El país norteamericano enfrenta una gran crisis
Después de Trump: ¿cambiará la economía de EE.UU.?
La economía de Estados Unidos se ha visto fuertemente afectada por la pandemia y por una catastrófica gestión de la misma. La nueva administración norteamericana ha planteado varios cambios



Si bien el mundo entero ha ingresado a una crisis económica sin precedentes, la situación de las grandes economías, como la de Estados Unidos, China, Europa, Rusia, Brasil, entre otras, tiene efectos multiplicadores sobre el conjunto de la economía global. En este sentido, vale la pena conocer el contexto de estos países y, en particular, la política norteamericana, que siempre tiene efectos sobre América Latina.
La reciente victoria electoral del candidato demócrata, Joe Biden, ha desatado una amplia discusión sobre si la economía de EE.UU. tomará un rumbo distinto cuando este asuma la presidencia en enero próximo.
La economía de ese país atraviesa la peor recesión en casi un siglo (1929) y “las cifras del PIB del tercer trimestre, publicadas hace unos días, muestran que la economía de EE.UU. todavía se encuentra muy por debajo de su nivel anterior a la pandemia”, señala el economista Michael Roberts.
Dos factores han influido en este escenario, el principal tiene que ver con la pandemia y la desaceleración global de la economía, pero también la política económica del todavía presidente Donald Trump, que, como señala el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz: “Tal vez Trump sea un buen presidente para el 1% más rico (y sobre todo, para el 0,1% más rico), pero no lo ha sido para nadie más”.
Por el otro lado, la política de Biden, si bien se presentó en la campaña como más “equitativa”, en realidad no se prevé que haga otra cosa que restaurar el establishment neoliberal norteamericano, que siempre fue desigual, monopolista, discriminador y excluyente. ¿Saldrá así EE.UU. de su crisis?
La gran crisis económica
Si bien se espera que la actual recesión económica de Estados Unidos tenga una duración más corta que la que ese país enfrentó en la década de los años 30 del siglo pasado, debido a su profundidad, es con la única crisis con la que puede ser comparada.
En este momento el producto interno bruto del país norteamericano sigue estando 3,5% por debajo del nivel que tuvo antes de la llegada de la pandemia. El PIB real de esa economía no ha logrado sobrepasar el punto más bajo que alcanzó en la Crisis Financiera de 2008-2009.
Se estima que ese podría ser un techo de crecimiento en el corto plazo.Además, según señala Michael Roberts, “de los más de 22 millones de puestos de trabajo perdidos en marzo y abril durante los confinamientos, hasta ahora solo se han recuperado alrededor de 11,3 millones, y nunca se llegó a aprobar en el Congreso un nuevo proyecto de ley de estímulo, supuestamente para ayudar a los desempleados”.
La estrategia de Biden puede ser insuficiente
Según los economistas que acompañan a Biden, la nueva administración se ha propuesto aumentar el gasto del sector público en aproximadamente $US 6,8 billones, lo que equivale al 30% del PIB de ese país. Este gasto se distribuiría de la siguiente manera: $US 2 billones para infraestructura (incluidos proyectos de “energía limpia”); $US 2 billones para educación y cuidado infantil; $US 1,6 billones en atención médica; $US 700 mil millones en investigación y desarrollo; y $US 500 mil millones en seguridad social.
La anterior propuesta, sin embargo, fue parte de la campaña electoral y, en realidad, la mayoría de los economistas coinciden en que su cumplimiento es prácticamente imposible.
“La mayoría de las estimaciones calculan que las propuestas de Biden se reducirían en un 60%, a aproximadamente $US 3 billones. Las propuestas de infraestructura y educación se reducirían a la mitad, las propuestas de salud se reducirían en un 60% y las propuestas de inversión y la compra de productos estadounidenses se reducirían en dos tercios”, puntualiza Roberts.
En realidad, para que la economía norteamericana crezca a tasas que logren un pleno empleo con un incremento en los salarios reales, al mismo tiempo que existan recursos para hacer frente a la crisis sanitaria y al cambio climático, se estima que el gobierno de EE.UU. debería invertir por lo menos el 23% del PIB. Pero, como señala Roberts: “Esa no es la agenda de Biden […] porque sería mucho más que simplemente ‘estimular’ al sector capitalista: en realidad significaría ‘reemplazar’ su papel inversor. Significaría una revolución económica que no quiere Biden”.