Comienzan a asomar las consecuencias post-pandemia
Efecto de la crisis: mayor centralización del capital
El mundo recién comienza a dimensionar la profundidad de la crisis económica que se desató a causa de la pandemia. En este escenario, los más ricos se vuelven cada vez más ricos



Decía Carlos Marx que una de las consecuencias de la evolución de las sociedades modernas es la centralización del capital. Lo que significa que, a través de varios procesos económicos mediados por el mercado, un capital individual puede aumentar de tamaño sin que necesariamente haya aumentado el capital en el conjunto de la economía.
Estos procesos suelen darse como consecuencia de la subordinación o absorción de capitales más chicos por parte de uno más grande. Y, de manera posterior, la centralización deriva en mayor concentración de capital en pocas manos, como consecuencia de la misma dinámica del sistema.
Cuando la pandemia comenzaba, hace ya más de un año, era posible atisbar algunas de las consecuencias de la crisis que sobrevendría, sin embargo, muchas de sus aristas comienzan a ser evidentes en estos últimos meses. Una de ellas es la manera en que los grandes capitales globales están logrando sacar rédito de la crisis, afianzando y acelerando los procesos de centralización de capital.
¿Cómo será de preocupante esta situación que hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) –organismo financiero que es ícono de la defensa del libre mercado y la economía neoliberal– ha llegado a expresar su consternación por los procesos de concentración de capital en el mundo entero?
“La crisis ha asestado un golpe especialmente duro a las pequeñas y medianas empresas (pymes), provocando enormes pérdidas de empleo y dejando otras cicatrices económicas. Entre ellas –menos obvias, pero no por eso menos graves– está el creciente poder de mercado de empresas dominantes, que se están afianzando aún más mientras los rivales más pequeños pierden terreno”, señala el texto del FMI.
La crisis como factor de centralización
En un interesante análisis del economista Thomas Piketty, en su libro: “El capital en el siglo XXI”, demuestra con datos cómo la dinámica histórica del capital tiende a la centralización en pocas manos del excedente producido por una sociedad. Procesos que se acentúan en momentos en que prima el libre mercado.
Sin embargo, las grandes crisis económicas tienden a acelerar y masificar estos fenómenos económicos. Por un lado, ante la ralentización de la actividad económica y la disminución de los ingresos, son las pequeñas empresas las que se ven más afectadas, muchas de las cuales entran en quiebra o terminan vendiendo su negocio a grandes empresas. En cambio, las grandes corporaciones suelen ser más rentables y tienen acceso a líneas de crédito con mayor facilidad.
“A modo de ilustración, en un escenario sin Covid-19, la tasa de concentración media (la participación de las 4 empresas más grandes en las ventas totales de las 20 empresas más grandes al interior de un sector estrictamente definido) en los 21 países [estudiados], sería de alrededor del 56 por ciento, mientras que podría aumentar en 4 puntos porcentuales, hasta el 60 por ciento, como resultado de la pandemia si las ventas de las empresas en quiebra se reasignaran a empresas líderes dentro de su sector”, señala el informe mencionado anteriormente.
En este escenario de centralización de capital, son las grandes empresas tecnológicas las que se encuentran entre las más beneficiadas. Antes de la pandemia, las mismas ya prácticamente habían eliminado amenazas de cualquier competencia. Sin embargo, en el último año y como consecuencia de las medidas de confinamiento, las posibilidades de crecimiento y de control de los mercados por parte de estas empresas se han visto incrementadas.