Lo de Andy Ruiz fue un bonito sueño de verano
Sabía todo cuanto haría Joshua para evitar la pelea en el espacio breve entre ambos cuerpos y no lo pudo evitar. Es probable que los siete kilos más que pesó respecto del combate anterior (128 ahora contra 121 en Junio) hubiesen conspirado contra su movilidad anulándole contraataque...



Sabía todo cuanto haría Joshua para evitar la pelea en el espacio breve entre ambos cuerpos y no lo pudo evitar.
Es probable que los siete kilos más que pesó respecto del combate anterior (128 ahora contra 121 en Junio) hubiesen conspirado contra su movilidad anulándole contraataque alguno. En el sentido contrario, el pugilista británico bajó 5 kilos en los últimos seis meses lo que le permitió lucir más veloz aumentando su dinámica de traslado, factor fundamental de su táctica de riesgo cero.
Así como el corazón de Ruiz no cabe en la anatomía escultural de Joshua, la exacta cerebración de éste no entra en la cabeza de Andy.
Esta vez el boxeador de dudoso temple ante la adversidad pudo más que el peleador sin distancia para consumar sus embates de respetable potencia.
Joshúa ha recuperado su corona por tres factores fundamentales:
1.- Un impecable manejo del jab de izquierda que mantuvo siempre lejos y a contrapié los intentos de ingreso de Ruiz a la corta distancia,
2.- Un estado físico excepcional que respaldó a sus armoniosos movimientos de piernas en las salidas laterales o en retroceso siempre más veloces que las de Ruiz siempre lanzado al ataque frontal y previsible, y,
3.- Una disciplina táctica pocas veces advertida para cumplir con lo planeado y un gran manejo del equilibrio emocional pues nunca aceptó el mínimo cambio de golpes y siempre evitó hasta la mínima fricción.
Todo fue fugaz; todo duró poco.
Y será muy difícil que aún cuando se realice un tercer encuentro contra Joshua, Andy vuelva a ser Campeón Mundial de peso Pesado.
No importa, valió la pena soñar. Fue éste sueño el que le permitió que todo este emprendimiento de Matchroom Boxing por más de 100 millones de dólares pudiera realizarse en medio año, incluyendo el emplazamiento de un estadio para 15.000 personas en el Dirayah Oasis.
Valió la pena que miles de señores árabes con sus blancas túnicas y sus kuffyya cubriéndoles la cabeza se pusieran de pie para honrar al himno de México- país de sus padres impuesto por él- sumado a los del Reino Unido y al de los Estados Unidos.
Valió la pena que quienes se burlaban de él por gordito travieso, algo ingenuo y prepotente se sumaran al deseo de su triunfo, el triunfo de un hijo pródigo de la Baja California, lugar donde muchos de sus hermanos reciben escasos estímulos de la sociedad con la cual alternan.
Todo esa ilusión que se interrumpe, tuvo sentido.
Primero supo soñar cuando le compró a Bob Arum su propio contrato por 700.000 dólares y se lo vendió a porcentaje a Al Haymon si es que éste le conseguía una pelea por el Campeonato del Mundo, cosa que ocurrió.
Supo seguir soñando cuando se ofreció por Twitter para enfrentar a Joshua en Nueva York ante la deserción de Jarrell Miller, su rival programado, sancionado tras un control antidopaje.
Cual pandillero en el crepúsculo ocioso de su pueblo, Imperial, en la Baja California a 25 kilómetros de la frontera con México, Andy siguió soñando junto a sus amigos que bien podría estar la noche del 1 de Junio de 2019 en el Madison.
Todo fue un sueño en la meritoria carrera de Ruiz, el país de sus padres pues siempre sintió su pertenencia a la raza inclaudicable de esa incomparable estirpe y es por ello que el Canelo Álvarez estuvo presente y lo alentó enfáticamente .
El niño obeso que alguna vez entró al gimnasio para adelgazar, había alcanzado la celebridad. Y tal sueño era lo más fuerte que le ofrecía su vida a veces rante, en otras desorientada pero siempre ingenua y bondadosa.
