Del libro: “ACERCA DE LA CAPITALIDAD DE LA REPÚBLICA DE BOLIVIA”



EL MOVIMIENTO SUBVERSIVO
A juicio de David Alvéstegui, si el gobierno de Mariano Baptista no hubiera introducido el fraude y la violencia, en los comicios electorales del año 1896, para favorecer el triunfo de Severo Fernández Alonso, “sucesor designado por él mismo”, no se hubiesen producido las conspiraciones que el propio gobierno de Baptista presumía, poco antes de finalizar su mandato. Es más, el Cnel. José Manuel Pando, candidato por el partido Liberal, habría logrado el triunfo de su candidatura.
Tal probabilidad es posible que hubiera influido en el ánimo de Baptista para que primara en él “el compromiso implícito de sucesivas entregas del poder por el presidente cesante al sucesor designado por él mismo entre los ciudadanos del partido conservador..., compromiso que habíase iniciado ya en 1884, con el acuerdo entre Pacheco y Aniceto Arce”.[15]
La aplicación de tal política provocó un cambio de estrategia de lucha en el seno mismo del partido Liberal y, adoptando resueltamente el camino de la revolución, “quedó al acecho de la primera oportunidad para quebrantar eI orden constitucional y lanzarse a la toma del poder por medio de la fuerza”[16]. “Esa oportunidad -refiere Alvéstegui-, se presentó en diciembre de 1898 y fue en la ciudad de La Paz que estalló el movimiento”[17].
El año de 1897 se efectuaron las elecciones municipales en todo el país. En la ciudad de La Paz, dichas elecciones habían sido manipuladas por el gobierno de Fernández Alonso, arrojando como resultado de ello 6 concejalías en favor del oficialismo.
Este hecho provocó la reacción de todo el pueblo de La Paz y principalmente del partido de la oposición, que se resistía a aceptar, fundamentalmente, tan aplastante resultado, y que, por el contrario, aseguraba haber sido favorecido por el voto de la ciudadanía paceña.
“Sorprendidos e indignados, los liberales pidieron y obtuvieron la revisión del escrutinio que demostró los resultados reales, favorables a dicha facción política opositora... Los resultados fueron alarmantes para el régimen: cuatro concejales para los liberales y sólo dos para el oficialismo conservador...”[18]
No obstante los nuevos resultados, que pusieron de manifiesto la influencia dolosa del gobierno, el Prefecto del Departamento de La Paz, don Serapio Reyes Ortiz, recibió una comunicación del Ejecutivo en sentido de impedir la ceremonia de posesión del Concejo Municipal; disposición que no fue aceptada por la ciudadanía paceña, y que en actitud resuelta, procedió con el respectivo acto.
Tal desacato motivó que el Gobierno departamental hiciera uso de la fuerza pública, arremetiendo con furor contra toda persona que no se sujetara a las disposiciones emanadas del Supremo Gobierno, circunstancia en la que tuvo que lamentarse la muerte de un estudiante universitario.
Floren Sanabria[19] nos relata que “ante la gravedad de los hechos, el gobierno se vio obligado a ordenar que se desconociera al Concejo Municipal de La Paz y se ocupara el local del Consistorio. Los liberales salieron a las calles en son de protesta, obligando a intervenir a las fuerzas policiales que, en un violento choque callejero, victimaron al joven universitario Ezequiel Eduardo, dando así una nueva bandera a la oposición fanatizada”.
El 14 de noviembre de 1898; se instala en La Paz el Comité Federal bajo la dirección del señor Fernando Eloy Guachalla, quien dirige una comunicación a la representación del Norte que se encontraba en Sucre, proponiendo la necesidad de “iniciar ante el Congreso la Forma Federal, con carácter de mandato imperativo del pueblo y no como mera iniciativa parlamentaria".[20]
Son varios los historiadores que coinciden en afirmar que en realidad la moción de reforma constitucional, en sentido de lograr la federalización del país, constituyó simplemente un pretexto para el derrocamiento de Fernández Alonso, y no un objetivo conscientemente asumido por la cúpula liberal; y fue propugnada infortunadamente sólo para contrarrestar la “ley de radicatoria” propuesta por la representación del Sur.
