La innovación prospera mucho más en ambientes cooperativos
Recientes investigaciones con datos empíricos muestran que “los emprendedores exitosos, y los sistemas innovativos exitosos dentro de los que éstos operan, como el Silicon Valley (California) o Route 128 (Massachusetts), son la antítesis de las personas de negocio racionales, que está...



Recientes investigaciones con datos empíricos muestran que “los emprendedores exitosos, y los sistemas innovativos exitosos dentro de los que éstos operan, como el Silicon Valley (California) o Route 128 (Massachusetts), son la antítesis de las personas de negocio racionales, que está únicamente motivadas por el dinero”.
Así lo afirma el antropólogo evolucionista de la Universidad de Connecticut (EEUU) y vicepresidente del Instituto Evolución, Peter Turchin, y agrega que “según la lógica evolucionaria del emprendimiento, es la opuesta a la de los individuos y empresas depredadoras, supercompetitivas; éstas son eliminadas por selección natural, y sólo los cooperativos sobreviven”.
Turchin es un seguidor de la teoría de la Selección Cultural Multinivel (CMLS por su acrónimo en inglés), porque, según afirma, ésta ayuda a clarificar la relación entre competencia y cooperación: “La competencia entre grupos (hasta el nivel de sociedades enteras) fomenta la cooperación dentro del grupo. La competencia dentro de los grupos (entre los miembros del grupo) destruye la cooperación”.
Pero también porque la teoría CMLS es aplicable no sólo a organizaciones políticas como los Estados, sino también a organizaciones económicas, como las empresas que compiten en el mercado.
Por su parte, los californianos Victor Hwang y Greg Horowitt, en su reciente libro titulado “El Bosque: el Secreto para Construir el Próximo Silicon Valley”, refuerzan lo afirmado por Turchin basándose en hallazgos empíricos.
Según Hwang y Horowitt, “los Bosques (palabra utilizada por estos autores para referirse a los sistemas/ambientes propicios para la innovación) dependen de que las personas no se comporten como actores racionales. Para que los Bosques sean sostenibles, se debe restringir la codicia. Los típicos capitalistas de riesgo de comportamiento depredador podrán ganar un poco en el corto plazo, pero no sobreviven mucho tiempo en el negocio y son incapaces de construir empresas duraderas”.
Ni racional ni irracional: extra-racional
Uno de los aportes más relevantes del libro de Hwang y Horowitt es enfocarse en las motivaciones extrarracionales, es decir, aquellas que trascienden la clásica división entre lo racional y lo irracional. Las motivaciones extrarracionales no suelen ser consideradas como impulsores clave de la creación de valor económico.
Éstas incluyen “la emoción de la competencia, altruismo humano, sed de aventura, el deleite por el descubrimiento y la creatividad, el cuidado por las generaciones futuras, y un deseo por encontrar el significado de la propia vida, entre muchas otras”.
El trabajo de años de los autores les ha llevado a concluir que estos tipos de motivaciones no son solamente buenas, sino que “de hecho, son los ladrillos imprescindibles para construir el Bosque”.
Cabe aclarar que Hwang y Horowitt no son científicos. Son empresarios, y también tienen fundaciones y organizaciones que apoyan a las empresas nuevas, e incluso han trabajado como asesores para distintas instituciones oficiales de EEUU y otros países. Pero no son científicos y su libro no consiste en un riguroso estudio científico.
Sin embargo, se han pasado décadas juntando a capitalistas de riesgo con emprendedores, tanto en California como en países como Japón, Taiwán, países escandinavos, Nueva Zelanda, México, Egipto, Kazajistán, Colombia, Arabia Saudita e incluso los territorios palestinos. Su vasta experiencia y sus fundamentos empíricos logran compensar, según algunos académicos como David Sloan o el propio Turchin, la falta de metodología científica de su libro.
Las cuatro claves
Tras años de trabajo, Hwang y Horowitt consideran que hay cuatro factores clave que ayudan a que prosperen los “Bosques”, es decir esos ambientes pro-innovación como Silicon Valley.
Primero, la diversidad, que permiten que gente con diferentes conocimientos y habilidades trabaje de manera conjunta. Por ejemplo, un científico, un inversionista, un ingeniero, un especialista de ventas y un administrador.
Segundo, las ya mencionadas motivaciones extrarracionales. Esto porque los actores racionales excesivamente egoístas son simplemente incapaces de cooperar (con la diversidad) para lanzar una empresa innovadora exitosa. Tercero: confianza social. La cooperación exitosa es la única forma de vencer las negativas probabilidades con las que se enfrentan los startups de innovación. Y la cooperación necesita confianza.
Finalmente, se necesita un conjunto de normas sociales que regulen el comportamiento de los distintos agentes cooperantes, así como la voluntad de éstos para cumplirlas y hacerlas cumplir mediante diversas formas de sanción o incentivo.
Repensando el capitalismo
Al respecto, Turchin agrega que “muchos emprendedores exitosos (como Steve Jobs o Elon Musk) claramente no fueron motivados solamente por el dinero. Naturalmente, no regalaron sus fortunas, y muchos innovadores exitosos posiblemente sólo quieren hacerse ricos. Pero la idea de que el capitalismo es un sistema realmente construido en el mejor uso de nuestros vicios, incluyendo la codicia, es equivocada”.
Y según el antropólogo, es justamente por ello que cuando los gobiernos y corporaciones tratan de incentivar la innovación enfocándose únicamente en mecanismos financieros, “los resultados globales son de fracaso”.
Estas evidencias, afirma Turchin, permiten “rechazar la teoría de que el crecimiento económico, basado en la innovación, se mueve por agentes egoístas y racionales, y también ayudan a explicar por qué”.