Los elefantes en Tarija

El secretario de Coordinación de la Gobernación de Tarija, Waldemar Peralta, que es sobre todo un estudioso de la gestión pública y su perspectiva política, presenta hoy un libro analítico denominado “Elefantes en Tarija” que es básicamente una retrospectiva sobre los diez años de...

El secretario de Coordinación de la Gobernación de Tarija, Waldemar Peralta, que es sobre todo un estudioso de la gestión pública y su perspectiva política, presenta hoy un libro analítico denominado “Elefantes en Tarija” que es básicamente una retrospectiva sobre los diez años de bonanza de los hidrocarburos y su impacto en la economía y la política tarijeña. Un libro cargado de datos, cifras y documentos que permitirán establecer una secuencia sobre lo sucedido, para que cada cual tome sus propias conclusiones; pero que sobre todo, debería servir para tomar conciencia y no repetir los mismos errores.

El boom de los precios de los hidrocarburos, unidos al florecer de la industria del gas natural con importantes hallazgos en Bolivia coincidió en el tiempo con el renacer del ímpetu autonomista en el país, y por supuesto en Tarija. Para algunos fue causal; para otros, casual. Como fuere, abrió una década de ingentes recursos al alcance de las instituciones que, por otro lado, mantenían estructuras e ideas anquilosadas y poco adecuadas al momento histórico que les tocó vivir.
Peralta también ensaya una propuesta de desarrollo basada en la “economía sin chimeneas”, el turismo, la industria cultural y la educación y que seguramente requerirán buenos esfuerzos para implantar aquí en Tarija.
La década no tan virtuosa estuvo a cargo de dos personas y dos equipos aparentemente opuestos en lo ideológico, pero cuyas políticas no acabaron distando tanto unas de otras. A Mario Cossío le tocó iniciar la configuración del modelo autonómico, donde trató de conjugar la coordinación provincial – a través de los ejecutivos seccionales – con las medidas que efectivamente llegaran al bolsillo de los tarijeños desde una perspectiva liberal clásica. El Prosol, arrancado a punta de bloqueo por aquel entonces, se convirtió después en un programa insignia de ese pensamiento político, repartiendo plata para uso discrecional del campesino. El otro gran programa fue el Susat, que sin romper la lógica de salud vía seguro, garantizó atención para todos. Otro emblema de la época es la Villa Olímpica, un proyecto de desarrollo urbano de Tarija capital nunca del todo explicado; o el de la conexión con el Chaco a través de variantes a cargo del erario departamental.

Después llegó Lino Condori y Roberto Ruíz, que sin incluir ninguna nueva orientación en el marco general, profundizaron en la política de reparto económico entre los subgobernadores, alcaldes y otros sectores sociales. El Prosol, por ejemplo, pasó de 2.500 a 6.000 bolivianos mientras no se daba ninguna solución estructural a la falta de agua; el Susat se estancó, pero se empezaron a construir magníficos hospitales; los estadios se multiplicaron y sobre todo, Tarija se convirtió en el departamento más generoso del país, pues al contrario que pasa en el resto, la Gobernación siempre ponía contraparte, cuando no asumía directamente competencias impropias.

El libro de Peralta promete numerosas cifras y mucho detalle; dando continuidad a muchas de las investigaciones que impulsamos desde El País y que han evidenciado lógicas perniciosas en la gestión que acabaron por endeudar a Tarija sin solucionar los problemas reales de sus habitantes.

Peralta también ensaya una propuesta de desarrollo para el departamento, basada en la “economía sin chimeneas”, el turismo, la industria cultural, la educación, y el resto de segmentos que se van convirtiendo en motores del mundo desarrollado y que seguramente requerirán buenos esfuerzos para implantar aquí en Tarija.

Ahora bien, más allá de la literatura, es necesario que el trabajo de investigación sea parte de una auditoría completa en el que se esclarezca no solo la verdad de los hechos, sino que sirva para determinar responsabilidades, porque evidentemente, la situación que ha atravesado Tarija en los últimos tres años no ha sido fruto de la casualidad, sino de una negligencia con demasiados visos delictuosos.

 

 

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