Del libro: RECUERDOS DE MI TIERRA de Tomás O’Connor d’Arlach. 1917
El Ángelus



El toque del Ángelus impregna mi alma
de vagos recuerdos y melancolía;
¡qué hora tan triste, que plácida calma
al llegar la noche y al morir el día!
Oh, tarde serena de Verano ardiente
en la fértil tierra de Tarija bella!
Se aspiran aromas en el tibio ambiente
y luce en el ciclo la primera estrella.
De grana y de gualda que bellos celajes
del cielo se muestran en grande extensión,
parecen las nubes etéreos encajes,
lentas las campanas tocan la oración.
Las gentes detienen un momento el paso
y tres veces rezan el Ave-María;
ya llega la noche, ya el sol en Ocaso
hundióse, murieron las luces del día.
Como fuegos fatuos luciérnagas brillan
entre la arboleda del parque sombrío,
y frotan sus élitros los grillos y chillan
entre la hojarasca y a orillas del río.
La noche ya llega, la tarde desmaya,
la luna en Oriente comienza a brillar,
un olor a rosas se siente en la playa
y en patios y calles olor de azahar.
El triste crepúsculo, que es mezcla confusa
de luz y de sombra llena la extensión;
del templo en la torre grazna una lechuza,
y rezan las gentes devota oración,
al oír que el toque del Ángelus suena.
Fervientes plegarias despiden al día;
de paz y de ensueños el alma se llena,
de vagos recuerdos y melancolía.