Pero lo que resulta extraño es concebir que el partido Liberal hubiera entendido que al plantear la federalización, impactaría fuertemente los ánimos de la representación chuquisaqueña. ”Sin embargo, no fue así, porque cuando la moción fue presentada, causó la sorpresa consiguiente, mas no alarmó a los presentes...[21]
“La Cámara acepta en principio la reforma; pero a la vez votando por gran mayoría, y con exclusión unánime de los representantes paceños, la ley de Radicatoria”.[22]Es incuestionable, por tanto, concluir que el partido Liberal planteó al pueblo boliviano, dolosamente, la federalización del país, con el propósito de arrastrar a la mayoría de los pueblos y (fundamentalmente) a las huestes campesinas a la guerra civil contra el gobierno de Fernández Alonso para, de este modo, acceder al poder.
En cumplimiento de este plan y habiéndose presentado la oportunidad con la aprobación de la ley de radicatoria, los ciudadanos paceños “al influjo del partido liberal"[23], se pusieron en estado de apronte, organizándose en milicias de voluntarios con el firme propósito de organizar un ejército fuerte que, en caso necesario, pudiera hacer frente al gobierno de Fernández Alonso, radicado en Sucre.
El gobierno departamental, ante la decisión que había adoptado el pueblo paceño de tomar ciertas medidas contra ese poder, aceptó la conminatoria impuesta poniéndose al servicio de la causa federativa.
Se organiza la Junta de Gobierno Federal, bajo la conducción de los señores Serapio Reyes Ortiz, ex Prefecto de La Paz; Macario Pinilla, ex Ministro de Gobierno de Fernández Alonso; Fernando Eloy Guachalla, como presidente del Comité Federal; y Claudio Quintín Barrios, Munícipe de esta ciudad.
El Presidente Severo Fernández Alonzo, informado de estos aprestos, llegó a dudar, en principio, del éxito que pudiera alcanzar este movimiento subversivo. Para el gobierno constituía, obviamente, un problema de fácil solución. Contaba con los medios necesarios para doblegar a los revoltosos y, probablemente, en este entendido dejó pasar el tiempo.
Más tarde comprendió que esta rebelión iba tomando cuerpo y que la cuestión no resultaba ya tan fácil de remediar.
Por este motivo, a la cabeza de su ejército, y con lo más selecto de sus tropas, se dirigió a la ciudad de Oruro, donde ingresó el día lunes 19 de diciembre de 1898.
“Ya era tarde, los revolucionarios habían recibido armas y municiones (del Perú); y tenían perfectamente organizadas sus fuerzas bajo la dirección militar del coronel Pando y otros civiles... que sabrían demostrar una energía y un espíritu de organización bastante apreciable”.[24]
Es importante señalar en este punto, que el movimiento que se había iniciado en La Paz, recibía manifestaciones de adhesión de diferentes puntos del país, como las siguientes:
MARTES 14 DE MARZO DE 1899, DIRIGIDA AL DIRECTOR DEL BOLETÍN OFICIAL Y FIRMADA POR FERNANDO PÓ:
“Un grupo de jóvenes liberales, sucrenses de nacimiento y de corazón encarece a Ud., en nombre de los grandes intereses de la Patria, estrechamente vinculados al éxito de la revolución proclamada en la valerosa ciudad de La Paz, la importancia de hacer llegar al conocimiento de la Junta de Gobierno, y especialmente del coronel Pando, que el partido Liberal de Sucre, con poquísimas excepciones personales de ninguna significación, está al lado de su digno jefe y aplaude su actitud patriótica y valiente. Es preciso que el coronel Pando sepa que el Sud de la República, no sólo acepta sus esfuerzos y los aplaude, sino que la secunda en la medida de sus posibilidades: En el mismo departamento de Chuquisaca en la provincia Cinti, ha estallado un movimiento revolucionario con muy buen éxito, que inspira serios temores al gobierno y acaso sea el golpe de gracia dado al situacionismo: Los Jefes, Comandantes, Liborio Martínez y los señores Carlos V. y Lino Romero (sucrenses) tienen 300 hombres bien armados, con los cuales han atacado y tomado los parques de Tupiza y Cotagaita, reforzándose en ellos con 800 rifles; se encuentran en camino sobre Potosí, plaza que indudablemente será tomada.
Aquí mismo, en Sucre, ha sido descubierta una revolución en la columna encabezada por los señores Domingo L. Ramírez y Cosme Tovar, y por varios oficiales, entre ellos un capitán Pinto. En la provincia Charcas hay otra fuerza revolucionaria de 100 hombres armados al mando del valiente capitán Dulfredo Campos.
