¿Qué se busca jugando a las confusiones?
Primero, casi coincidiendo con el aniversario de Tarija, en un evento en el hotel Los Parrales, organizado por el Ministerio de Hidrocarburos para explicar los proyectos que se llevan a cabo en el departamento, el presidente Evo Morales presidió un acto donde se presentó un convenio con la...
Primero, casi coincidiendo con el aniversario de Tarija, en un evento en el hotel Los Parrales, organizado por el Ministerio de Hidrocarburos para explicar los proyectos que se llevan a cabo en el departamento, el presidente Evo Morales presidió un acto donde se presentó un convenio con la empresa Cancambria Energy Corp., especialista en gas no convencional, para desarrollar la exploración con la técnica de la fractura hidráulica en el área de Miraflores.
Es sabido que la técnica de la fractura hidráulica o fracking es una de las más agresivas con el medio ambiente. En todos los países donde se ha desarrollado se han denunciado contaminación de acuíferos, y en muchos está prohibida. En Bolivia, hasta hace poco, el gobierno también la miraba con malos ojos. Pero cambia, todo cambia.
Pocos días después, el vicepresidente Álvaro García Linera -consciente del impacto que tiene esta decisión en el perfil ecologista y defensor de la madre tierra de Evo Morales a nivel mundial- durante su discurso en la Sesión de Honor de la Asamblea Legislativa Departamental, matizaba el alcance de los contratos firmados para desarrollar el gas no convencional en Bolivia, asegurando que sólo es para conocer cuánto hay, pero que no se tiene previsto explotarlo.
Y otros pocos días después, el Ministro de Hidrocarburos, Luis Alberto Sánchez, en la sesión del legislativo plurinacional, afirmaba que se haría “un estudio mucho mayor de los recursos no convencionales”, a saber: “la evaluación del impacto ambiental, una evaluación económica -que es rentable- y (ver) los mercados, si tenemos esas tres variables no sé en cuantos años trabajaremos en eso, pero es importante saber lo que tenemos”.
Esta declaración va más allá de lo anunciado originalmente en el evento del Ministerio presidido por Morales. Incluso el ejecutivo de Cancambria, Christopher Cornelius, afirmó en aquel momento que su objetivo es “evaluar recursos no convencionales a gran escala en el área de Miraflores, basados en nuestros estudios, actualmente creemos que los recursos in situ, en el área de Miraflores, podrían exceder los 100 trillones de pies cúbicos (TCF´s) y más aún en la realidad del Chaco”.
Según Cornelius, la planificación que se tiene pensada podrá significar la exploración de “muchos pozos” para los próximos 25 años, generando empleos locales e impactos positivos en la economía regional y nacional.
Si esto es así, en realidad no se está explorando solamente para saber cuánto gas no convencional existe en Bolivia, como dijo García Linera. Estas declaraciones ponen de manifiesto una intención clara de extraer esos recursos para generar los citados impactos positivos en la economía nacional y regional.
Y justamente el presidente Morales, también poco después de las declaraciones de Sánchez, decía: “Felizmente esta madre tierra nos sigue dando recursos renovables y no renovables, estoy seguro que vamos a seguir encontrando gas o petróleo”. ¿Se refería a los no convencionales? El poco esperanzador avance en exploración de convencionales, cuya certificación lleva años de retraso, daría para pensar que sí.
Pero hay más. “Estoy seriamente analizando, inclusive me atrevo a decir seriamente pensando nuevas planificaciones. Garantizando el mercado interno, garantizando nuestros compromisos, hay que empezar a pensar en mercados en otros continentes”, dijo el mandatario.
La constante mención de buscar más y nuevos mercados, tanto por parte del presidente como del ministro, hace presentir que la fractura de la madre tierra va a servir para continuar la política de “exportar o morir” vigente hasta el momento. La idea de que hay tanto gas en Bolivia refuerza la idea de que el fracking va en serio.
Y si el plan es embarcarse en la riesgosa y cuestionable actividad de los no convencionales para seguir siendo meros exportadores de materia prima, difícilmente se podrá reconquistar a los desencantados del proceso de cambio. Si es que aún existe esa intención.
Es sabido que la técnica de la fractura hidráulica o fracking es una de las más agresivas con el medio ambiente. En todos los países donde se ha desarrollado se han denunciado contaminación de acuíferos, y en muchos está prohibida. En Bolivia, hasta hace poco, el gobierno también la miraba con malos ojos. Pero cambia, todo cambia.
Pocos días después, el vicepresidente Álvaro García Linera -consciente del impacto que tiene esta decisión en el perfil ecologista y defensor de la madre tierra de Evo Morales a nivel mundial- durante su discurso en la Sesión de Honor de la Asamblea Legislativa Departamental, matizaba el alcance de los contratos firmados para desarrollar el gas no convencional en Bolivia, asegurando que sólo es para conocer cuánto hay, pero que no se tiene previsto explotarlo.
Y otros pocos días después, el Ministro de Hidrocarburos, Luis Alberto Sánchez, en la sesión del legislativo plurinacional, afirmaba que se haría “un estudio mucho mayor de los recursos no convencionales”, a saber: “la evaluación del impacto ambiental, una evaluación económica -que es rentable- y (ver) los mercados, si tenemos esas tres variables no sé en cuantos años trabajaremos en eso, pero es importante saber lo que tenemos”.
Esta declaración va más allá de lo anunciado originalmente en el evento del Ministerio presidido por Morales. Incluso el ejecutivo de Cancambria, Christopher Cornelius, afirmó en aquel momento que su objetivo es “evaluar recursos no convencionales a gran escala en el área de Miraflores, basados en nuestros estudios, actualmente creemos que los recursos in situ, en el área de Miraflores, podrían exceder los 100 trillones de pies cúbicos (TCF´s) y más aún en la realidad del Chaco”.
Según Cornelius, la planificación que se tiene pensada podrá significar la exploración de “muchos pozos” para los próximos 25 años, generando empleos locales e impactos positivos en la economía regional y nacional.
Si esto es así, en realidad no se está explorando solamente para saber cuánto gas no convencional existe en Bolivia, como dijo García Linera. Estas declaraciones ponen de manifiesto una intención clara de extraer esos recursos para generar los citados impactos positivos en la economía nacional y regional.
Y justamente el presidente Morales, también poco después de las declaraciones de Sánchez, decía: “Felizmente esta madre tierra nos sigue dando recursos renovables y no renovables, estoy seguro que vamos a seguir encontrando gas o petróleo”. ¿Se refería a los no convencionales? El poco esperanzador avance en exploración de convencionales, cuya certificación lleva años de retraso, daría para pensar que sí.
Pero hay más. “Estoy seriamente analizando, inclusive me atrevo a decir seriamente pensando nuevas planificaciones. Garantizando el mercado interno, garantizando nuestros compromisos, hay que empezar a pensar en mercados en otros continentes”, dijo el mandatario.
La constante mención de buscar más y nuevos mercados, tanto por parte del presidente como del ministro, hace presentir que la fractura de la madre tierra va a servir para continuar la política de “exportar o morir” vigente hasta el momento. La idea de que hay tanto gas en Bolivia refuerza la idea de que el fracking va en serio.
Y si el plan es embarcarse en la riesgosa y cuestionable actividad de los no convencionales para seguir siendo meros exportadores de materia prima, difícilmente se podrá reconquistar a los desencantados del proceso de cambio. Si es que aún existe esa intención.
