El incremento salarial y el legado de Arce Catacora

Como todos los años por estas fechas, obreros, empresarios y Gobierno andan a la gresca con los datos de crecimiento, inflación y utilidades con el objetivo de definir el dato del incremento salarial que se decretará el 1 de mayo. Como todos los años será de cumplimiento obligatorio para...

Como todos los años por estas fechas, obreros, empresarios y Gobierno andan a la gresca con los datos de crecimiento, inflación y utilidades con el objetivo de definir el dato del incremento salarial que se decretará el 1 de mayo. Como todos los años será de cumplimiento obligatorio para todos aquellos empleadores que han regularizado a sus plantillas, no para los irregulares y tampoco para el sector público. Lo novedoso de este año tiene que ver con la cifra excepcionalmente baja que, según la Central Obrera, maneja el Gobierno y que rondaría el 3,5 – 4 por ciento, es decir, el más bajo en los doce años de Gobierno del presidente Evo Morales.

El acuerdo final parece que dependerá una vez más de Evo Morales, utilizado nuevamente por sus ministros para huir de la responsabilidad y endilgarla al número uno. Mientras eso pasa y hasta que no se confirme, no deja de ser rumor cada vez menos interesante para el pueblo trabajador.

Es conocido que la inmensa mayoría de los trabajadores de este país lo hacen por cuenta propia, choferes, campesinos, gremiales, etc, y que en el caso de haberse arriesgado a crecer y haber osado contratar legalmente a algún ayudante tendrá que asumir las consecuencias.

Otro grueso son funcionarios, acostumbrados a callar las irregularidades del poder público aunque sea para cuidar su precaria pega de consultor en línea sin vacaciones ni seguro médico ni aportes a la jubilación.

La otra parte son trabajadores de las pequeñas y medianas empresas de este país, que son la inmensa mayoría, y que han conocido la palabra eficiencia en los últimos años. Saben que cada incremento laboral decretado por el Gobierno supone un ajuste en el número de trabajadores, es decir, trabajar más por poco más.

Otra parte, los menos, forman parte de esos edenes que parecía eran las empresas públicas o las cooperativas altamente sindicalizadas. Estos son los que esencialmente copan la Central Obrera Boliviana y por tanto se sientan a negociar. Estas pequeñas élites trabajadoras se preocupaban de su corto plazo, pero en los últimos años han empezado a sentir las consecuencias. La quiebra de Ecobol y la liquidación de toda su plantilla, que será sustituida por una empresa similar con trabajadores más jóvenes, lindos y baratos, tiene que ver con esos excesos. En Tarija la situación de Cosett apunta en la misma dirección.

Más allá de la cifra final, lo que parece trascender es que el Gobierno está dispuesto a dar un giro de 180 grados en lo que había sido una de sus banderas en los últimos años y su explicación, parece, hay que buscarla en lo político. Según lo que hasta ahora ha señalado el Gobierno, Bolivia ha vuelto a la senda del crecimiento firme, por lo que la moderación salarial (una de las recetas favoritas del Fondo Monetario Internacional) podría interpretarse como una medida contracíclica esta vez planificada y no fruto de la casualidad.

Lo cierto es que la oferta del Gobierno y su discurso por parte del nuevo ministro de Economía César Guillén pone en evidencia el legado del venerado Luis Arce Catacora y destapa los efectos perversos de este tipo de medidas en la economía real que ha padecido tanto el sector público como el productivo nacional y también los jóvenes profesionales.
Hace diez años ningún profesional medianamente cualificado, aún sin experiencia, hubiera aceptado trabajar por el salario mínimo. Una década de incrementos no ha contribuido a igualar los salarios por arriba, sino por abajo.

También ha contribuido a precarizar las carreras profesionales, muchos trabajadores de larga duración han visto desaparecer su puesto de trabajo por los altos costos que representaba respecto a la productividad que reportaba. Es verdad, las empresas hoy son más eficientes porque las plantillas ya no son contratadas exhaustivamente para hacer cualquier cosa sino que se planifica detalladamente la contratación de cualquier ítem.

El efecto sin duda más perverso se ha dado contra la propia capacidad de las empresas de invertir en sus propios equipos y tecnologías. El ahorro se ha ido en forma de salarios más altos que a su vez ha devorado la inflación real y las empresas no han podido proveer nuevos servicios y productos a ese mercado por su falta de adaptación. En definitiva, las empresas bolivianas son hoy más débiles en la competencia que cualquiera de su entorno, y eso no se mide con el dato del impuesto de utilidades.

Tal vez se trate de una recapacitación concienzuda, de un análisis detallado de lo que realmente ha sucedido en el país, de una jugada maestra para tender la alfombra roja a Luis Arce Catacora y su retorno como presidenciable o tal vez de la nueva estrategia para cautivar al nuevo sujeto político que el Vicepresidente señaló entre los altos funcionarios y pequeños burgueses urbanos como prioridad del MAS para ganar en 2019. Como sea, parece un cambio de tendencia cuyas consecuencias habrá que dejar madurar.

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