Todo esto prueba, pues, que el coronel Pando no está aislado y que en Sucre mismo lo rodean los buenos y leales liberales. No es cierto que el pueblo de Sucre, como un sólo hombre, esté del lado del gobierno unitario. Si bien no se puede negar que los situacionistas han explotado los sentimientos localistas de este pueblo y los han irritado hasta el extremo, también es verdad que una gran fracción piensa y obra con sensatez y espera en la regeneración social y política del país mediante el triunfo de la revolución. Saluda a usted, atento amigo S.S.”
Otro testimonio de apoyo al Cnl. Pando y a la revolución federal constituye la siguiente nota que transcribimos a continuación:
“Fue Santa Cruz uno de los departamentos que acarició durante largo tiempo la idea de conquistar el Gobierno Federal para llegar al progreso político y social que necesitaba el país. Y fue también el primer pueblo que dio a tan noble y gloriosa causa sus mártires. En los magníficos bosques de Santa Cruz se derramó sangre federal. No era extraño que ese patriota departamento, siguiera a La Paz en su noble empeño de establecer la Federación, para echar los cimientos de la futura grandeza de Bolivia”.
Más adelante consignaba que quedaban sujetos a la débil autoridad del poder unitario sólo dos pueblos: Sucre y Oruro.
“En las provincias del primero, ya han surgido con éxito, manifestaciones políticas; y en Oruro, a pesar de que allí reside la fuerza del Gobierno unitario, podemos asegurar que tenemos a nuestro favor a todo el pueblo: sus provincias nos pertenecen”.
Y con relación a algunas fallas que entrañaba el régimen unitario, apuntaba:
“Toda la República se ha levantado para reconquistar sus derechos y fundar la era de paz y prosperidad, que con tan imperiosa necesidad pedía el país. El sistema unitario de Gobierno se resentía de cierta estrechez de miras y procedimientos, había aceptado todas las costumbres y vicios del régimen español de la conquista. El Gobierno de Sucre restringía y restringía siempre, para guardar como sagrada reliquia, los derechos absurdos de la capital. Y así quitó a La Paz el parque, los fondos que le pertenecían, sus derechos reconocidos desde la proclamación de la República.
Era la guerra de cada momento, sorda, solapada y fría. Y con La Paz, sufrían los demás pueblos de la República.
Convencidos ya de que no podía sostenerse una situación tan cruel e injusta, los pueblos se han levantado para hacerla guerra, no al Alonso ni a Sucre,
sino al régimen caduco y defectuoso del que se servían para perpetuar una dominación de intereses personales y estrechos. Esa es la revolución federal. La bandera que han levantado los pueblos, no puede ser ni más justa ni más patriótica”.
La nota finalizaba señalando, entre otros aspectos, que el Beni se había adherido a la causa federal[25].
Transcurridos cuatro meses desde que Fernández Alonso había salido de Sucre a la cabeza del ejército nacional para enfrentar a los insurrectos de La Paz, y luego de una serie de contrastes sufridos por el capitán general en distintos puntos del altiplano paceño, como por ejemplo en Ayo Ayo, “donde un grupo de unitarios había sido salvajemente asesinado por los propios indios”[26], y con la finalidad de poner fin a esta situación que ocasionaba una matanza entre hermanos bolivianos, contribuyendo más bien a la destrucción de la patria, el coronel José Manuel Pando resolvió dirigir una comunicación al Presidente Fernández Alonso, que se encontraba al mando del ejército unitario en la ciudad de Oruro, a objeto de solicitarle que “proclamara la presidencia de Belisario Boeto, para que éste, constituyendo gobierno, convocara a la Nación a una Asamblea Constituyente”.
La nota dirigida en fecha 4 de marzo de 1899, desde la localidad de Caracollo, decía textualmente:
“Señor: Le dirijo la presente con el objeto de poner término honroso a la guerra civil que destroza al país.
Al hacerlo obro por mí solo, con la independencia de la Junta Federal, pero sí con el propósito de consultar y obtener su asentimiento.
También creo que usted, de idéntica manera obrará por sí mismo, sólo inspirado en el común deseo de evitar mayores daños al país. Para este objeto he avanzado hasta este punto, con la esperanza de que su respuesta será pronta y definitiva.
