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Sánchez, Tariquía y los juegos de póker

Tariquía va, Tariquía no va. En cuestión de días la autoridad del sector giró 180 grados, sin explicar en qué queda el contrato firmado con Petrobras para la exploración en San Telmo Norte y Astilleros, suscrito en enero de este año y sacramentado por el presidente Evo Morales en abril, a...

Tariquía va, Tariquía no va. En cuestión de días la autoridad del sector giró 180 grados, sin explicar en qué queda el contrato firmado con Petrobras para la exploración en San Telmo Norte y Astilleros, suscrito en enero de este año y sacramentado por el presidente Evo Morales en abril, a modo de “regalo” por el aniversario de Tarija.

La exploración dentro y en torno a la reserva natural está aprobada incluso mediante una ley de la Asamblea Legislativa Plurinacional, que ahora quedaría como adorno.

Más allá de los aparentes enfados del ministro Luis Alberto Sánchez y de sus amenazas de “llevarse” la inversión a otro lugar donde la aprecien, las cosas no son tan simples si se tiene pensado hacer las cosas como se deben.

Primero que nada, llevar la inversión a otro lado implica romper el contrato ya firmado con Petrobras para estas áreas, y luego, elaborar y aprobar nuevas leyes para los nuevos contratos que se vayan a hacer para los nuevos lugares donde se pretende ingresar.

Es útil recordar que hace más de un año que se barajaba la opción de que Petrobras ingrese a explorar a Tariquía, y en marzo de 2017 la empresa brasileña analizaba retirarse de ese proyecto por los conflictos socioambientales que se avecinaban.

Sin embargo, YPFB y el Ministerio de Hidrocarburos le dieron un nuevo impulso al asunto en el Foro de Países Exportadores de Gas a finales del año. Petrobras se volvía a subir al carro, y en enero se firmaba el contrato.

¿Qué ha pasado para que, súbitamente, tras tanto empujar, a último momento se hable de levantar las manos?
Algunos han hablado de la estrategia del despiste para desinflar la movilización. Otros creen que la idea es ganar un poco de tiempo para así poder cumplir con la consulta previa, hasta el momento ignorada.
Menos se ha hablado de una tercera opción: que el propio Petrobras se esté echando para atrás nuevamente, aunque igual extraña que también esa empresa dé un giro de 180 grados en cuestión de días.

Esta última posibilidad encajaría con el antecedente de 2017. Con el aditamento del próximo fenecimiento del contrato de exportación de gas a Brasil, del poco interés que parece haber para renovarlo (se habla de pequeños contratos con empresas privadas, ya no con el país ni Petrobras), además de los ya conocidos problemas que atraviesa la empresa. O a lo mejor para Petrobras ya no es negocio ser “socio” de Bolivia.

Mientras tanto, las reacciones de la población tarijeña en redes sociales ante el anuncio de que Tariquía no va más, muestran un análisis lúcido, y más le vale al gobierno no tomarles por tontos. Algunos se mostraron contrariados de que el Ministerio se haga al “ofendido” por el rechazo al proyecto.

Otros enfatizaron en que se debe cumplir la Constitución y de esa manera realizar la consulta previa, libre e informada, antes de firmar contratos y leyes que autoricen el ingreso a tan sensible región. Varios también llamaron a seguir en alerta ante la probabilidad de que sea sólo una estrategia o cálculo político del gobierno. Tampoco faltaron quienes llamaron a que se invierta en salud y en educación y se deje de poner todos los huevos en la canasta del gas.

Sea como fuere, otra vez hay algo que el Ministerio no está informando. Seguramente como estrategia. Pero en los hechos el juego le resta al gobierno, porque se profundiza la sensación de que el estratégico sector de los hidrocarburos se sigue manejando a pura improvisación o como un juego político (o ambos).

Información es confianza, y la confianza es mucha cosa en temas económicos. Del otro tema sensible, el fracking, todavía no se ha vuelto a hablar. Pero la urgencia por mostrar reservas de gas (aunque sea no convencional) y de conseguir ingresos a como dé lugar para seguir reproduciendo el modelo que mantiene al MAS en el poder parece ser más poderosa que cualquiera de los principios que lo llevó ahí en primer lugar.

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