosa del poder machista, y donde la anulación del otro, en este caso de la otra, pasa por la humillación bajo amenaza de muerte. La Policía sabe mejor que nadie cuantas de las mujeres asesinadas al año, que siguen batiendo trágicos récords en Bolivia a nivel continental, podían haber sido “solo” víctimas de violación, pero “se defendieron”.

El asunto no hace a un caso particular, sino a la generalidad. Rivas, de hecho, cuando después se le pide una posición indica que es un caso en investigación y que no puede adelantar criterio, por lo que se entiende es una posición también genérica. Es precisamente la posición que enseña la puerta del silencio y la vergüenza a las víctimas, en vez del de la Justicia.

Rivas es simplemente un protagonista accidental que tampoco debe ser utilizado como cabeza de turco. El problema es que la posición está tan generalizada y naturalizada, y tan poco ha cambiado desde la entrada en vigor y desde las altas instancias, que parece necesario un urgente cambio de estrategia.

Bolivia sigue siendo uno de los lugares más peligrosos para nacer mujer, con estadísticas de feminicidio y violación alarmantes. Mientras tanto, los poderes siguen preguntando ¿Por qué no se defendió? Así estamos. 


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