Brasil: ¿se expandirá el efecto Trump hacia Latinoamérica?
El historiador argentino y profesor de historia en la Universidad New School for Social Research de Nueva York, Federico Finchelstein, calificó recientemente a Jair Bolsonaro, el candidato de la extrema derecha en las presidenciales de Brasil, como el “Trump brasileño”. En gran parte, el...



El historiador argentino y profesor de historia en la Universidad New School for Social Research de Nueva York, Federico Finchelstein, calificó recientemente a Jair Bolsonaro, el candidato de la extrema derecha en las presidenciales de Brasil, como el “Trump brasileño”.
En gran parte, el apodo es apropiado porque el propio Bolsonaro, en una visita a EEUU a principios de septiembre, afirmó: “Trump es un ejemplo para mí. Sé de la distancia entre Trump y yo. Pero espero acercármele por el bien de Brasil y de EEUU. Sirve para llevar ejemplos de aquí para Brasil”.
Para Finchelstein, Bolsonaro “representa una nueva marca de populismo en Latinoamérica, una que retorna a sus orígenes fascistas a lo largo del mundo”. Según el experto, “el populismo latinoamericano es presentado en los medios usualmente –y en general equivocadamente- como un fenómeno de la izquierda. Quizá eso ayuda a explicar por qué esta peligrosa, xenófoba y violenta amenaza a la democracia en el país más grande de América Latina ha sido ignorada en la prensa estadounidense”.
En efecto, Bolsonaro ha estado liderando las encuestas, aunque se ha acercado el candidato de Lula, Fernando Haddad, para las elecciones que se llevan a cabo hoy 7 de octubre. Se espera que haya una segunda vuelta muy pareja. Habrá que esperar para saber. La llave la tiene el electorado de Brasil.
El rol del controversial Steve Bannon
La figura de Steve Bannon no es tan famosa en Sudamérica como la de Trump. Pero el presidente norteamericano le debe en parte su triunfo electoral. Bannon es un ejecutivo de los medios de comunicación de la extrema derecha en EEUU. Es una figura pública, acrecentada a través de su ex sitio Breitbart News, desde donde ayudó a generar una corriente de opinión pública favorable a Trump, llegando a ser estratega oficial del ahora presidente.
En agosto de este año, el hijo de Jair Bolsonaro y actual diputado, Eduardo Bolsonaro, anunció que Steve Bannon se sumaba a la campaña de su padre por la presidencia de Brasil como una especie de “consejero eventual”, sin pago.
Los Bolsonaro piensan que Bannon puede ser de ayuda justamente por lo parecido que es Jair con Trump: “El mismo tratamiento que recibió Trump lo recibe Bolsonaro aquí. Todos esos rótulos de racista, fascista, Nazi, homofóbico. Son prácticamente la misma cosa. Los dos luchan contra el establishment. Y de manera independiente”.
Sin embargo, Finchelstein considera que Bannon tiene poco que ofrecer en materia de estrategia, nuevas ideas o know-how electoral. Su aporte es más que nada “un enlace simbólico con la exitosa campaña de Trump”, ya que ven en él “la evidencia de que el populismo violento tiene potencial para triunfar”.
En ese sentido, lo que realmente hacen las figuras de Bannnon y de Trump para Bolsonaro es “legitimar su propio racismo extremista y sus propuestas y prácticas violentas. Si esto puede pasar en una potencia mundial como EEUU, ¿por qué no aquí (en Brasil)?”, agrega el experto.
El renacimiento del fascismo
Como historiador, Finchelstein explica que “el fascismo, históricamente, llevaba hacia la creación de dictaduras. Emergió dentro de democracias y las destruyó. En cambio el populismo hizo lo opuesto. Después de la derrota global del fascismo, los populistas llegaron al poder por primera vez en Latinoamérica, representando una reformulación del fascismo para tiempos democráticos. Un elemento clave en esta transformación histórica fue que los populistas abrazaron la democracia y dejaron atrás la violencia política y el racismo que definía al fascismo”.
Sin embargo, esto cambió con los populismos de derecha de hoy en día. “El racismo otra vez se vuelve una herramienta clave para los populistas como Trump y Bolsonaro. También están desechando la parte democrática del populismo y abrazando sus raíces fascistas”, advierte el académico.
Efectivamente, Bolsonaro ha adoptado un tinte violento y excluyente. Los medios de prensa muestran que varias veces ha dicho que los criminales deberían ser ejecutados en vez de ser enjuiciados. Defendió la dictadura militar. Acusó a los afro-brasileros de ser gordos y flojos y defendió el castigo físico contra los niños para evitar que se vuelvan homosexuales.
En un momento también dijo a una congresista de su país que “no la violaría porque no se lo merece”. Y al igual que Trump, el brasileño defendió varias veces el uso de la tortura, llegando incluso a decir que el gran error de la dictadura fue que solamente torturó en vez de matar.
Neoliberalismo autoritario
Durante su campaña, Bolsonaro ha prometido reducción de impuestos corporativos, austeridad amigable a los inversionistas extranjeros y desregulación. Esta mezcla de neoliberalismo económico con autoritarismo no es nueva. De hecho, como recuenta Finchelstein, el neoliberalismo coexistió con dictaduras como la de Augusto Pinochet en Chile y la de la junta militar en Argentina en la década de 1970.
Pero “en muchas formas, Bolsonaro y Trump están más cerca de las dictaduras de Pinochet y los generales argentinos que de sus predecesores populistas de derecha” como Carlos Menem en Argentina y Fernando Collor de Mello en Brasil.
