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Matar al mensajero

El arresto del fundador de Wikileaks, Julian Assange, ha sonado por todas partes y ha generado todo tipo de repercusiones. Estemos o no de acuerdo con el modelo de publicaciones de Wikileaks y el estilo confrontacional de Assange, hay que coincidir en que su arresto constituye un ataque y un...

El arresto del fundador de Wikileaks, Julian Assange, ha sonado por todas partes y ha generado todo tipo de repercusiones. Estemos o no de acuerdo con el modelo de publicaciones de Wikileaks y el estilo confrontacional de Assange, hay que coincidir en que su arresto constituye un ataque y un amedrentamiento a todo aquel que ose desnudar y publicar sin tapujos las oscuras tramas del poder global.

Primero, interesa entender qué significa esto para la libertad de expresión, de información y de publicación. Desde la organización internacional Human Rights Watch, advierten que “la posible extradición de Assange es una amenaza al periodismo”.

Amnistía Internacional pide al Reino Unido no extraditar al australiano hacia EEUU, ya que en ese país “hay un riesgo real de que sufra violaciones de derechos humanos, incluyendo condiciones de arresto que violarían la prohibición de tortura y juicio injusto, seguido por una posible ejecución”.

La Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), una organización estadounidense de gran influencia dedicada a la defensa de derechos y libertades, advierte: “Si EEUU puede forzar el arresto y extradición de extranjeros como Assange en suelos extranjeros por publicar documentos, ¿qué impide que China, Irán o Rusia hagan lo mismo con periodistas estadounidenses que publican secretos acerca de esos gobiernos?”.

Publicar la verdad, guste o no el estilo, el formato o la filosofía sobre “transparencia radical” que tiene Wikileaks, no debería ser penalizado, sino todo lo contrario. Pero los poderes que mueven el mundo, que son los afectados en esto, no se van a mostrar flexibles.

Por otra parte, el gobierno ecuatoriano también es ahora blanco de duras críticas y acusaciones. Más allá de las palabras del expresidente Rafael Correa, que no baja de “traidor” al presidente Lenin Moreno, hay algunos señalamientos concretos que dejan mal parado al actual mandatario sudamericano. Y no vienen de la izquierda.

El diario especializado estadounidense The Economist, ha sido uno de los que más frontalmente ha vinculado la revocatoria de asilo político de Assange en la embajada ecuatoriana, con un acuerdo de préstamo por 4,2 mil millones de dólares firmado entre Moreno y el FMI.

Curiosamente, dicho acuerdo fue firmado en febrero, justo cuando se cumplieron 7 años desde que el fundador de Wikileaks se asiló en la embajada de Ecuador en Londres. El acuerdo es además parte de un paquete económico con otros organismos internacionales por un total de 10 mil millones de dólares.

Adicionalmente, a finales de marzo, el New York Times publicó que Lenin Moreno estaba negociando con EEUU la entrega de Assange a cambio de un alivio de su deuda externa.
Pero el gobierno de Moreno es criticado también porque se considera que su decisión de “expulsar” a Assange tiene que ver con la filtración de los INA Papers, un conjunto de documentos que implicaron al presidente ecuatoriano en un escándalo de corrupción por el que está siendo investigado por congresistas de su país.

Una trama que recién se está conociendo y dará mucho más que hablar y debatir. Mientras tanto, habrá que ver cómo andamos en casa, donde las contradicciones también están a la orden del día.

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