Un tiempo para Bermejo

Bermejo tiene muchos problemas y algunos riesgos; pero en sus calles sigue sintiéndose el pulso de las ciudades dinámicas más allá del que le da su condición de frontera. El municipio casi centenaria es un desafío en sí mismo que de momento está saliendo bien. Este viernes 24 de agosto...

OPINIÓN
OPINIÓN
Bermejo tiene muchos problemas y algunos riesgos; pero en sus calles sigue sintiéndose el pulso de las ciudades dinámicas más allá del que le da su condición de frontera. El municipio casi centenaria es un desafío en sí mismo que de momento está saliendo bien.

Este viernes 24 de agosto Bermejo celebra los 96 años de su fundación, que en realidad no son de su fundación, sino la fecha elegida que coincide con el inicio de actividades de, ni más ni menos, la todopoderosa Standard Oil en las tierras del sur tarijeño. Bermejo, como Potosí y tantas otras, nunca fue fundada, sino que primero se empezaron a esquilmar sus recursos naturales y después, a modo de cubrir ciertas necesidades de orden y seguridad, fundamentalmente, se empezó a conceder la condición de ciudad.

En Bermejo se encontró el primer pozo petrolero, el Bermejo X2, que a la fecha sigue extrayendo petróleo de sus profundidades. Después se extendió por todo su territorio, por Padcaya y hasta el Chaco. San Telmo, Churumas, los campos de Bermejo, etc. Son todavía hoy símbolo del asalto de las potencias a los recursos naturales de los países dependientes, y ejemplo también de la depredación de determinados sectores. El medio ambiente nunca fue prioridad, ni ninguna otra cosa que no fuera el interés propio de las empresas que, los revisionistas, exculpan ahora de cualquier rol en la Guerra del Chaco.

Más o menos cuando llevaba 80 años bombeando petróleo de las entrañas de Bermejo, llegó el asfalto a este extremo del país, que hasta entonces daba una bienvenida espantosa a quienes venían y dejaba pocas ganas de volver a los que marchaban. El aporte de las décadas de petróleo a la economía bermejeña se resume muy fácilmente, pues directamente, fue ninguno.

Bermejo se nutrió en sus primeros años de trabajadores petroleros con sueldos de aquellos, la ciudad se fue construyendo alrededor de ellos. Cuando empezó a dar síntomas de agotamiento apareció el Doctor Paz con sus sueños de industrialización y plantó el ingenio azucarero, hoy la privatizada de aquellas maneras IABSA. Durante el último tercio del siglo XX el ingenio fue una inversión clave que sirvió para dinamizar la economía. En lo que va de siglo XXI, luego de la capitalización, IABSA es una sombra de lo que fue. Este año lucha por recuperar su mercado y su prestigio, pero los años de mala zafra han pasado factura a la marca.

Siempre estuvo presente el comercio fronterizo, y como no, el contrabando y el narcotráfico, como en cualquier frontera del mundo existen y existirán mientras siga rigiendo la ley de la oferta y la demanda, los pobres y los ricos. Bermejo ha logrado no convertirse en una de esas fronteras rojas que se ven a lo largo de todo el continente, a pesar de tener todas las condiciones para ello y en eso, más tiene que ver su gente que cualquier otra medida que se haya tomado, que a la vista está, no son muchas. La crisis argentina ha ido modificando los patrones y tal vez nunca vuelva a ser como antes, lo cual será buena señal para Bolivia, pero frontera siempre será.

Bermejo llega a su aniversario, que de a poco se va asentando en el imaginario, anclada también en su propia crisis institucional luego de años de dispendio y alegrías. Los proyectos están paralizados, pero las posibilidades siguen siendo grandes. El potencial de Bermejo, por su ubicación, por su clima, por su territorio, es poderoso. Es necesario que las autoridades empiecen a escuchar a un pueblo que no busca limosnas sino oportunidades, y que ha sabido acomodarse a los momentos buenos, y a los malos. Bermejo necesita tiempo, no promesas.

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