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El drama de Palos Blancos

Que los problemas de Palos Blancos vengan a manifestarse justamente en estas fechas de abril y justo en el momento en que más se habla de las bondades del desarrollo impulsado por las petroleras – en referencia a los proyectos de exploración en Tariquía – es fruto de la casualidad, pero...

Que los problemas de Palos Blancos vengan a manifestarse justamente en estas fechas de abril y justo en el momento en que más se habla de las bondades del desarrollo impulsado por las petroleras – en referencia a los proyectos de exploración en Tariquía – es fruto de la casualidad, pero conviene tomar buena nota de lo que dicen sus dirigentes y comunarios.
Palos Blancos era la comunidad donde acababa el tortuoso tramo que atravesaba la serranía de Tapecua en esa carretera abierta a machetazos para que los bolivianos acudieran a guerrear con los paraguayos en el Chaco y que no se arregló en los 80 años siguientes. Y eso que ganamos.
Palos Blancos ha sido toda la vida una comunidad de paso ubicada en un cruce de caminos estratégico. Es la última comunidad grande de Entre Ríos antes del Chaco, de hecho, ahí se dividen los tramos de la red vial fundamental hacia Villa Montes y hacia Caraparí y parecía más de allá que de acá, porque era la comunidad donde acababa el tortuoso tramo que atravesaba la serranía de Tapecua en esa carretera abierta a machetazos para que los bolivianos acudieran a guerrear con los paraguayos en el Chaco y que no se arregló en los 80 años siguientes. Y eso que ganamos.

Alguna vez los paloblanquinos plantearon sumarse a Caraparí ante la desatención de su provincia, pero eran otros tiempos aunque no tan lejanos. Actualmente han perdido el peso emblemático en la parada, llegar a Palos Blancos en esos días de niebla y frío era una gesta que ni los más nostálgicos quieren ya recordar.

La cuestión es que Palos Blancos - cruce de caminos, tierra de campamento - está al sur de Caipipendi, hoy por hoy el bloque petrolero más productivo del país, de donde succionan los pozos de Margarita y Huacaya hace 15 años y donde se espera  acierten también los de Boyuy. Su llegada fue un sacudón para el territorio, ajeno a la “guerra del gas” que se libraba en El Alto. El Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada y su proyecto del LNG Pacific pasó, pero Margarita y Repsol siguieron adelante.

Quince años dan para una primera evaluación sin mayor insumo que los propios vecinos de Palos Blancos, que a la postre son quienes han vivido y trabajado codo con codo con las petroleras y todas sus empresas subsidiarias en este tiempo.

Las denuncias se multiplican. La última tiene que ver con el estudio que revela que las aguas que se consumen están contaminadas con heces y que a decir de los comunarios, es el resultado de la construcción de unos pozos que sirvieron para paliar la desaparición de las quebradas. Una situación a priori achacable al cambio climático pero que es grave.

La denuncia recurrente es la de la inestabilidad en el empleo, cuando no es directamente la ausencia del mismo. La cuestión es que muy pocos, por no decir ninguno, son los que en este tiempo han logrado un puestito de chofer o mucamo en la planta; la mayoría forman sindicatos y empresas que brindan servicios y que demasiadas veces son poco tomados en cuenta. Los comunarios lo advierten una y otra vez: las empresas que se adjudican las obras llegan con todo su personal, que al fin y al cabo, los paga el Estado bien directamente, bien vía costos recuperables.

Es necesario aprender de los errores y no tomar las mismas decisiones. Palos Blancos es un buen ejemplo para poner en la balanza.

 

 

 

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