Renta básica muestra que las condicionalidades no funcionan
El experimento finlandés con la Renta Básica Universal (RBU) llegó a su fin. Los primeros resultados publicados están dando la razón a quienes querían probar que recibir dinero de forma incondicional incentiva a no participar activamente de la sociedad. “Deberían empezar a mostrar...



El experimento finlandés con la Renta Básica Universal (RBU) llegó a su fin. Los primeros resultados publicados están dando la razón a quienes querían probar que recibir dinero de forma incondicional incentiva a no participar activamente de la sociedad.
“Deberían empezar a mostrar alguna evidencia empírica al respecto”, afirma el experto Alberto Tena, refiriéndose a los escépticos de la RBU.
Tena, un politólogo especializado en Políticas Públicas y Sociales, becario del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) de México y que realiza un doctorado en la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Cuajimalpa, apunta también al propio gobierno finlandés, compuesto por una coalición de centroderecha.
“El marco de trabajo de este gobierno y su orientación política en la experimentación está totalmente enmarcada dentro de lo que conocemos como el ‘paradigma de la activación laboral’. Se trata de buscar sistemas institucionales orientados a aumentar la ‘empleabilidad’ de los trabajadores. Este sesgo ‘empleocentrista’ del gobierno de centroderecha finlandés es con el que se puso en marcha el proyecto piloto de RBU”, explica.
Para el académico, es desde este enfoque de donde surgen “la mayoría de los límites que podemos encontrar” en el experimento finlandés y es también “el origen de la mayoría de titulares desinformados sobre el ‘fracaso’ del experimento”.
El enfoque empleocentrista
El gobierno finlandés quería ver si la RBU podría promover una participación más activa de la población en el mercado laboral -aceptando tipos de trabajo que de otra forma no aceptarían-, y mejorar los incentivos que generaban las actuales prestaciones condicionadas.
En palabras de Tena, el gobierno lo que quiere es saber si una RBU “permitiría a los desempleados aceptar de manera más fácil los empleos existentes. En ese sentido, la posibilidad de compatibilizar la prestación de la RBU y un trabajo debía servir no para tener más libertad a la hora de no aceptar un trabajo que no se desea, sino para poder aceptar trabajos de corta duración y a tiempo parcial”.
Este enfoque chocó desde un principio con la posición de los investigadores del Instituto de Seguridad Social Finlandés Kela, que fueron quienes por Ley eran los llamados a medir y generar los resultados del experimento.
La postura de Kela fue siempre más amplia, y junto con otros expertos y simpatizantes de la medida, abogaban por una RBU que no sea “empleocéntrica”, sino que busque generar y medir otros efectos, como la libertad que se puede ganar para realizar trabajos más gratificantes, útiles o relevantes, y un largo etcétera.
Poner condiciones no funciona
Hace casi un año, el profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, Daniel Raventós, advertía que “cuando se es perceptor de un subsidio condicionado, existe un fuerte desincentivo a buscar y realizar trabajo remunerado, pues ello implica la pérdida total o parcial del subsidio”.
Esta situación implica una permanencia en la situación de pobreza que fue el punto de partida para recibir el subsidio, lo que significa que poner condiciones para entregar el subsidio genera una forma de “trampa de la pobreza”.
Entre los primeros resultados del experimento finlandés, presentados preliminarmente por Kela, se halló que “no hubo ninguna diferencia estadísticamente significativa entre los receptores de RBU y los de subsidio de desempleo (condicionado) en la búsqueda de empleo”.
En otras palabras, este resultado le da la razón a Raventós y afines, que consideran que una excesiva condicionalidad de las políticas de transferencia de rentas en realidad no mejora el empleo ni la empleabilidad. Incluso los receptores de la RBU tenían medio día más de empleo en el mercado laboral que el grupo de control. Esto incluso pese al enfoque estrecho del experimento.
Bienestar de las personas
Donde los resultados sí fueron estadísticamente significativos fue en los datos de la encuesta que quería medir la sensación de bienestar de las personas: Los receptores de RBU experimentaron mucho menos problemas de salud, estrés y capacidad de concentración que el grupo de control.
Tenían además mucha más confianza en su propio futuro, en las perspectivas sobre el futuro de su empleo, en la confianza de poder abrir un negocio propio y su capacidad para influir en los problemas sociales.
Asimismo, los sujetos participantes en el programa piloto expresaron mucha más confianza que el grupo de control en sus políticos y en sus instituciones. Además “en general, los beneficiarios de la RBU tenían una visión claramente más positiva de la RBU que el grupo de control”, subraya el informe de Kela.
De esta manera, Tena considera que las interpretaciones negativas de estos resultados preliminares sólo tienen sentido desde el punto de vista del paradigma de la empleabilidad (empleocentrismo), y en ningún caso desde el punto de vista de los debates científicos sobre la RBU.
“Este experimento se suma al conjunto de evidencia empírica que tenemos sobre la Renta Básica y la carga de prueba empieza a estar indefectiblemente del otro lado: los que quieren probarnos que recibir dinero de forma incondicional nos haría no participar activamente de la sociedad, deberían empezar a mostrar alguna evidencia empírica al respecto”, puntualiza.
No se trata, entonces, de un rentismo en el sentido clásico, sino de generar otro tipo de condiciones para que la población desarrolle mejor sus capacidades y oportunidades en libertad y con tranquilidad.