No tengo el propósito de atacar por el momento a Oruro, y me mantengo de guarnición en Sica Sica, para cubrir la ciudad de La Paz. Tampoco creo que usted, podrá hacer campaña feliz sobre el norte, dado los armamentos que tiene adquiridos para el caso de una defensa extrema.
Para nadie son desconocidos los males que está produciendo la actual guerra Intestina; a ellos pueden agregarse, como inevitables los de la guerra de razas que ya sobreviene, por impulso propio de la raza Indígena.
El esfuerzo que hiciéramos para poner término a esta guerra civil, y el acto de prevenir, contener y esterilizar la que se inicia por los indios, seria para todos honroso, si como lo espero, es aceptado por usted, el pensamiento.
El Partido Federal de La Paz, pide la reunión de una Constituyente, de libre elección, para que resuelva sobre la iniciativa que tiene presentada a la Nación. El partido Liberal de Bolivia sólo aspira a la libertad y pureza del sufragio.
De la armonía de estas aspiraciones, ha resultado esa unión sincera que hoy constituye la fuerza del departamento. De mi parte no he tomado las armas por el predominio del Norte sobre otros pueblos de la República, ni he pretendido desconocer los derechos de otros centros de población; he visto a mi ciudad natal en peligro después de consumada la revolución de 12 de diciembre, y sólo he consultado mis sentimientos, para ofrecerle mi espada.
Creo interpretar bien el patriotismo de mis colegas, al pensar que éste no ha de contrariarlas. Sólo hay una dificultad que superar, para que sea práctica esta iniciativa: Que Ud., proclame con el ejército de su mando, la Presidencia de Belisario Boeto, para que éste, constituyendo Gobierno, convoque a la Nación a una Asamblea Constituyente. Entonces su ejército y el de mis órdenes, bajo un solo mando, restablecerán la tranquilidad en el territorio de la República.
Si es de aceptación el pensamiento, puede señalar un lugar y día para que nos reunamos o enviemos representantes para acordar detalles. Me contrariaría que tomase usted, esta iniciativa como un síntoma de debilidad; el tiempo no tardaría en desengañarlo, pues su clara razón no puede desconocer que un pueblo que lucha por evitar su ruina y un retroceso de medio siglo, está dispuesto a todo sacrificio.
Quedo esperando la respuesta de usted, y me repito con esta ocasión su servidor muy atento".
Fdo. José Manuel Pando.
Antes de transcribir la respuesta del Dr. Severo Fernández Alonso, es importante conocer el contingente militar con que contaban los federalistas para enfrentar cualquier ataque del ejército unitario contra la ciudad de La Paz.
Concretamente, tomaremos a los ejércitos de reserva y depósito. La Gobernación del Estado Federal de La Paz dictó en fecha 6 de abril de 1899, la siguiente orden:
“Por orden del señor Gobernador del Estado Federal... se dispone:
Art. 1o. Los Cuerpos de Depósitos y Reservas de las tres series, proseguir los ejercicios doctrinales todos los domingos, principiando el día domingo 9 próximo; debiendo reunirse a Hrs. 12 m., en los locales siguientes:
Art. 2°. Los Cuerpos de Caballería formarán: El Escuadrón Republicano en la Plaza de San Pedro; Murillo y Extraordinaria en la Alameda.
Art. 3°. Los Cuerpos de Infantería y Regimiento Zapadores en la Caja de Agua.
Art. 4°. Los primeros jefes terminando el ejercicio pasarán el parte respectivo por escrito al Estado Mayor del Depósito y Reservas, el que inmediatamente elevará dicho parte a la Gobernación del Estado Federal.
Comuniqúese.- El Tte. Cnel. Mayor de la Plaza Faustino Saravia. Comunicada.- El Cap. Ayudante Eusebio Heguigorri”.
El Regimiento Republicano N° 1, tenía como Comandante a Víctor E. Sanjinés; el Regimiento Murillo de Reserva Ordinaria N° 2, a Adolfo Ortega; el Regimiento de la 3ra. Serie de Caballería, a José Luis Sainz; el Regimiento Zapadores a José R. Rocha; el Batallón Loa 1°, del Depósito del Ejército Federal, a Ezequiel Zuazo; el Batallón de la Segunda Serie de la Guardia Nacional, a Isaac B. Cariaga; y el Batallón Victoria de la Reserva Extraordinaria, a Manuel V. Ballivián. Cada uno de estos regimientos estaba compuesto por cuatro compañías.