Y al igual que Trump, “Bolsonaro quiere cerrar las distancias históricas entre fascismo y populismo. El populismo de Bolsonaro constituye una real y presente amenaza contra la democracia en América Latina, y no debe ser ignorada”, sentencia Finchelstein.
En gran parte, el apodo es apropiado porque el propio Bolsonaro, en una visita a EEUU a principios de septiembre, afirmó: “Trump es un ejemplo para mí. Sé de la distancia entre Trump y yo. Pero espero acercármele por el bien de Brasil y de EEUU. Sirve para llevar ejemplos de aquí para Brasil”.
Para Finchelstein, Bolsonaro “representa una nueva marca de populismo en Latinoamérica, una que retorna a sus orígenes fascistas a lo largo del mundo”. Según el experto, “el populismo latinoamericano es presentado en los medios usualmente –y en general equivocadamente- como un fenómeno de la izquierda. Quizá eso ayuda a explicar por qué esta peligrosa, xenófoba y violenta amenaza a la democracia en el país más grande de América Latina ha sido ignorada en la prensa estadounidense”.
En efecto, Bolsonaro ha estado liderando las encuestas, aunque se ha acercado el candidato de Lula, Fernando Haddad, para las elecciones que se llevan a cabo hoy 7 de octubre. Se espera que haya una segunda vuelta muy pareja. Habrá que esperar para saber. La llave la tiene el electorado de Brasil.
El rol del controversial Steve Bannon
La figura de Steve Bannon no es tan famosa en Sudamérica como la de Trump. Pero el presidente norteamericano le debe en parte su triunfo electoral. Bannon es un ejecutivo de los medios de comunicación de la extrema derecha en EEUU. Es una figura pública, acrecentada a través de su ex sitio Breitbart News, desde donde ayudó a generar una corriente de opinión pública favorable a Trump, llegando a ser estratega oficial del ahora presidente.
En agosto de este año, el hijo de Jair Bolsonaro y actual diputado, Eduardo Bolsonaro, anunció que Steve Bannon se sumaba a la campaña de su padre por la presidencia de Brasil como una especie de “consejero eventual”, sin pago.
Los Bolsonaro piensan que Bannon puede ser de ayuda justamente por lo parecido que es Jair con Trump: “El mismo tratamiento que recibió Trump lo recibe Bolsonaro aquí. Todos esos rótulos de racista, fascista, Nazi, homofóbico. Son prácticamente la misma cosa. Los dos luchan contra el establishment. Y de manera independiente”.
Sin embargo, Finchelstein considera que Bannon tiene poco que ofrecer en materia de estrategia, nuevas ideas o know-how electoral. Su aporte es más que nada “un enlace simbólico con la exitosa campaña de Trump”, ya que ven en él “la evidencia de que el populismo violento tiene potencial para triunfar”.
En ese sentido, lo que realmente hacen las figuras de Bannnon y de Trump para Bolsonaro es “legitimar su propio racismo extremista y sus propuestas y prácticas violentas. Si esto puede pasar en una potencia mundial como EEUU, ¿por qué no aquí (en Brasil)?”, agrega el experto.
El renacimiento del fascismo
Como historiador, Finchelstein explica que “el fascismo, históricamente, llevaba hacia la creación de dictaduras. Emergió dentro de democracias y las destruyó. En cambio el populismo hizo lo opuesto. Después de la derrota global del fascismo, los populistas llegaron al poder por primera vez en Latinoamérica, representando una reformulación del fascismo para tiempos democráticos. Un elemento clave en esta transformación histórica fue que los populistas abrazaron la democracia y dejaron atrás la violencia política y el racismo que definía al fascismo”.
Sin embargo, esto cambió con los populismos de derecha de hoy en día. “El racismo otra vez se vuelve una herramienta clave para los populistas como Trump y Bolsonaro. También están desechando la parte democrática del populismo y abrazando sus raíces fascistas”, advierte el académico.
Efectivamente, Bolsonaro ha adoptado un tinte violento y excluyente. Los medios de prensa muestran que varias veces ha dicho que los criminales deberían ser ejecutados en vez de ser enjuiciados. Defendió la dictadura militar. Acusó a los afro-brasileros de ser gordos y flojos y defendió el castigo físico contra los niños para evitar que se vuelvan homosexuales.
En un momento también dijo a una congresista de su país que “no la violaría porque no se lo merece”. Y al igual que Trump, el brasileño defendió varias veces el uso de la tortura, llegando incluso a decir que el gran error de la dictadura fue que solamente torturó en vez de matar.
Neoliberalismo autoritario
Durante su campaña, Bolsonaro ha prometido reducción de impuestos corporativos, austeridad amigable a los inversionistas extranjeros y desregulación. Esta mezcla de neoliberalismo económico con autoritarismo no es nueva. De hecho, como recuenta Finchelstein, el neoliberalismo coexistió con dictaduras como la de Augusto Pinochet en Chile y la de la junta militar en Argentina en la década de 1970.
Pero “en muchas formas, Bolsonaro y Trump están más cerca de las dictaduras de Pinochet y los generales argentinos que de sus predecesores populistas de derecha” como Carlos Menem en Argentina y Fernando Collor de Mello en Brasil.
Y al igual que Trump, “Bolsonaro quiere cerrar las distancias históricas entre fascismo y populismo. El populismo de Bolsonaro constituye una real y presente amenaza contra la democracia en América Latina, y no debe ser ignorada”, sentencia Finchelstein.