SAF: Cómo aumentar ingresos sin dañar el medio ambiente
Años antes de los incendios, expertos advirtieron de los riesgos del modelo agroindustrial, y plantearon alternativas. La esperanza es que después del fuego esas propuestas empiezan a ser consideradas. Estas buscan la soberanía alimentaria y fortalecer los medios de vida locales, no...



Años antes de los incendios, expertos advirtieron de los riesgos del modelo agroindustrial, y plantearon alternativas. La esperanza es que después del fuego esas propuestas empiezan a ser consideradas. Estas buscan la soberanía alimentaria y fortalecer los medios de vida locales, no convertirse en un sustituto del gas: producir para comer y vivir mejor.
Una de las alternativas más relevantes para las zonas Amazónicas y chiquitanas son los Sistemas Agroforestales (SAF), que parten del criterio de que el total es más que la suma de las partes: plantea combinar una variedad de diferentes especies leñosas, frutales, cultivos agrícolas a pequeña escala e incluso a veces animales, en el mismo terreno, de manera simultánea o en una secuencia temporal.
El biólogo Vincent Vos, junto con los investigadores Olver Vaca y Adrián Cruz del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA), realizaron un estudio donde analizan los Sistemas Agroforestales implementados por familias campesinas e indígenas de11 comunidades en los municipios de Riberalta (norte del Beni), Puerto Gonzalo Moreno (Pando), la zona de Mojos (sur de Beni) y la zona de Guarayos (departamento de Santa Cruz).
Superior en lo económico
Los SAF evaluados muestran “una elevada productividad, con ingresos muy competitivos en comparación con otros sistemas productivos alternativos en la región”, afirman los investigadores.
En el primer año de producción de los SAF el promedio de ingresos anuales por hectárea alcanza los 11.619 bolivianos, mayor que el de cualquier otro sistema tradicional en la región, como la recolección de almendra, aprovechamiento de madera, agricultura (arroz, maíz, yuca, soya y plátano) o ganadería.
Una evaluación de estos ingresos para un periodo de diez años muestra un promedio de 55.000 bolivianos por hectárea para ese periodo de tiempo. Estos ingresos son superiores a otras alternativas ampliamente promovidas como la ganadería vacuna y la producción de arroz que típicamente generan entre el 20 y 30% de estos ingresos por hectárea en el mismo lapso de tiempo.
Vos, Vaca y Cruz también encontraron “una alta eficiencia” en términos de remuneración de la mano de obra familiar invertida: desde Bs. 70 por día en los años intermedios (4 y 5) hasta 290 bolivianos por día trabajado, lo que equivale a entre uno y cinco veces el valor local del jornal.
Por otro lado, considerando tanto la productividad de los frutales como la acumulación de volúmenes en los maderables, las plantas de los SAF representan en sí mismas “un alto valor económico”. La metodología aplicada por los autores del estudio estima este valor intrínseco en 28.699 bolivianos en el décimo año desde la implementación, que aumenta continuamente hasta 41.000 bolivianos en el vigésimo año.
Desde el punto de vista de las familias productoras, se valora que los SAF también permiten producir alimentos para los animales, medicinas, materiales y herramientas, y que “son una de las pocas oportunidades de invertir en sistemas productivos propios que les permitan trabajar de forma independiente y autónoma”, además de brindarles “la posibilidad de diversificar sus ingresos y reducir su vulnerabilidad económica”.
Beneficios ambientales
El estudio de Vos, Vaca y Cruz también calcula que la cantidad total de carbono almacenado por los SAF varía desde 50 toneladas de carbono por hectárea (Tn C/ha) hasta 330 Tn C/ha. “En muchos casos presentan valores similares o más altos que barbechos de edades parecidas e incluso bosques naturales”, afirman los expertos.
La variación depende del contexto (algunos SAF se implementan con una visión más económico-productiva, otros para restaurar áreas degradadas) y de las edades de las parcelas evaluadas. La captura anual promedio encontrada en el estudio es de 16,5 Tn C/ha/año, “y muy altos niveles de biodiversidad” por lo que “los SAF tienen gran potencial para mitigar el cambio climático”.
Beneficios psicosociales
En entrevistas y dinámicas grupales con las familias productoras, los investigadores también encontraron que “el manejo del SAF es considerado como una actividad agradable que mejora el bienestar psicológico y la salud de la familia”.
Asimismo, hallaron que los sistemas agroforestales “contribuyen a garantizar la tenencia y el uso sostenible de la tierra, amplían las posibilidades de mejorar la infraestructura productiva”, pero además, “fortalecen la unión familiar, la participación de la mujer y las redes sociales, mejoran el estatus social y refuerzan la independencia y la autonomía productiva, ayudan a evitar conflictos por acceso a recursos, y los impactos sociales negativos de la migración”.
Ganadería semi-intensiva
El técnico especialista en ganadería Roberto Ureña y el agrónomo Rolando Villagra, en otra investigación, encontraron que en sistemas semi intensivos, se incrementa la natalidad de ganado bovino de 50 al 80% y se disminuye la mortalidad en terneros de un 10 a un 5%. También se obtienen animales con mayor, peso en menos tiempo.
Por su parte, los investigadores Carmelo Peralta y Néstor Cuellar, del CIPCA, demuestran que el ingreso económico de un sistema de manejo ganadero semi-intensivo de 5 años con aproximadamente 500 hectáreas con hasta 200 cabezas de ganado genera “más del doble de los ingresos económicos anuales de hasta Bs. 83.184 que un sistema extensivo con características similares”.
Hay otras alternativas, como los sistemas de riego y microrriego tecnificado, que por razones de espacio tendrán que ser tratados en otra oportunidad.