Impuestos a los más ricos para financiar “inversión verde”
El empresario norteamericano y estudioso de la economía, Steve Roth, considera que países como EEUU deberían probar los límites del gasto público para impulsar el uso de recursos no utilizados -tanto de capital y capacidades humanas como de recursos naturales renovables- con el fin de...



El empresario norteamericano y estudioso de la economía, Steve Roth, considera que países como EEUU deberían probar los límites del gasto público para impulsar el uso de recursos no utilizados -tanto de capital y capacidades humanas como de recursos naturales renovables- con el fin de “salvar el mundo y alcanzar la prosperidad inclusiva”.
Quienes abogan por la austeridad, el equilibrio fiscal a ultranza y la reducción del Estado, suelen usar como argumentos los peligros del déficit, de la inflación y el aumento de la deuda. Y con ello han estado logrando no solamente evitar una transición tecnológica hacia nuevas matrices productivas, sino incluso reducir los impuestos a los más ricos, bajo el supuesto de que esto beneficia al conjunto de la economía. Algo con lo que muchos otros están en desacuerdo.
De hecho, Roth -autor de varias publicaciones en medios especializados- enfatiza que además de haber una abundancia de recursos humanos y naturales no utilizados, la historia de las tasas de inflación en EEUU muestra que ese país “no está ni cerca del punto donde el gasto exceda la capacidad de los recursos reales (mayormente las personas) para producir y ofertar bienes y servicios de manera que la inflación empiece a morder”.
Asimismo, el experto agrega que “hace más de dos siglos (tres en el caso del Reino Unido) que EEUU no paga su deuda nacional. El cuento de que de repente tendrá que pagarla es básicamente un gran malentendido. No hay un Armagedón económico global”, por lo que “el gobierno podría gastar mucho más para aprovechar los recursos no usados para salvar el planeta sin siquiera tocar el problema de la inflación”.
En síntesis, Roth propone que el déficit estadounidense sea puesto a prueba fuertemente, ya que, como nunca se ha llegado a una situación crítica, “necesitamos averiguar” cuál es realmente el límite, y en el camino, mejorar las condiciones ambientales y materiales.
Además, “hay muchas herramientas para controlar la inflación, como las tasas de interés de la Reserva Federal (Fed)”. Aunque la herramienta más interesante para este empresario es el aumento de impuestos a los más ricos, afirma.
El problema es político
Sin embargo, la propuesta de aumentar impuestos a los super ricos -algo que en los últimos tiempos está en tapete desde Obama y que ha sido retomado por el candidato Bernie Sanders- tiene como freno el costo político. Como se sabe, son los ciudadanos y empresas más acaudaladas de EEUU quienes financian a ambos partidos políticos (Demócrata y Republicano) y por tanto tienden a frenar este tipo de iniciativas tanto a nivel legislativo como ejecutivo.
Roth reconoce que, si bien el impuesto a los ricos es por ahora difícil de aplicar, también hace notar que “el quintil más rico es responsable por el 40-50% del consumo de los hogares, así que realmente hay buena tracción ahí”.
Además, afirma que un sistema de impuestos más progresivo ayuda a cambiar los patrones de consumo, que a su vez cambia los patrones de producción (las empresas producen cosas porque la gente las compra).
En este sentido, explica que “los ricos gastan más en bienes de consumo de alta emisión de CO2 (y baja utilidad por dólar), como los viajes aéreos, yates, carros grandes y costosos, y gigantes (y vacías) casas. Este tipo de gasto asigna recursos (el esfuerzo de las personas) a satisfacer deseos (no necesidades)”, mientras se contribuye activamente al calentamiento global.
Por tanto, el experto considera que “si ese dinero se acopia mediante un impuesto y luego se gasta en una extendida inversión verde, estaremos el doble de cerca de la meta de salvar el plantea”.
Si la torta se distribuye mejor, crece para todos
El año 2012, el académico y estadístico libanes-estadounidense, Nassim Taleb, realizó un experimento usando análisis matemáticos y estadísticos. Sus hallazgos mostraron que si unas pocas personas ricas (que dominan el gobierno, el sistema financiero y la economía) pueden decidir entre hacer crecer la torta colectiva o solamente agarrarse una tajada más grande, harían lo segundo.
Roth explica esta dinámica: la concentración de riqueza estrangula los flujos de gasto, producción e ingresos, y acelera la acumulación de riqueza en sí misma. Esto porque “la gente más pobre gasta un porcentaje más grande de su ingreso que la gente rica. Así que si se transfiere menos dinero a los ricos (o más a los pobres), hay más gasto, así que los productores producen más (se ven incentivados), hay más excedentes de la producción, más ingresos, más riqueza”.
Al contrario, a medida que la riqueza se transfiere hacia los ricos y la concentración de riqueza aumenta, la riqueza total de una sociedad crece más lentamente.
Cobrar para gastar
La propuesta del empresario norteamericano sugiere cobrar más impuestos a los más ricos porque “impuestos más progresivos nos darán el espacio fiscal que necesitamos para realizar el gasto que necesitamos, permitiéndonos emplear los recursos no utilizados para producir bienes y servicios realmente valiosos y que contribuyan a salvar al mundo, sin generar déficits que en exceso podrían causar inflación”.
Pero también está a favor de gastar incluso si hay déficit porque “no sabemos cuál es el límite de inflación y déficit en este momento, hay que averiguarlo”.
Y todo esto antes de siquiera considerar “los perniciosos efectos políticos y económicos de la concentración de riqueza y poder, concentración que los impuestos progresivos atacan directamente, en especial a lo largo de años y décadas”.