Los países contaminantes no pagan por bienes ambientales
“Países como Ecuador aportan menos del 0,1% del total de emisiones de CO2 del mundo, pero sufre las consecuencias el cambio climático”, aseveró el presidente ecuatoriano Rafael Correa, en su intervención durante la septuagésima Asamblea General de la ONU, celebrada recientemente en Nueva...



El mandatario criticó la “perversa lógica de privatizar los beneficios y socializar las pérdidas. Solo el poder justifica esto. Como dijo Sócrates: la justicia es tan solo la conveniencia del más fuerte”.Correa también denunció que “los mayores contaminantes globales no pagan nada por consumir bienes y servicios ambientales. Creen que no tiene costo. Pero esa generación es costosa no en costos directos, sino en cuanto a lo que renunciamos por mantener esos activos ambientales, ese es el costo de oportunidad”. “Muchos exigen sin solvencia moral que no se explote petróleo de Amazonía. Eso implica costos inmensos por ingreso no recibido, el costo de cada día que transcurre para un niño sin escuela, para gente muriendo por enfermedades evitables, etc.”, indicó. En este sentido, sólo si los países ricos compensan su consumo de bienes y servicios ambientales se podrá evitar que los países pobres financien su desarrollo explotando sus recursos naturales. “La conservación (de la naturaleza) en países pobres no será posible si esta no genera claras y directas mejoras en el nivel de vida de la población. El acceso a ciencia y tecnología es vital para países pobres en la lucha contra el cambio climático y la pobreza. Es indispensable que las tecnologías mitigadoras del cambio climático sean declaradas bienes públicos globales y de libre acceso”, manifestó Correa.Su lógica tiene sentido: la ciencia, la tecnología, el conocimiento, son bienes que no tienen costo marginal al ser consumidos por una persona adicional. En palabras del mandatario, “si tú tienes una idea y yo una idea, intercambiamos y cada uno tiene 2 ideas”. Este tipo de bienes son los que deberían ser de libre acceso.Todo lo contrario ocurre con los bienes escasos, como los ambientales, donde cada parte consumida por persona adicional tiene un costo creciente por la desaparición de ese recurso. “Este tipo de bienes son los que deberían tener el consumo restringido”, dice Correa, “para evitar lo que GarretHardin llama la tragedia de los comunes”.La Tragedia de los Comunes es el dilema en el que muchos individuos actuando racionalmente en su propio interés pueden en última instancia destruir un recurso compartido y limitado, incluso cuando es evidente que esto no beneficia a nadie a largo plazo.“Nos enfrentamos ahora a la tragedia de los comunes globales. Hay una Tierra, una atmósfera, una fuente de agua y seis mil millones de personas compartiéndolas. Deficientemente. Los ricos están sobreconsumiendo y los pobres esperan impacientes a unírseles”, graficó acertadamente el psicólogo Barry Schwartz.Responsabilidades y paradojas“Las emisiones se han multiplicado en 3,6 veces en 50 años, o sea un aumento promedio anual de 2,6%. En 28 años las emisiones actuales se habrán duplicado”, detalla el mandatario, una aparente contradicción que se explica porque el consumo de energía y la generación de emisiones son directamente proporcionales al nivel de ingreso, o sea que “un habitante de países ricos emite 38 veces más CO2 que uno de países pobres”.Si bien hay impactos ambientales ligados a la pobreza, como la erosión de suelos, disposición de residuos sólidos sin tratamiento, etc., para JasonHickel, de la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres (London School of Economics), la culpa de toda esta crisis global “se debe casi enteramente al sobreconsumo de los países ricos”. De hecho, para mantener el actual nivel de consumo impulsado por los países ricos se necesitarían 1.6 planetas Tierra, ha revelado otra organización.Asimismo, existe una “abismal” brecha en eficiencia energética entre países ricos y pobres, y que creció en casi 5 veces entre 1971 y 2010. La superación de estas brechas se logra “con conocimiento, ciencia y tecnología. También hay disparidad entre ricos y pobres: ricos solicitan 1 millón 360 mil patentes. Todos los pobres en conjunto solicitaron apenas 9170 patentes”, afirmó Correa.
Pobreza y desigualdad
El mandatario recordó, con cifras en mano, que hay al menos 164 millones de personas en América Latina que viven en la pobreza, de los cuales 68 millones continúan en la pobreza extrema.Según el Asesor para la División de África, Países Menos Desarrollados y Programas especiales de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD por sus siglas en inglés), David Woodward, aun siendo optimistas, la pobreza extrema tardará al menos 100 años en erradicarse si se considera la línea de 1.25 dólares diarios por persona, y más de 200 años si consideramos una línea de 5 dólares.En este escenario, Correa manifestó que “la superación de la pobreza es el mayor imperativo moral que tiene el planeta”, y advirtió que “por primera vez en la historia de la humanidad la pobreza no es fruto de la escasez de recursos o factores naturales, sino de sistemas injustos y excluyentes, fruto de perversas estructuras de poder”.Estas declaraciones están respaldadas científicamente. Un ejemplo se visibilizó hace varios meses cuando los investigadores Gustavo Duch y Fernando Fernández mostraron la paradoja sobre la alimentación en el mundo actual: “estamos produciendo alimentos suficientes para el doble de las personas que vivimos en este planeta”, mientras hay unas “1000 millones de personas que sufren hambre”.