Cuidado con la salud mental

Una de las más tristes características de las sociedades desarrolladas y particularmente de las desarrolladas de una forma acelerada, es la transformación de sus problemas de salud, que esencialmente tienen que ver con episodios traumáticos y trastornos mentales. Es la sociedad de consumo, el...

Una de las más tristes características de las sociedades desarrolladas y particularmente de las desarrolladas de una forma acelerada, es la transformación de sus problemas de salud, que esencialmente tienen que ver con episodios traumáticos y trastornos mentales. Es la sociedad de consumo, el estrés, la competitividad mal digerida, la incapacidad de amar a tanta velocidad, las drogas como vía de escape y la recurrente depresión para explicar casi todas las limitaciones.

En Tarija vamos por un difícil camino. Si bien las cifras son preliminares porque aún no ha acabado el año 2018, de enero a noviembre el Instituto Nacional de Prevención, Tratamiento y Rehabilitación de Drogodependencias y Salud Mental (Intraid) atendió 7.349 pacientes en consulta externa, lo que supone un incremento del 22 por ciento respecto al año pasado en el mismo lapso.

Lo peor no es que se haya batido un nuevo record en este 2018, sino que se vienen batiendo los mismos récords todos los años y cada vez más contundentemente. Huelga decir que las oficinas y dependencias del Intraid están desbordadas por donde se vea y que es necesario mucho más personal al menos tan bien cualificado como el actual. Resulta ser el Intraid uno de esos lugares de referencia donde al tiro se percibe que la gente trabaja por convicción y servicio mucho más que por llegar a fin de mes.

Tarija ha experimentado un crecimiento económico en los últimos quince años sin precedentes en su historia. De ser una pequeña ciudad de unos 50.000 habitantes ha pasado a contener a la mitad del departamento, con casi 250.000 vecinos. Sus infraestructuras no han crecido en la misma proporción, pues mientras los barrios crecían por doquier, unos se dedicaban a hacer jardineras y canchas y otros mástiles y puentes. Los problemas de los tarijeños, por lo tanto, siguen siendo los de ciudad pequeña y carente de servicios, unido ahora a los de ciudad grande, donde uno vale lo que hace y como lo hace, sin los privilegios de antaño.

Esta nueva situación ha puesto a muchos ciudadanos entre la espada y la pared, entre el querer y no poder, o el no saber. No podemos en esta nota editorial extendernos en una tesis sobre los males de este siglo y sus impactos en el consumo de drogas o el trastorno mental más común – la depresión – ni los más complejos – de la bipolaridad a la esquizofrenia -, pero es obligación encender las alarmas sobre una situación que va en franco crecimiento.

En el corto plazo, es necesario que se prioricen recursos y programas de atención integral que permitan a los dolientes superar sus problemas de forma segura, con el calor de la familia, con una sociedad que le entiende y con un Estado que le respalda. A largo plazo es necesario profundizar en el modelo educativo, conseguir que nuestros niños y jóvenes sean mentalmente fuertes, capaces de enfrentarse a las dificultades, a la frustración y a la derrota, precisamente para poder disfrutar más de la superación y del éxito. No se trata de movilizar recursos ni improvisar talleres, es necesario que como sociedad enfrentemos estos problemas de forma consciente y consecuente.

 

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