Ver otra Tarija

Tras que Tarija celebró su 201 aniversario de la Batalla de la Tablada relució nuevamente toda su riqueza cultural, su fortaleza para afrontar los malos momentos, su riqueza turística, la importancia de ser una región hidrocarburífera y la amabilidad de su gente. Pero también y detrás...

Tras que Tarija celebró su 201 aniversario de la Batalla de la Tablada relució nuevamente toda su riqueza cultural, su fortaleza para afrontar los malos momentos, su riqueza turística, la importancia de ser una región hidrocarburífera y la amabilidad de su gente.

Pero también y detrás del telón, aunque no quede bien que se mencione en un aniversario, quedan las cosas que siempre nos han preocupado. El aumento de los casos de violencia familiar, la suba en el índice de violaciones a menores, la urgencia de mejoras en el ámbito de la salud y las escuelas abandonadas en el área rural, esto porque simplemente los niños no tienen posibilidades de estudiar.

A esto se suma, la falta de servicios básicos en varios barrios, la pobreza a flor de piel que la palpamos día a día en la gente que encontramos en lugares recónditos. Todo esto queda pendiente, pero queda también pendiente la estructura de nuestra ciudad, reducir los escombros excesivos en las calles, completar o empezar a construir infraestructura para las personas discapacitadas, resolver la contaminación acústica, reordenar el tráfico vehicular y restaurar los semáforos en mal estado.

Pero también está el repensar en soluciones para resolver el excesivo aumento de feminicidios, darle de una vez por todas importancia a la salud mental, ponernos a pensar en un momento en nuestras cárceles llenas de presos sin sentencia ejecutoriada...
Si supieran todos que en un lugar llamado Hierba Buena llevar el nombre de una planta medicinal es una paradoja, ya que la oscuridad y el dolor han atacado sin compasión a su gente. Si señores esto queda en Tarija.

Ahí viven los pacientes con lepra, éstos no salen a la ciudad ni mucho menos a las fiestas, están aislados y olvidados por la sociedad tarijeña. Los más afectados son ancianos mayores de 65 años, quienes viven solos porque fueron abandonados por sus hijos que migraron hacia Argentina.

En el lugar campea la desnutrición mientras la enfermedad “discapacitante” va ganando espacio en los organismos de los infectados. Éste es sólo un trocito de las tristes realidades que se viven en lugares lejanos, pero no ajenos a nuestra tierra.

Seguramente nos hemos olvidado de cientos de realidades más, pero esto es sólo un ejemplo de lo que como tarijeños debemos trabajar para una Tarija mejor no sólo pensada en cemento e hidrocarburos sino también en cómo toda nuestra riqueza puede ser bien aprovechada.

Lo ideal sin duda será diversificar nuestras fuentes de ingreso, pero lo importante será ver más allá de la ciudad linda, chura y amable, ver detrás de las miradas felices, de las conformistas y buscar entre lo que realmente necesita nuestra gente.

Fue muy reconfortante escuchar las palabras de aliento en los discursos de nuestras autoridades, escuchar los avances y la lucha y optimismo que siempre tiene nuestra gente. Sin duda, es algo muy valorable.

Pero es momento ahora de sentarnos, de recomenzar con todo el aliento y de concentrarnos en la otra Tarija, en esa que nos pide a gritos salir de la invisibilidad que durante todos los días del año se la sumerge.

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