Covid en Tarija: Volver a levantarse

Desde el lunes, Tarija tiene un nuevo desafío, del que solo saldremos entre todos. Del que solo saldremos si todos nos cuidamos, observamos las normas, somos solidarios y responsables

Tarija vuelve a una cuarentena rígida flexibilizada y con sectores incorporados luego de un encapsulamiento con abastecimiento que parece haber dado buenos resultados, aunque lo cierto es que las palabras han perdido su valor. Desde el lunes rige una “nueva normalidad” con “toque de queda” y restricción de actividades sociales en la que la responsabilidad pasa a ser del ciudadano, pero no solo.

Los resultados del encapsulamiento y rastreo con pruebas rápidas están siendo positivos, pues todavía no ha terminado. En dos semanas se han sumado más de 600 casos, buena parte de ellos por el operativo de rastreo, que de otra forma no se hubieran podido incorporar. Con todo, el virus se ha extendido ya en diez de once municipios más allá del operativo de rastreo, por lo que la curva seguramente seguirá creciendo.

El motor en Tarija sigue siendo, lamentablemente, el aparato público, mientras que el incipiente sector privado tendrá que lidiar con una reducción de la demanda por la incertidumbre que genera la crisis. El consumo y la inversión se detendrán, y eso es peor noticia para “los que viven del día” que un encapsulamiento

La presión ejercida desde los sectores económicos formales e informales y el propio desamparo gubernamental, que hace días dejó de lado su rol en la emergencia, obligan al país y a Tarija a enfrentarse con el virus en pleno crecimiento luego de haber desperdiciado más de dos meses. El retorno es gradual y solo hasta las 13.00, pero se acabaron las restricciones de número de cédula y en principio todos los sectores podrán reactivarse, observando las medidas de bioseguridad.

Las claves son por demás conocidas: lavarse las manos, distancia social, usar barbijo siempre, evitar reuniones sociales, etc. El asunto, sin embargo, es más complejo a medida que la precariedad y la urgencia se instala.

La economía mundial está en apuros, la boliviana también, y la tarijeña, que depende en buena parte de las regalías del gas, también. Los ingresos a corto plazo se van a derrumbar porque el precio del barril de petróleo WTI llegó a cotizar en negativo en abril. El motor en Tarija sigue siendo, lamentablemente, el aparato público, mientras que el incipiente sector privado tendrá que lidiar con una reducción de la demanda por la incertidumbre que genera la crisis. El consumo y la inversión se detendrán, y eso es peor noticia para “los que viven del día” que un encapsulamiento.

¿Qué le queda a Tarija? pues obviamente volver a levantarse. Es tiempo de cuidarse en la salud, porque nada afecta más a la economía familiar que la muerte, y es tiempo también de pensar el futuro, de cómo salimos de esta y de cómo nos reinventamos de nuevo.

El virus está castigando fuerte la salud y el día a día, y lo peor no ha pasado. El virus ha puesto en evidencia nuestras debilidades en el sistema de salud, y también en el sistema de protección social, más que inexistente en los momentos clave.

Desde el lunes, Tarija tiene un nuevo desafío, del que solo saldremos entre todos. Del que solo saldremos si todos nos cuidamos, observamos las normas, somos solidarios y responsables.  En cualquier caso, saldremos. Claro que saldremos.


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