Alargar el mandato, romper la bancada
Pese a los radicalismos expresados por unos y otros, la lógica institucional se va a imponiendo en el día a día. Los nervios iniciales han topado con la terquedad del sentido común. Los mandatos, todos, deben alargarse hasta que haya elecciones generales y no entrar en periodos interinos ni...
Pese a los radicalismos expresados por unos y otros, la lógica institucional se va a imponiendo en el día a día. Los nervios iniciales han topado con la terquedad del sentido común. Los mandatos, todos, deben alargarse hasta que haya elecciones generales y no entrar en periodos interinos ni cosas raras que en nada favorecen al país ni a sus ciudadanos.
Ha habido más tensión de la necesaria, tal vez con algún objetivo todavía no expuesto. El consenso en la Asamblea Plurinacional estaba hecho, pero por fuera, el bloque afín al MAS pretendía vetar la prolongación de la Presidenta Jeanine Áñez y el bloque contrario pretendía que siguiera el poder ejecutivo sin poder legislativo, en un claro afán de silenciar a la bancada mayoritaria de la Asamblea Plurinacional y lo que es peor, consolidando otro caudillismo.
Áñez va a seguir respondiendo a las preguntas que la sitúan como posible candidata, no tanto por su perfil sino por los ademanes de su Gobierno, tan igual en tantos aspectos al del MAS, siempre pendiente de la opinión pública y del voto.
La nueva prerrogativa, aun cuando se despacha el texto definitivo de la Ley Excepcional de Prórroga del Mandato Constitucional de Autoridades Electas en la Comisión y el pleno del Senado, abre un nuevo escenario político con repercusiones evidentes.
El primero y más complejo es la situación en la que queda el Movimiento Al Socialismo (MAS), cada vez más deshilachado y desconectado entre sí. Hace solo un mes se presumía que la mayoría parlamentaria apartaría a Áñez en el momento preciso, justamente el actual, luego de convocar las elecciones. Hace solo tres días, las matrices y las organizaciones del Pacto de Unidad ratificaban en Oruro a voz en grito que de ninguna manera se permitiría que se prolongara el mandato de Áñez y los asambleístas. Nada más lejos de la realidad.
En la entrevista que Evo Morales dio a este medio, el único boliviano en hacerlo, explicó que el 10 de noviembre, luego de su renuncia, instruyó a los asambleístas que renunciaran a sus cargos, aunque luego se convirtió en consulta y finalmente, fue rechazado por la mayoría. De ahí las misteriosas retiradas de cartas y recuperaciones de curules de muchos asambleístas del MAS.
La facilidad con la que la bancada ha desconocido el mandato del ampliado y del propio Morales da cuenta del nuevo tablero marcado en el país, y que precisamente se configura por las necesidades no resueltas de las organizaciones sociales, dispuestas a sobrevivir.
El otro es el propio piso de Jeanine Áñez, que va a conseguir a través de una Ley un reconocimiento indirecto por parte de la bancada del MAS de su nombramiento presidencial, que ahora se alarga y que no logró en la sesión del 12 de noviembre.
En ese contexto, Áñez va a seguir respondiendo a las preguntas que la sitúan como posible candidata, no tanto por su perfil sino por los ademanes de su Gobierno, tan igual en tantos aspectos al del MAS, siempre pendiente de la opinión pública y del voto.
Lo cierto es que Bolivia encara un segundo año electoral en un momento de zozobra económica en el continente. Cualquier descuido en este viaje puede suponer un tremendo efecto futuro. También cualquier error, y peor, cualquier artimaña premeditada. A no bajar la guardia.
Ha habido más tensión de la necesaria, tal vez con algún objetivo todavía no expuesto. El consenso en la Asamblea Plurinacional estaba hecho, pero por fuera, el bloque afín al MAS pretendía vetar la prolongación de la Presidenta Jeanine Áñez y el bloque contrario pretendía que siguiera el poder ejecutivo sin poder legislativo, en un claro afán de silenciar a la bancada mayoritaria de la Asamblea Plurinacional y lo que es peor, consolidando otro caudillismo.
Áñez va a seguir respondiendo a las preguntas que la sitúan como posible candidata, no tanto por su perfil sino por los ademanes de su Gobierno, tan igual en tantos aspectos al del MAS, siempre pendiente de la opinión pública y del voto.
La nueva prerrogativa, aun cuando se despacha el texto definitivo de la Ley Excepcional de Prórroga del Mandato Constitucional de Autoridades Electas en la Comisión y el pleno del Senado, abre un nuevo escenario político con repercusiones evidentes.
El primero y más complejo es la situación en la que queda el Movimiento Al Socialismo (MAS), cada vez más deshilachado y desconectado entre sí. Hace solo un mes se presumía que la mayoría parlamentaria apartaría a Áñez en el momento preciso, justamente el actual, luego de convocar las elecciones. Hace solo tres días, las matrices y las organizaciones del Pacto de Unidad ratificaban en Oruro a voz en grito que de ninguna manera se permitiría que se prolongara el mandato de Áñez y los asambleístas. Nada más lejos de la realidad.
En la entrevista que Evo Morales dio a este medio, el único boliviano en hacerlo, explicó que el 10 de noviembre, luego de su renuncia, instruyó a los asambleístas que renunciaran a sus cargos, aunque luego se convirtió en consulta y finalmente, fue rechazado por la mayoría. De ahí las misteriosas retiradas de cartas y recuperaciones de curules de muchos asambleístas del MAS.
La facilidad con la que la bancada ha desconocido el mandato del ampliado y del propio Morales da cuenta del nuevo tablero marcado en el país, y que precisamente se configura por las necesidades no resueltas de las organizaciones sociales, dispuestas a sobrevivir.
El otro es el propio piso de Jeanine Áñez, que va a conseguir a través de una Ley un reconocimiento indirecto por parte de la bancada del MAS de su nombramiento presidencial, que ahora se alarga y que no logró en la sesión del 12 de noviembre.
En ese contexto, Áñez va a seguir respondiendo a las preguntas que la sitúan como posible candidata, no tanto por su perfil sino por los ademanes de su Gobierno, tan igual en tantos aspectos al del MAS, siempre pendiente de la opinión pública y del voto.
Lo cierto es que Bolivia encara un segundo año electoral en un momento de zozobra económica en el continente. Cualquier descuido en este viaje puede suponer un tremendo efecto futuro. También cualquier error, y peor, cualquier artimaña premeditada. A no bajar la guardia.