Una tensión en aumento
China y Estados Unidos: ¿Una nueva Guerra Fría?
Las restricciones comerciales, la pandemia y, recientemente, el cambio climático, son temas que han incrementado las tensiones entre estas potencias



Existe un enconado debate sobre si las dos potencias más grandes del mundo están inmersas en una nueva Guerra Fría. Algo así como una actualización de aquella que marcó el mundo de la posguerra, entre EE.UU. y la, en ese entonces, Unión Soviética. Una guerra considerada “indirecta” por muchos, pero que tuvo complejas consecuencias en el mundo entero.
Según un reciente análisis de Michael Klare, profesor de estudios sobre paz y seguridad mundiales en el Hampshire College, un hecho estaría acelerando la posibilidad de ingresar a una nueva Guerra Fría entre Estados Unidos y China: el problema, los riesgos y la manera de asumir el cambio climático; una temática que ha sido puesta de manifiesto por la nueva administración norteamericana.
Si bien el contexto es distinto al mundo que emergió de las ruinas de la II Guerra Mundial, no deja de ser imprescindible comprender la dinámica geopolítica de las grandes potencias, cuyas decisiones tienen serias implicaciones a nivel global, más en este escenario de crisis sanitaria.
Una tensión histórica
La tensión política entre China y EE.UU. tiene más de medio siglo de duración, desde la Revolución de 1949, cuando el Partido Comunista, a la cabeza de Mao Tse-Tung, tomó el control del país. Sin embargo, ha sido en estas últimas décadas que dicha tensión fue derivando en rivalidad, debido al descomunal crecimiento de la economía del país asiático.
La magnitud de este crecimiento queda en evidencia cuando se considera que “entre 2011 y 2013, [China] produjo y usó más cemento que todo lo que usaron los Estados Unidos en el siglo XX”, o que “en quince años, China construyó el equivalente a todo el stock de viviendas de Europa”, o también que “desde 2008, cada dos años, el incremento en el PIB chino iguala al total del PIB de India”, según una publicación de la CEPAL.
Pero en los últimos años, la relación entre ambos países se deterioró aún más, cuando la administración Trump impuso una serie de restricciones comerciales a China, generando una gran tensión y un enfriamiento de las relaciones. A ello se sumaron las acusaciones realizadas por la misma administración norteamericana respecto a la responsabilidad que tendría el gigante asiático sobre la propagación del SARS-CoV-2.
Por el otro lado, China no ha descansado en sus esfuerzos para generar influencia en la mayoría de los países emergentes del mundo, lo que no deja de preocupar a Estados Unidos.
El cambio climático: un elemento cada vez más relevante
Como explica Klare, la nueva administración de Joe Biden ha puesto en el centro de su agenda frenar el cambio climático. “Biden comparte la conclusión del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU de que el calentamiento debe limitarse a 1,5 grados Celsius por encima de la temperatura pre-niveles industriales o habrá un desastre”, señala el especialista.
Esta postura –que implica un cambio radical de la política norteamericana, aunque no deja de generar susceptibilidades– ha incrementado la tensión con China ya que EE.UU. “ha decidido castigar a Beijing por su continua dependencia del carbón. El plan climático de Biden, escribió en Foreign Affairs, ‘incluye insistir en que China ... deje de subsidiar las exportaciones de carbón y de subcontratar la contaminación a otros países financiando proyectos de energía sucia de combustibles fósiles por valor de miles de millones de dólares a través de su iniciativa Belt and Road’”, explica Michael Klare.
China, el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo en este momento (aunque EE.UU. sigue siendo el número uno históricamente), ha rechazado enfáticamente la posición de Estados Unidos, lo que ha derivado en una escalada de la tensión entre ambos países, lo que muchos especialistas entienden como una vía hacia una nueva Guerra Fría.
La Guerra Fría que podría ser catastrófica
El calentamiento global y sus calamitosas consecuencias son un proceso que está en curso y que no puede ser menospreciado. Sin embargo, una Guerra Fría entre EE.UU. y China, a la luz de esta problemática, podría acentuar los riesgos de que finalmente no se logre “una respuesta global con éxito ante un planeta que se calienta rápidamente”, señala Michael Klare.