El aguante de la economía y el temple del público
Es cierto que los indicadores macroeconómicos, otrora carta de presentación del éxito del gobierno actual, han dejado de ser tales, salvo, por ahora, el PIB, aunque las proyecciones de organismos externos variados (CEPAL, FMI, Banco Mundial y agencias calificadoras de riesgo) no son tan...
Es cierto que los indicadores macroeconómicos, otrora carta de presentación del éxito del gobierno actual, han dejado de ser tales, salvo, por ahora, el PIB, aunque las proyecciones de organismos externos variados (CEPAL, FMI, Banco Mundial y agencias calificadoras de riesgo) no son tan optimistas para el corto plazo.
El déficit fiscal, aunque creciente y con una financiación cuestionable, todavía es justificable por su utilidad para sostener el crecimiento económico. Pero el déficit comercial, para el que no se ha encontrado una solución a corto plazo, sí puede resultar más complicado, porque tiene un efecto significativo sobre las Reservas Internacionales Netas (RIN).
Las RIN tienen, como primera (aunque no única) función, el de brindar estabilidad al valor y poder adquisitivo de la moneda nacional, protegiendo así el tipo de cambio de la volatilidad, funcionando como un seguro para enfrentar desequilibrios macroeconómicos y financieros (como los déficits), sean de origen interno o externo.
El dato preocupante: desde la caída del precio internacional del petróleo en 2013, las RIN han estado cayendo en aproximadamente 1.200 millones de dólares anuales en promedio, hasta 2018. Este año, las RIN cayeron en 1.200 millones de dólares sólo hasta septiembre.
La última información oficial publicada por el Banco Central de Bolivia (BCB), da cuenta que las RIN alcanzaban los 7.655,9 millones de dólares al 27 de septiembre de 2019, cifra incluso inferior a los 7.722 millones de 2008.
El BCB publicaba el dato de las RIN y otros más cada semana. Pero hasta el momento, casi un mes después, no se tiene más información actualizada que aquella, generando, como no podía ser de otra manera, susceptibilidades, desconfianzas y protestas, considerando que es un dato importante y sensible, ya que, entre otras cosas, el tipo de cambio y la confianza/tranquilidad del público guardan relación con esta variable.
Ahora bien, el experto Jaime Dunn, afirma que el sistema financiero “es un sistema sólido todavía y muy solvente, la gente no debería preocuparse de sobremanera, ni sobre-reaccionar”, y aunque reconoce que la liquidez “es una de las debilidades más grandes”, la solvencia es aún “muy significativa y no debería causar ningún tipo de alarmas”.
En este contexto, es la confianza que el público todavía pueda tener el Gobierno y sus dependencias y el propio sistema lo que está permitiendo mantener la estabilidad en momentos difíciles. Por tanto, la incertidumbre generada por unos y otros a raíz de las elecciones más confusas de la era democrática boliviana no ayuda. Por ello, es importante destacar lo bien templados que parecen estar los nervios de la población boliviana en momentos tan complejos.
Más aun considerando que el gobierno que venga, sea cual sea, tendrá que resolver y revertir las tendencias negativas en los indicadores macroeconómicos, con medidas que no comprometan los logros sociales por más frágiles y coyunturales que sean. La década que se viene no está para más juegos.
El déficit fiscal, aunque creciente y con una financiación cuestionable, todavía es justificable por su utilidad para sostener el crecimiento económico. Pero el déficit comercial, para el que no se ha encontrado una solución a corto plazo, sí puede resultar más complicado, porque tiene un efecto significativo sobre las Reservas Internacionales Netas (RIN).
Las RIN tienen, como primera (aunque no única) función, el de brindar estabilidad al valor y poder adquisitivo de la moneda nacional, protegiendo así el tipo de cambio de la volatilidad, funcionando como un seguro para enfrentar desequilibrios macroeconómicos y financieros (como los déficits), sean de origen interno o externo.
El dato preocupante: desde la caída del precio internacional del petróleo en 2013, las RIN han estado cayendo en aproximadamente 1.200 millones de dólares anuales en promedio, hasta 2018. Este año, las RIN cayeron en 1.200 millones de dólares sólo hasta septiembre.
La última información oficial publicada por el Banco Central de Bolivia (BCB), da cuenta que las RIN alcanzaban los 7.655,9 millones de dólares al 27 de septiembre de 2019, cifra incluso inferior a los 7.722 millones de 2008.
El BCB publicaba el dato de las RIN y otros más cada semana. Pero hasta el momento, casi un mes después, no se tiene más información actualizada que aquella, generando, como no podía ser de otra manera, susceptibilidades, desconfianzas y protestas, considerando que es un dato importante y sensible, ya que, entre otras cosas, el tipo de cambio y la confianza/tranquilidad del público guardan relación con esta variable.
Ahora bien, el experto Jaime Dunn, afirma que el sistema financiero “es un sistema sólido todavía y muy solvente, la gente no debería preocuparse de sobremanera, ni sobre-reaccionar”, y aunque reconoce que la liquidez “es una de las debilidades más grandes”, la solvencia es aún “muy significativa y no debería causar ningún tipo de alarmas”.
En este contexto, es la confianza que el público todavía pueda tener el Gobierno y sus dependencias y el propio sistema lo que está permitiendo mantener la estabilidad en momentos difíciles. Por tanto, la incertidumbre generada por unos y otros a raíz de las elecciones más confusas de la era democrática boliviana no ayuda. Por ello, es importante destacar lo bien templados que parecen estar los nervios de la población boliviana en momentos tan complejos.
Más aun considerando que el gobierno que venga, sea cual sea, tendrá que resolver y revertir las tendencias negativas en los indicadores macroeconómicos, con medidas que no comprometan los logros sociales por más frágiles y coyunturales que sean. La década que se viene no está para más juegos.