La noche de Ryat con sus luces opulentas entrecruzadas iluminando príncipes y campeones había superado todo lo imaginable en aquella quimera sin final.
Atrás habían quedado los días de 10 ó 12 caramelos Snickers de chocolate relleno y las 6 hamburguesas de las visitas diarias a Mc Donalds.
Es probable que los siete kilos más que pesó respecto del combate anterior (128 ahora contra 121 en Junio) hubiesen conspirado contra su movilidad anulándole contraataque alguno. En el sentido contrario, el pugilista británico bajó 5 kilos en los últimos seis meses lo que le permitió lucir más veloz aumentando su dinámica de traslado, factor fundamental de su táctica de riesgo cero.
Así como el corazón de Ruiz no cabe en la anatomía escultural de Joshua, la exacta cerebración de éste no entra en la cabeza de Andy.
Esta vez el boxeador de dudoso temple ante la adversidad pudo más que el peleador sin distancia para consumar sus embates de respetable potencia.
Joshúa ha recuperado su corona por tres factores fundamentales:
1.- Un impecable manejo del jab de izquierda que mantuvo siempre lejos y a contrapié los intentos de ingreso de Ruiz a la corta distancia,
2.- Un estado físico excepcional que respaldó a sus armoniosos movimientos de piernas en las salidas laterales o en retroceso siempre más veloces que las de Ruiz siempre lanzado al ataque frontal y previsible, y,
3.- Una disciplina táctica pocas veces advertida para cumplir con lo planeado y un gran manejo del equilibrio emocional pues nunca aceptó el mínimo cambio de golpes y siempre evitó hasta la mínima fricción.
Todo fue fugaz; todo duró poco.
Y será muy difícil que aún cuando se realice un tercer encuentro contra Joshua, Andy vuelva a ser Campeón Mundial de peso Pesado.
No importa, valió la pena soñar. Fue éste sueño el que le permitió que todo este emprendimiento de Matchroom Boxing por más de 100 millones de dólares pudiera realizarse en medio año, incluyendo el emplazamiento de un estadio para 15.000 personas en el Dirayah Oasis.
Valió la pena que miles de señores árabes con sus blancas túnicas y sus kuffyya cubriéndoles la cabeza se pusieran de pie para honrar al himno de México- país de sus padres impuesto por él- sumado a los del Reino Unido y al de los Estados Unidos.
Valió la pena que quienes se burlaban de él por gordito travieso, algo ingenuo y prepotente se sumaran al deseo de su triunfo, el triunfo de un hijo pródigo de la Baja California, lugar donde muchos de sus hermanos reciben escasos estímulos de la sociedad con la cual alternan.
Todo esa ilusión que se interrumpe, tuvo sentido.
Primero supo soñar cuando le compró a Bob Arum su propio contrato por 700.000 dólares y se lo vendió a porcentaje a Al Haymon si es que éste le conseguía una pelea por el Campeonato del Mundo, cosa que ocurrió.
Supo seguir soñando cuando se ofreció por Twitter para enfrentar a Joshua en Nueva York ante la deserción de Jarrell Miller, su rival programado, sancionado tras un control antidopaje.
Cual pandillero en el crepúsculo ocioso de su pueblo, Imperial, en la Baja California a 25 kilómetros de la frontera con México, Andy siguió soñando junto a sus amigos que bien podría estar la noche del 1 de Junio de 2019 en el Madison.
Todo fue un sueño en la meritoria carrera de Ruiz, el país de sus padres pues siempre sintió su pertenencia a la raza inclaudicable de esa incomparable estirpe y es por ello que el Canelo Álvarez estuvo presente y lo alentó enfáticamente .
El niño obeso que alguna vez entró al gimnasio para adelgazar, había alcanzado la celebridad. Y tal sueño era lo más fuerte que le ofrecía su vida a veces rante, en otras desorientada pero siempre ingenua y bondadosa.
La noche de Ryat con sus luces opulentas entrecruzadas iluminando príncipes y campeones había superado todo lo imaginable en aquella quimera sin final.
Atrás habían quedado los días de 10 ó 12 caramelos Snickers de chocolate relleno y las 6 hamburguesas de las visitas diarias a Mc Donalds.