La respuesta de Fernández Alonso a la propuesta planteada por José Manuel Pando fue inmediata y suscrita en la misma fecha:
"Oruro, 4 de marzo de 1899. Señor don José Manuel Pando. Caracollo; Señor: Contesto a la comunicación que se ha servido dirigirme Ud., de ese pueblo, con fecha de hoy. Lamento más que nadie el daño causado ya, y que seguirá causándose a la Patria por la presente guerra intestina, no provocada por mí.
Concurriré con buena voluntad a toda solución que, dentro del régimen legal, pueda satisfacer las aspiraciones encontradas, como sería la convocatoria de un Congreso Extraordinario, que hubiera de reunirse en breve plazo; en el entendido de que mi persona en ningún caso sería un óbice.
Respecto al pensamiento de una Constituyente, que se sirve Ud., proponer, hago constar terminantemente, que es de todo punto inaceptable; pues ni el Presidente de la República, ni ninguna persona o conjunto de personas, tienen el derecho de declarar por sí y ante sí, caduca la Constitución Política que nos rige hace 20 años, y caducos los poderes de los Senadores y Diputados, que están en su pleno ejercicio.
Tampoco puedo nombrar a nadie, ni al más conspicuo boliviano, para reemplazante mío. Soy Presidente Constitucional y no puedo obrar sino constitucionalmente.
Tocante a la libertad electoral, sabe Ud., que de ella gozan en Bolivia todos los partidos; y que para las elecciones de 1900, quedaba asegurado, más que por una revolución, y el consiguiente gobierno de hecho, por el conjunto de garantías que Ud., y el señor Eliodoro Villazón, acordaron conmigo en la memorable conferencia celebrada en el Palacio de Gobierno el 10 de diciembre último.
Con este motivo, me suscribo a Ud., A.S. Fdo.
Fernández Alonso.
Y en efecto, la proposición de Pando no merecía sino una respuesta sujeta al orden constitucional, y más aún en este caso concreto, en que “las palabras y promesas tenían para Pando un valor elástico y un significado acomodaticio”[27]. Decimos esto sustentados en varios antecedentes claramente advertidos por numerosos historiadores bolivianos. Por ejemplo, respecto del último punto señalado por el Presidente Fernández Alonso en la nota que acabamos de transcribir, Ramiro Condarco Morales refiere textualmente:
“En lo concerniente a las garantías electorales solicitadas, Fernández Alonso dijo que las elecciones por llevarse a cabo en 1900 estarían exentas en absoluto de intervención oficial y, ante todo que no se emplearían dineros públicos..., en favorecer el triunfo de candidato alguno. El coronel Pando expresó que las declaraciones del presidente le habían satisfecho plenamente y que con ellas podría tranquilizar a su partido”. [28]
Sin embargo, conviene extractar otras dos consideraciones consignadas por nuestro autor. Una de ellas, tocante al movimiento revolucionario que se gestaba en La Paz, y la otra, concerniente al liderazgo del mismo:
"... Pando dijo que no existía motivos justificados para que su población adoptara la actitud que había asumido... Que esto mismo iría a decir a sus paisanos, calmando la irritación que se había puesto a aquella ciudad... Eliodoro Villazón desconcertado... interrogó a Pando cuál sería su actitud si llegara el momento de ser proclamado caudillo de la revolución. Repuso Pando que no aceptaría en ningún caso semejante papel, y que al contrario, haría valer toda su influencia en servicio del orden constitucional, en cuyo sentido se proponía apresurar su viajé”.[29]
En síntesis, el contenido de ambas notas intercambiadas entre Pando y Alonso no daba lugar a conciliación alguna. La posición adoptada por ambos protagonistas era contrapuesta. Pero, pese a ello, el coronel Pando dirigió una nueva comunicación a Severo Fernández Alonso, vía Molliendo, en fecha 8 de marzo de 1899, esta vez mediante telegrama:
“Vista respuesta negativa, emprendo marcha de Caracollo. Deploro que partido imperante niegue avenimiento razonable propuesto, y pretenda la ruina y humillación del pueblo paceño, por salvar formas no siempre observadas en las más graves crisis de su historia. Se hundirá Bolivia: indiada guerra de motu propio a raza blanca, aprovechando despojos beligerantes, se hará poderosa; nuestras fuerzas unidas ahora apenas podrían dominarla. Parece imposible que no lo aperciba Ud., con sentimiento pero dispuesto a la defensa de mi pueblo natal, le digo que no acepto ni aceptaría Junta, reunión Congreso Extraordinario con representantes no electos libremente: sería renovar pasiones en lugar de tranquilizar al país. Concluyendo: por humanidad guarnezca Caracollo protegiendo vecindario. Adiós. Fdo. Pando"[30]
¿Y la respuesta a este telegrama?, No la hubo. “Por supuesto, no hubo respuesta, no era necesaria, ni esperada. Las dos partes habían expresado francamente, su manera de pensar y su decisión final. Nada más quedaba por decir. Pando ofreció la paz y Alonso se aferró a la ley... Había triunfado la alternativa que significaba la reanudación de la guerra interna para que el vencedor quedara con el poder, imponiendo la ley el uno, (y empleando) la fuerza de las armas, el otro”.[31]
Tres días antes de producirse la lid final, el “BOLETÍN DE ACTUALIDAD", en su edición del 7 de abril de ese año, registraba varios titulares que informaban sobre las actividades que ocurrían en el bando contrario a Pando.
El encabezamiento de algunas noticias era el siguiente: “Grandes triunfos”; “La Marcha de Alonso”; “Combate con los indios Chulchulmayo y Toruñuñu”; “600 a 800 bajas”; “Acción en Parotani”; “La Gloriosa Jornada de Sicaya”; “El Batallón 5º en Sacaca”; “Sus Hazañas”.
Y se desarrollaban como sigue:
“Hoy a hrs. 4 p.m., entrarán a esta ciudad, los bizarros Batallones “Alonso” y “Oruro”, que ufanos regresan, después de haber llenado con inquebrantable pujanza, las importantes comisiones que se les confió.
El Ejército y el pueblo todo, deben concurrirá recibir con el más grande entusiasmo, a los actores de gloriosas hazañas, merecen las consideraciones y el bien de la Patria. He aquí, a pequeños rasgos, tan importantes acciones de guerra:
El Batallón “Alonso” 3° de línea, apenas salió de Paria, tuvo que combatir incesantemente con la indiada, que en número abrumador lo atacaba, por todas partes, procurando aniquilarlo. En Huaillas, sostuvo un ligero tiroteo, haciéndoles algunas bajas.
En Chulchulmayo y Toruñuñu, sus guerrillas oportunamente desplegadas, batieron a miles de indios que coronaban las alturas, causándoles de 600 a 800 bajas. Al llegar a Parotani, se le dijo, que Cochabamba había caído en poder de los revolucionarios; sin embargo avanzó hasta Quillacollo, de donde creyó conveniente contramarchar al primer pueblo.
Aquí fue atacado a media noche por las fuerzas de Lanza, que merced a los choclares y la oscuridad se habían acercado al campamento, al extremo de haber muerto algunos rebeldes en las puertas del alojamiento de los jefes.
Los fuegos nutridos del "Alonso”, los pusieron en fuga causándoles unas 10 bajas. Nuevo y más recio ataque sufrió en Sicaya, con intimación de entregar la Plaza a los Escuadrones “Vanguardia", “Lanza” y “Pando”, que sin haber esperado el regreso de sus emisarios, rompieron el fuego perfectamente parapetados y en ventajosas posiciones, a muy corta distancia.
El “Alonso”, contestó vigorosamente avanzando al trote sobre el enemigo que oponía tenaz resistencia, hasta que a los 50 metros los puso en desordenada fuga. Los soldados del “Alonso” persiguieron a los rebeldes, montando en los caballos que éstos abandonaban para lanzarse al río donde casi todos perecieron.
Las bajas del enemigo, en esta brillante acción, han sido numerosas, pues del “Escuadrón Pando" no sobreviven más de 8 al 10 individuos. La actitud de los jóvenes del “Vanguardia”, cobarde; pues dieron cara vuelta con el fuego de los nuestros a 2.000 metros. Se han podido contar hasta 80 cadáveres, sin incluir los arrastrados por la corriente, y se han tomado 19 prisioneros, unos 50 caballos y gran cantidad de armas y municiones.
Las bajas en nuestras tropas, alcanzan a 7 heridos. De Sicaya, se retiró con su botín de guerra a Sacaca, donde encontró al Batallón 5° festejando dos notables victorias, de las que da noticia el siguiente telegrama:
TELÉGRAFOS DEL ESTADO
Telegrama recibido de la oficina de Colquechaca a hrs..., del día 6 de abril de 1899. Al señor Capitán General. Oruro.
Hoy a hrs. 6 p.m. arribó a ésta de regreso de Tacarani el Batallón "Chuquisaca” y lo mandé porque no tenía noticias de las dos compañías del 5° de Oruro. El jefe que fue con esta fuerza, ha sido informado en aquel punto. El Tte. Cnel. Eyzaguirre batió a los indios en la banda del río y a los montoneros de San Pedro en el lugar de “Alacita”, habiendo sostenido en ambos puntos recios combates y hecho grandes bajas y derrotado por completo. Y en seguida se dirigió vuelta a Sacaca y allí tuvo un nuevo encuentro en que destrozó por completo.
Es de regular que la fuerza esté ya próxima por llegar a esta ciudad de regreso de la expedición, además me dice el jefe de Comisión que manda, que el Tte. Cnel. Eyzaguirre tuvo algunas bajas de su fuerza y que logró tomar municiones y diez mulas de los montoneros de San Pedro. Aquí el orden finalmente asegurado. Salud.
Fdo. Ricardo Méndez, Sub-Prefecto”.[32]
El relato de estas noticias concluía consignando manifestaciones de celebridad, aclamaciones y aplausos como ¡hurras!, ¡glorias! y ¡vivas! a los jefes, oficiales y tropa de los Batallones “Alonso” y “Oruro", como también a los jefes Ayoroa, Benavides, Eyzaguirre; al orden constitucional y sobre todo al Capitán General y a Bolivia.
LA BATALLA FINAL
Tuvo lugar en las pampas de Paria, al atardecer del lunes 10 de abril de 1899. El combate duró aproximadamente 4 horas y concluyó con el triunfo de las fuerzas federales y la derrota del ejército unitario. Son varios los historiadores que sostienen que el concurso decidido de las huestes indias del altiplano fue determinante para que el ejército federal, comandado por José Manuel Pando, se impusiera fácilmente a las fuerzas de Alonso. El combate fue sangriento, “se luchó con tal barbaridad, como si esto se tratara de una guerra internacional, hubo encuentros furiosos y escenas de inaudita violencia”.[33]
“El tronar de las armas, incluidos cañones y ametralladoras, era ensordecedor; ambos bandos se batían valientemente; pero, era indudable la superioridad táctica y numérica de las tropas del Norte que, finalmente, avasallaron al enemigo... obligando al comando enemigo a emprender la retirada por orden del Capitán General, que quiso evitar mayores bajas en sus ya relegadas filas, totalmente desmoralizadas y cansadas en un desigual combate".[34]
[15] - David Alvéstegui, “Salamanca” Tomo 1
[16] - Ramiro Condarco Morales, “Zárate, el temible Willka"
[17] - David Alvéstegui, “Salamanca” Tomo 1
[18] - Floren Sanabria G. “La Revolución Federal”
[19] - Floren Sanabria G. “La Revolución Federal”
[20] - Alcides Arguedas, “Historia General de Bolivia”
[21] - Floren Sanabria G. “La Revolución Federal”
[22] - Alcides Arguedas. “Historia General de Bolivia”
[23] - Floren Sanabria G. “La Revolución Federal”
[24] - Alcides Arguedas. “Historia General de Bolivia”
[25] -“Boletín Oficial” N° 75, L.R Abril 8, de 1899, J.C. Valdez
[26] - Floren Sanabria G. “La Revolución Federal”
[27] - Ramiro Condarco Morales, “Zárate, el temible Willka"
[28] - Ramiro Condarco Morales, “Zárate, el temible Willka"
[29] - Ramiro Condarco Morales, “Zárate, el temible Willka"
[30] - Comunicaciones cambiadas entre el Cap. general y el Cnel. José Manuel Pando, Imprenta “La Justicia”, año 1899.
[31] - Floren Sanabria G., “La Revolución Federal”
[32] - “Boletín de Actualidad”, 7 de abril de 1899, Imp. “La Justicia”.
[33] - Alcides Arguedas, “Historia General de Bolivia”
[34] - Floren Sanabria G., “La Revolución Federal”